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Cuando los derechos de las mujeres gestantes sobre los hijos desaparecen

Miércoles 17 de mayo de 2017

Teresa Sánchez Vales Tribuna Feminista

Cuando los derechos de las mujeres gestantes sobre los hijos desaparecen, ¿sabes tú a dónde van?

A medida que avanza el debate público acerca del alquiler de vientres para la maternidad sobrevenida, van emergiendo los distintos intereses que subyacen en los argumentarios de lobbies poderosos, quienes, conscientes de lo que hay en juego, arengan a la ciudadanía a sostener encendidas discusiones a favor de la regulación de estas prácticas.

Y hay que decir que, en general, la ciudadanía no acaba de ver claro por qué muchas feministas nos posicionamos en contra de la regulación del alquiler de vientres; por eso, últimamente, me veo con frecuencia envuelta en debates de este orden viéndome obligada a desmontar dialécticamente desde el principio la idea de que esta práctica es inocua y que, por lo tanto, no perjudica a nadie.

Y allá me lanzo, una y otra vez a recordar a mujeres y hombres, progresistas y no tanto, que el cuerpo de las mujeres no puede legalmente convertirse en una incubadora para crear maternidades en quienes no son madres.

Recurro también a la de idea de hijas o hijos, que, ya adolescentes, preguntarán por una madre a la que una dudosa legalidad hizo desaparecer con el útero ensangrentado y un puñado de euros en el bolsillo.

En general, a mis interlocutores les parece un mal menor, ya que por encima de esas pequeñeces (mujeres con secuelas físicas y psicológicas de por vida a consecuencia de los embarazos retribuidos) se alza la libertad, se alza el noble deseo laureado de tener hijos “propios”, como si la paternidad “clásica” no generara la propiedad identitaria de los hijos.

A mis interlocutores les parece un mal menor, ya que por encima de esas pequeñeces (mujeres con secuelas físicas y psicológicas de por vida a consecuencia de los embarazos retribuidos) se alza la libertad, se alza el noble deseo laureado de tener hijos “propios”

Y como estas diatribas impuestas surgen siempre en animadas comidas de fin de semana, me dejo para el postre y hasta para la siesta, las siguientes reflexiones:

¿Acaso no son propios los hijos nacidos de una madre que ejerce su voluntad de serlo y que ejerce su derecho a la maternidad a lo largo de toda la menor edad del hijo?

Las palabras traicionan, porque los que hablan de tener hijos de propios, no se refieren a los nacidos de la reacción química de un material biológico; se refieren a “hijos exclusivos”, en los que la figura materna carecerá por completo de derechos sobre el hijo. Aquí “hijo exclusivo” quiere decir que a pesar de que sí hay una mujer, y es fundamental en el proceso reproductivo, esta no tiene derecho alguno sobre el resultado. (¡Ni derechos de autora tiene!)

En definitiva, que si por ficción legal se convierte a la mujer en mero objeto instrumental en la función reproductiva, esta va a carecer por completo de derechos sobre los nacidos bajo esta regulación, y esto no es bueno para las mujeres, ni para los hombres, ni para los niños, ni para crear un mundo más igualitario y más justo.

Y cuando los derechos de las mujeres gestantes sobre los hijos desaparecen, ¿sabes tú a dónde van?

En el momento actual no se trata de imaginar para el futuro la dulce imagen de una parejita gay acunando al bebé recién nacido de un vientre anónimo y sin derechos.

El acto de supuesta “voluntad” tendrá lugar siempre entre mujeres pobres y sin recursos, o con graves problemas sociales. Dudo que alguna vez mujeres ricas y poderosas se presten a alquilar sus vientres.

Más allá de la tierna imagen citada, con una hipotética regulación del alquiler ventral, en la imagen del futuro habrá también un anuncio publicitario que dirá con voz suave (a la parejita o a la modelo que no quiere desfigurar su estilizada figura) que la maternidad es posible sin complicarse con molestas terceras (madres gestantes) que reclamen ahora o luego derechos sobre sus hijos.

También en ese futuro hipotético, la página web de la clínica en la que la práctica se llevará a cabo contendrá una pestaña en la que dirá: “trabaja con nosotros”. Y ahí, pincharán muchas mujeres cuando no puedan pagar la hipoteca, cuando no tengan trabajo ellas o sus compañeros, cuando las dificultades económicas acucien…y lo que es peor, cuando se vean compelidas por cualquier causa a acatar la autoridad que alguien ejerza o pueda llegar a ejercer sobre ellas.

Y lo harán…¿por voluntad propia?

El acto de supuesta “voluntad” tendrá lugar siempre entre mujeres pobres y sin recursos, o con graves problemas sociales. Dudo que alguna vez mujeres ricas y poderosas se presten a alquilar sus vientres.

La mujer, la madre gestante, desaparecerá legamente (“por decisión propia”, ¡claro!) y en consecuencia desaparecerá la parte del poder natural que representa, ya que habrá perdido el derecho a participar en la crianza y educación del menor y en su desarrollo personal y social.

Y aquí, discúlpenme ustedes, yo veo una nueva manera de practicar la exclusión de la mujer de los centros de poder y de privarla drásticamente de los derechos derivados del acto biológico de la maternidad -y esta es la paradoja- con su… ¿consentimiento?

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