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El acoso sexual es norma generalizada en Egipto

Domingo 27 de noviembre de 2011

Domingo, 20 DE noviEmbrE DE 2011

POR SOUAD MEKHENNET El Cairo

AnTes de subir a un ascensor, en los últimos tiempos Warda se ase- gura de que haya presente por lo menos una mujer más. el 16 de enero último, ella se encontró al borde de una violación. sucedió en las primeras horas de la tarde, en un elevador del corazón de la zona céntrica de el Cairo . entró un hombre de pelo corto negro, recordó Warda. “Ni nos miramos. Yo estaba leyendo unos mensajes en el teléfono”, dijo. el ascensor, que tenía capacidad para cuatro personas, de pronto se detuvo y se apagaron las luces. un corte de luz no es nada raro en algunos barrios de el Aciro. Llamaron al bawab –el portero–, pero nadie con- testó. “Luego sentí la mano del hombre. Le dije que se detuviera, pero me contestó que me callara o usaría sus cuchillos”, dijo, haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas. Le abrió los panta- lones y se apretó contra ella durante lo que parecieron horas, contó. Por suerte volvió la luz. “se detuvo y me soltó. No quería ni mirarlo”. el ascensor volvió a la planta baja. el hombre salió sin ningún pro- blema y saludó al bawab.

Warda, que pidió que no se revelara su nombre completo, nunca denunció el inci- dente. en egipto, centenares de miles de mujeres son víctimas a diario de acoso sexual.

La mayoría guarda silencio porque no quiere arriesgarse a la humillación ni a que se la culpe. “si hablamos de acoso verbal eso es algo que todas las mujeres sufren en egipto”, dijo Heba Morayef, investigadora de Human Rights Watch en Egipto.

Una encuesta de 2008 del Centro Egipcio por los Derechos de las Mujeres determinó que 83 por cien- to de mujeres egipcias admitió ser víctima de acoso sexual y que 62 por ciento de hombres de ese país admitió haber acosado a mujeres. “Estamos seguras de que las ci- fras son más altas”, dijo Mona Ez- zat, de la Fundación Nueva Mujer, un grupo de El Cairo.

Heba Habib, una estudiante de Derecho de El Cairo, señaló que no podía soportarlo más. Cierta vez, contó, un taxista empezó a contarle sus fantasías sexuales. “Sentía mucha vergüenza y tra- taba de superarla riéndome”, de- claró la joven de 22 años. “Cuando me bajé y quise pagarle, vi que tenía los pantalones bajos y que se había estado masturbando”. Le tiró el dinero sobre el asiento y se marchó. “Cada día nos sentimos menos humanos”, comentó. Habib se convirtió en colabora- dora de Harassmap (harassmap. org), un sitio web que dirigen vo- luntarias que se inauguró en di- ciembre.

Toda persona que haya enfrenta- do o presenciado un acoso sexual puede denunciarlo mediante un mensaje de texto. En respuesta, recibe ofrecimien- tos de ayuda.

Engy Ghozlan, una de las funda- doras, señaló: “Marcamos cuáles son las zonas problemáticas y lo que se nos informó”. La actitud respecto del acoso y la violación suele ser hostil a las vícti- mas, y se culpa a las mujeres, no a los hombres.

Las doce mujeres a las que se entrevistó para este artículo y los grupos de defensa de los derechos dijeron que incluso cuando las mu- jeres denuncian casos graves de agresión sexual, con frecuencia la Policía no da muestras de sensibi- lidad.

En algunos casos, los policías les dicen a las jóvenes que no se creen problemas, que si hacen la denuncia la gente las considerará prostitutas y avergonzarán a su familia.

En la encuesta de 2008 del centro de mujeres, el 53 por ciento de los hombres egipcios dijo que las muje- res acosadas “se lo buscan”. Hace poco, una miembro del mo- vimiento Fraternidad Musulmana sugirió que las mujeres deberían cambiar su forma de vestirse y condenó la ropa ajustada, corta y sin mangas.

Muchos grupos de mujeres de Egipto participaron en el levanta- miento contra Hosni Mubarak, en parte porque esperaban un cam- bio en la situación de las mujeres. Cuando el 8 de marzo último, Día Internacional de la Mujer, Ezzat y las integrantes de su grupo volvie- ron a la plaza Tahrir a exigir más derechos, algunos hombres rodea- ron a dos de las miembros más jó- venes y empezaron a tocarlas, dijo Ezzat, de 37 años. Las demás mujeres corrieron en su ayuda, y finalmente intervino un soldado.

En junio, una periodista egipcia fue atacada cuando entrevistaba a manifestantes en la plaza Tahrir. Por último, un policía acudió en su auxilio. (En febrero, la periodista televisiva estadounidense Lara Logan también fue agredida en la plaza mencionada.)

Las mujeres y activistas egip- cias entrevistadas declararon que en ese país lo tradicional es que los hombres sean quienes más ganan. Con la gran declinación del tu- rismo luego de la revolución y la creciente cantidad de hombres desocupados, las cosas podrían empeorar, dijeron las mujeres. Todas las mujeres también se mostraron partidarias de un am- plio debate que incluya a los po- líticos, los medios, las escuelas y las instituciones religiosas. Las madres deberían intervenir más, sostuvieron. “Tengo dos hijas y les enseño dos cosas”, dijo Lamya Lofty, 32. “No hay que dejarse acosar por ningún hombre, y antes de casarse hay que saber qué piensan de las mu- jeres los hermanos y la madre del novio”

Fte, Una selección semanal ofrecida por Copyright © 2011 The New York Times

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