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El jurado absuelve a una mujer que mató a su marido. Testimonio de los hijos

Domingo 31 de octubre de 2010

Los hijos apoyaron a la madre, que recibió malos tratos durante 39 años

AMAIA ARRARAS - Pamplona

EL PAÍS - Sociedad - 28-10-2010

Maltratada física y psicológicamente durante los 39 años de matrimonio, María Pilar M. R., de 64 años, afrontó el 2 de noviembre de 2009 en su domicilio de la localidad navarra de Tafalla la que sería la última discusión con su marido, José Antonio G. S., de 77. Tras recibir una bofetada, perder el equilibrio y golpearse con la mesa, cogió un cuchillo de cocina y el forcejeo acabó en tragedia. El marido falleció acuchillado en el pecho. Finalmente, y tras una larga deliberación, un jurado popular absolvió ayer a la acusada al considerar que "no tuvo intención de matar". El fiscal había solicitado 11 años de cárcel por homicidio.

El veredicto desató los gritos de alegría de los familiares de la procesada, entre ellos, los cinco hijos del matrimonio que en todo momento apoyaron incondicionalmente a su madre. Dos de ellos aseguraron que su madre había sufrido "malos tratos" de "un modo u otro, física, psíquica y verbalmente durante toda la vida", aunque "siempre nos lo ha intentado ocultar". Además, defendieron que ellos también, excepto la hija pequeña, habían sufrido "vejaciones" por parte de su padre, al que definieron como un hombre con "carácter adusto, de malas palabras" al que tenían "miedo".

Los nueve miembros que componían el jurado no dieron por probado ningún hecho delictivo. Sin embargo, sí concluyeron que desde el principio de su matrimonio la acusada había recibido de su marido múltiples agresiones físicas y vejaciones morales de todo tipo, aunque no se atrevió nunca a denunciarlo a la policía o a solicitar la separación o el divorcio debido a "la educación recibida" y sus "profundas convicciones religiosas". Sin embargo, matizaron que en el momento de la agresión la mujer no temió por su vida porque además en los últimos años las agresiones físicas habían cesado, aunque sí cogió el cuchillo con la intención de defenderse.

Entre las atenuantes, el jurado también consideró probado que la acusada llamó al 112 para comunicar los hechos e inmediatamente taponó la herida de su marido con trapos y toallas "tratando de evitar la muerte de este".

La defensa de la acusada había solicitado la absolución al entender que su patrocinada actuó en defensa propia y argumentar que padecía "el síndrome de la mujer maltratada y un gran miedo a su marido". De hecho, durante el juicio, ella afirmó que no quiso hacer daño a su esposo, "sólo que supiera que no iba a soportar más palizas".

Finalmente, y tras conocer ayer su absolución, María Pilar afirmó a los medios de comunicación que no terminaba de creerse la decisión del jurado y que ha pasado por una "pesadilla" hasta llegar a este momento. También uno de sus hijos manifestó que la espera había sido "agónica". "Después de todo esto ha sido como un partido de fútbol y ahora ha terminado y nos vamos a ir a celebrarlo. Ya hemos terminado con esto mamá, ya hemos terminado", concluyó.

"Ella se merece vivir sin miedo"

Los hijos de la mujer absuelta tras el apuñalamiento de su marido la arropan y retratan a su padre como violento y oscuro - La fiscalía prepara un recurso

AMAIA ARRARÁS - Marcilla

La pelea posterior no ha sido aclarada del todo por el jurado, ya que no considera los hechos como delictivos, pero tampoco un accidente. El tribunal se decantó por no declarar a la mujer culpable de homicidio, ya que no existen pruebas suficientes que demuestren que la acusada, tras recibir una bofetada, dirigiese voluntariamente el cuchillo hacia el pecho de su marido o que tuviera intención de acabar con su vida.

El martes pasado, el primer veredicto del jurado fue devuelto por el juez al encontrar contradicciones en varias de las 34 respuestas del formulario. Sí está probado que fue maltratada durante todo su matrimonio y que llamó al 112 e intentó salvar la vida de su marido al comprobar la herida en el pecho.

