Xarxa Feminista PV

Doña Soraya. Luz Sánchez Mellado

Viernes 11 de diciembre de 2015

Las que trabajamos con hombres desde las prácticas estamos curadas de espanto

Luz Sánchez-Mellado 10 DIC 2015 El País

No hace tanto, en uno de esos obrones de 500 pisos que se estilaban antes de la debacle inmobiliaria, los aparejadores se tomaban el cafelito muertos de la risa en la caseta. El mejor chiste era, como suele, un hecho verídico. Uno de ellos había oído al capataz informando a un albañil sobre a quién debía reportarse: “Los que veas más desastraos. Don Óscar, don Israel, don Yerai, don Jonathan... y la Maite”. Lejos de ofenderse, la Maite, o sea doña Teresa, jefa de la obra, del albañil, del capataz y de todos los presentes, era quien más se reía. Habituada a oir peores motes, ese le parecía cariñoso.

Las que trabajamos con hombres desde las prácticas estamos curadas de espanto. Siendo intolerable que nos llamen niña, cielo, mona o con diminutivos sonrojantes, lo cierto es que nos va en el sueldo. Gajes del oficio, cabría pensar, si no fuera porque a ellos no les ocurre. La novedad es que hoy, en público, no queda bonita tanta confianza. Queda lo que es: sexista. Y puede costarle el puesto al simpático o al galante de turno.

Sucedió en el debate de los candidatos con la vicecandidata Sáenz de Santamaría. Ellos se llamaban de tú: Pedro, Pablo, Albert, tío. Pero a ella no osaron bajarla del usted ni del señora ni del doña por si las feministas. Fue en lo único en lo que coincidieron los señores. En su unánime descoloque de varones frente a una mujer poderosa. Es todo más fácil. Mientras ella jugaba con el usted y el tú sin complejos, ellos no sabían ni cómo tratarla. Falta de costumbre. Habla Pablo Iglesias de una Operación Menina (sic) para aupar a Soraya a la presidencia. Ella se toma con humor la grosería. Seguro que la llamaban Sorayita cuando era becaria en Génova, 13. Y sí, España, donde hay machotes que aún mandan a fregar a las conductoras, está lista para una presidenta. Tan astuta o torpe como ellos. Tan demagoga. Tan corrupta, a unas malas. Se llame Soraya, Susana, Inés, Carolina o Rita la Cantaora.

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