Xarxa Feminista PV

Delantales caídos. Rosa Solbes

Sábado 31 de marzo de 2012

"La obsesión por el trabajo monetarizado nos lleva a desconocer cuánto cuesta cambiar un pañal, soportar un atasco camino del colegio, acompañar al médico..."

Rosa Solbes 30 MAR 2012. El País

Aguantando el repelús imagino que Gallardón me incluye en la categoría de mujer auténtica mujer, en tanto que esposa y madre a la vez. Pero en huelga general ni compro ni cocino ni plancho. Sólo escribo, como mis colegas, que aquí mismo y en otros soportes cumplen con su deber de informar.

También paseo por un barrio notoriamente más desierto, con un 10% de establecimientos cerrados y los demás vacíos. Y escruto entre mis vecinas si se han enterado, si han secundado la iniciativa feminista de colgar los mandiles, si han dejado de hacer sus labores igual que han dejado de acudir al otro trabajo (las que lo tienen). Y aunque pocas conocían el llamamiento, todas están de acuerdo en que urge una huelga de delantales caídos.

También busco a sus maridos e hijos huelguistas, y les pregunto si hoy se han metido en los fogones, o lavado a la abuela, servicios mínimos domésticos para facilitar que el ama de la casa profesionalizada en esa función pueda sumarse a la protesta.

Porque como dijo Mari Ángeles Durán hace poco, en su merecido honoris causa por la Universitat de València, es una injusticia confundir trabajo con empleo, y en ella cae incluso la Constitución. Ese agujero negro en el PIB se debe a que no se pone el foco sobre las personas. Las tareas domésticas y de cuidados son el gigante escondido, “la terra ignota, un continente invisible que hasta ahora se ha explorado poco pero sin cuyo concurso no pueden entenderse las sociedades tradicionales ni tampoco las modernas”.

La obsesión por el trabajo monetarizado nos lleva a desconocer cuánto cuesta cambiar un pañal, soportar un atasco camino del colegio, acompañar al médico... La investigadora recuerda que en España hay 14 millones de hogares, con 1.000 millones de metros cuadrados a los que habría que sumar escaleras, patios y otras zonas. Pues bien, ¿quién se ocupa de todo ello?

¿Habrán podido hacer huelga las inactivas según la EPA? ¿Vendrán a la manifestación con los delantales, símbolo de una múltiple queja contra la contrarreforma, los recortes y la esclavitud hogareña? ¿O se quedarán en casa haciendo de auto-esquiroles, en una más de sus extralargas jornadas, tendiendo la ropa, bajando a las criaturas al parque, preparando la cena para cuando regresen unos huelguistas muy solidarios en casi todo?

Esta sociedad envejecida lo hace muy mal, sostiene la imprescindible Durán, y deberíamos construir una ciencia y un mundo preparados para cuidarnos sin obligar a buena parte de la población a que sacrifique sus aspiraciones laborales o profesionales, incompatibles por ahora con el peso del hogar. Así de bien lo explica: “Se considera activo al que cuida a los corderos, pero a la que atiende niños sin cobrar se la considera pasiva. Sin embargo, pocos podrán poner en duda que gestar y dar a luz un niño es trabajoso (y de alto riesgo, según en qué países), que cuidarle es una ocupación absorbente y que los niños son aún más necesarios a una sociedad que los corderos”.

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