"Abrumado" y "cansado" por la expectación levantada entre los medios de comunicación en los últimos días, Marcos Gil, el mayor de los hijos de la pareja, recibió ayer a EL PAÍS en su domicilio de Marcilla (Navarra) para mostrar su alegría después de lo que define como "la agonía que hemos sufrido hasta llegar aquí".

Este veredicto es "para disfrutarlo, estamos muy contentos pero con cautela" ante la posibilidad de que la fiscal recurra. "De ser así, seguiremos luchando hasta el final, porque aunque respeto su trabajo, no lo entiendo", dice. "Ella [la fiscal' class='spip_out' rel='external'>EL PAÍS - Sociedad - 29-10-2010 cumplía con su labor pero hay muchas maneras de ser eficiente sin tener que ser tan artificialmente duro, también es un ser humano y adivino una dureza artificial en su persona".

A sus 44 años, a Marcos no le falla la voz para defender a su madre, "una buena mujer, víctima de su silencio". Tampoco para definir la personalidad de su padre, de 77 años. "Ahora no siento nada por él porque cuando estaba vivo tampoco lo sentía. Es mi ascendente genético pero si una persona es mala lo es aunque coincida que sea tu padre". A pesar de que no detalla los motivos de la mala relación que ambos mantenían, reconoce que no se hablaban desde hacía más de 10 años, cuando él decidió abandonar la casa familiar. "Teníamos serias diferencias", subraya para añadir que no se olvida de las últimas palabras que le dijo: "No confundas el miedo con el respeto porque se me puede olvidar que eres mi padre. Solo volveré a esta casa mientras estés tú si tocas a mi madre y entonces te tiraría por la ventana".

Durante el juicio, los cinco hijos detallaron el carácter "violento, oscuro, raro, con cambios de humor impredecibles" de su padre, su actitud "vejatoria" y cómo maltrató durante años a su madre y a ellos, hasta que tuvieron edad "de plantarle cara".

Uno de los testimonios más emotivos del juicio fue el de la hija pequeña, Alba, de 23 años, la única que entonces vivía con sus padres. Entre lágrimas aseguró que las agresiones a su madre eran "constantes, repetitivas, desde por la mañana hasta por la noche e incluso de madrugada" contra su madre. También los insultos: "Tonta, inútil, vaga, loca y mentirosa". En los últimos años, esos episodios de malos tratos "intuíamos que existían", dijo y añadió que su madre, ante los ataques, siempre callaba "y agachaba las orejas". Alba también reconoció que su padre "era un buen hombre, porque no era golfo, no iba a prostíbulos, y era honrado, porque no robaba, pero era muy violento". Y como ejemplo contó que el día que murió su abuela, madre de la acusada, el fallecido arrancó el teléfono fijo de la pared porque llamaba mucha gente dando el pésame.

El hombre, gallego de nacimiento, tampoco guardaba buena relación con su familia. Vio a sus hermanos dos veces en 45 años y ninguno decidió presentarse como acusación en el juicio ni intervenir a su favor. Una prueba más, afirma Marcos, "de cómo era mi padre, ya que incluso los testigos que llevó la fiscal se posicionaron a favor de mi madre", que permaneció en prisión provisional dos meses y medio.

Los hijos, que renunciaron a cualquier indemnización, "hemos sido una piña porque conocemos bien a mi madre y sabemos que no quiso matarle en ningún momento, de ser así lo hubiera reconocido". Al principio los dos más pequeños estaban más estresados, incluso la menor tuvo que recibir apoyo psicológico, relata Marcos, pero se recuperó: "Es la que ha defendido más a ultranza a mi madre". Y añade: "Luego me pidió perdón. Y cuando le pregunte por qué me dijo que ella sí veía en casa situaciones que debía haberme comunicado porque así yo podía haberle puesto remedio, pero mi madre siempre le pedía que se callara".

En este mismo sentido, el abogado de la defensa, que solicitaba la absolución al entender que María Pilar actuó en defensa propia, aseguró en todo momento que la mujer padecía "el síndrome de la mujer maltratada y un gran miedo a su marido".

Según el testimonio de los hijos, ella los educó siempre en el respeto a su padre y era la "primera" en disculparle. Ahora Marcos asegura que "hay que denunciar los malos tratos porque de haberlo hecho así todo esto nos lo habríamos ahorrado".

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