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De cómo el feminismo nos jodió la vida (pero conseguimos superarlo)

Domingo 20 de diciembre de 2015

El feminismo es radical porque cuestiona la sociedad patriarcal de raíz, así que de la noche a la mañana te conviertes en una radicala

María Castejón 15/12/2015 - Pikara

Un lugar común dentro de los feminismos y de las personas feministas es la frase “el feminismo me jodió la vida”. Hace referencia al momento en el que te pusiste las gafas moradas (o fucsias) y vas asumiendo poco a poco que esa decisión no tiene marcha atrás, y que va a tener muchas consecuencias, casi todas radicales en tu vida personal, laboral, social…lo que vienen a ser todos los ámbitos.

El feminismo es radical porque cuestiona la sociedad patriarcal de raíz, así que de la noche a la mañana te conviertes en una radicala, algo que no es a priori ni bueno ni malo, pero es algo que hace que el resto de la humanidad te vea de forma diferente.

Y es que, querida amiga, el feminismo nos jodió la vida porque te hace analizar tu vida como antes no la habías analizado ni por supuesto vivido. Te hace repensar tus prioridades y tus objetivos, te hace ser de repente un ser incómodo que critica los chistes machistas, que pone quejas porque una información no está redactada en lenguaje inclusivo. En un ser que se pone a hablar de androcentrismo en una ventanilla de la administración, que siempre está a la defensiva, que no se puede callar cuando ve un anuncio de publicidad en la tele, que cuando llegan las elecciones hace un verdadero esfuerzo por ir al colegio electoral más cercano porque hasta el momento votar significa perpetuar el patriarcado feroz.

Y qué decir de las cenas de navidad, de la tensión que se respira en el ambiente cuando tu cuñado, tras dos gintonics, te dice eso de que "ni machismo, ni feminismo; igualdad", y de la cara de disgusto con la que tu madre te dice sin hablar: "Una cosa es que seas feminista hija, y otra cosa es que por ser feminista no encuentres trabajo"….

Los ejemplos son innumerables, tienen que ver con la cotidianidad esa que ya no vives de igual manera y que implica que mucha gente, mujeres y hombres te vean como LA FEMINISTA. Y ser LA FEMINISTA es muy gratificante pero también puede llegar a ser estresante y muy cansino.

A un nivel más estructural, el feminismo te hace ver que vivimos en una sociedad que ejerce la violencia en múltiples formas contra nuestras vidas y nuestros cuerpos. La conciencia feminista hace visibles las desigualdades que nos recorren y atraviesan y que se materializan en el ámbito público y en el privado. En el público ya no te callas ni te comportas de forma suave ni sutil porque exiges tus derechos en el trabajo, si es que lo tienes. No estás dispuesta a tragar con comentarios machistas ni a dejar de promocionarte por el mero hecho de ser mujer. Y es que la autoestima viene genial. En el privado, vives tu sexualidad de otra forma y sin duda más gozosa, y el tema del reparto de tareas y el de la corresponsabilidad –en el caso de que tengas hijxs- es tu auténtica revolución personal que aleja culpas y mecanismos perversos que nosotras mismas nos imponemos de cara a la crianza o al trabajo doméstico que muchas veces asumimos.

Creamos estrategias propias y diversas que nos hacen crear nuevas relaciones con mujeres, tanto feministas como no feministas. La red de la que formamos parte es poderosa y sirve para compartir y avanzar (siempre que no devenga en burbuja). No voy a hablar de una comunidad ideal y sin fisuras ya que sería irreal y simplista, pero sentirte parte de una comunidad te hace sentirte segura para enfrentarte al mundo dividido ya en feminismo y no feminismo.

Ahora bien, cuando ya llevas años en esto de los feminismos, ves que no vas a cambiar, que es necesario seguir denunciando y trabajando aunque no sea fácil y sea muy duro. Todo mejora cuando ves que incluso hay gente que acepta tu criterio y que te pregunta cuestiones sobre género no solo para joder, o para animar la tarde de cervezas esperando que saltes cual energúmena a cualquier comentario machista.

Sin renunciar a la lucha, te lo tomas con humor -el humor y la risa son fundamentales- te centras en todas las disidencias al sistema heteropatriarcal y capitalista, que haberlas haylas y cada vez son más, y te descubres siendo una persona feliz; porque el feminismo no vino a jodernos la vida, sino a hacérnosla mucho mejor, mucho más divertida, y mucho más plena.

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