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Cuando el género marca la profesión

Jueves 18 de febrero de 2016

El mercado laboral de la ciudad de A Coruña registra una marcada segregación laboral por género. Las mujeres son mayoría en sectores relacionados con el hogar y los cuidados, y los hombres, en construcción o transporte

miguel rodríguez a coruña 14.02.2016 La Opinión

Pese que las mujeres han alcanzado unas cuotas de participación en el mercado laboral sin precedentes en la historia, la segregación de los oficios por género continúa siendo una realidad más que palpable. Los datos de ocupación que recoge el plan de empleo presentado por el Gobierno municipal la pasada semana muestran como las actividades relacionadas con la limpieza, los cuidados o la atención al público en tiendas y grandes almacenes están prácticamente copadas por mujeres. Su presencia en otras ramas de actividad más masculinizadas, como las relacionadas con la construcción, la mayor parte de las industrias o la conducción, es casi marginal. Expertos y sindicatos analizan los porqués de esta tendencia, generalizada en el resto del Estado

En los coletazos finales de la dictadura, solo un 23% de las mujeres españolas entre 25 y 54 contaba con trabajo remunerado. En 2014, el porcentaje dentro de esta franja de edad ascendía al 63%. La composición de la fuerza de trabajo en el Estado en las últimas décadas ha evolucionado notablemente. Sin embargo, en ciertas actividades pervive una segmentación en función del género que convierte la igualdad laboral entre hombres y mujeres en un objetivo todavía lejano, no solo desde el punto de vista salarial, sino del de los roles que desempeñan en la economía.

A Coruña y su comarca no son ajenas a esta tendencia. Los datos de ocupación laboral de 2014 en los sectores con más contratos, recogidos en el plan municipal de empleo que presentó el Gobierno municipal la pasada semana, muestran cómo las mujeres son aplastante mayoría en aquellos oficios relacionados con el hogar, los cuidados o el textil, mientras que los hombres ostentan el monopolio casi exclusivo en actividades vinculadas a la construcción o la conducción.

Entre los peones de las industrias manufactureras, por ejemplo, 9.963 hombres trabajan codo con codo con tan sólo 3.611 empleadas. En otros sectores similares la desproporcionalidad aumenta. Es el caso del trabajo de soldador, donde solo hay tres mujeres frente a 880 hombres, o entre los montadores de estructuras metálicas, con solo tres empleadas frente a 1.285 operarios. La albañilería también es un desierto para el género femenino. Solo siete mujeres aparecen inscritas en este sector frente a los 1.858 hombres.

Inversa es la relación en oficios vinculados a la limpieza de hoteles, oficinas o similares. De los 9.125 afiliados a la Seguridad Social en este sector 7.598 son mujeres y solo 1.527 hombres. En la venta en tiendas y almacenes, las trabajadoras son mayoría, sumando más de 7.500, mientras que los hombres no llegan a 1.900.

¿Por qué ocurre esto? ¿Qué clase de mano invisible asigna mayoritariamente a las mujeres a oficios de limpieza o cuidados mientras coloca a los hombres casi en solitario levantando muros de ladrillo? La profesora de Sociología del Género de la Universidade da Coruña Rosa Cobo achaca esta tendencia a que, desde pequeños, los niños y niñas reciben una "socialización de género". "Mientras que las niñas son educadas para la pasividad y para no poder hacer de la fuerza un elemento de su vida laboral, los niños son educados para la actividad, la fuerza y el poder", asegura. A su juicio, la idea de que hay trabajos para hombres y trabajos para mujeres es una idea que ha sido interiorizada por la sociedad. "Esos significados", afirma, "se introducen en las mentes de los empresarios y eso también contribuye a explicar esta segregación del mercado laboral".

Un punto de vista similar defiende Margarida Corral, secretaria da Muller en el sindicato CIG. "La patronal, muy masculinizada aún, tiende a pensar que las mujeres prefieren jornadas a tiempo parcial y no pueden tener horarios extensos ni movilidad, mientras que sobre los hombres hay prejuicios sobre su capacidad para desempeñar oficios relacionados con los cuidados, típicamente desempeñados por mujeres", asegura Corral.

Los datos sobre estas actividades también son reveladores. En el empleo doméstico, por ejemplo, A Coruña y su comarca solo cuentan con 119 hombres frente a 2.115 trabajadoras oficialmente registradas. "El de los cuidados ha sido tradicionalmente un tipo de trabajo no remunerado, gratuito, y por eso las mujeres también somos mayoría en el trabajo sumergido y en los salarios de pobreza", recalca Rosa Cobo.

Curioso también es el equilibrio que se vive entre los que trabajan entre fogones. Cuando se habla de cocineros, hombres y mujeres casi empatan en A Coruña y su comarca, siendo los primeros 1.287 y las segundas 1.418. Sin embargo, cuando se baja de categoría dentro de la cocina, la mujer gana mayor protagonismo habiendo un total de 1.462 ayudantes de cocina de género femenino, frente a 748 varones.

Desde el sector empresarial perciben una mejora de las ratios de igualdad entre hombres y mujeres en algunos sectores. El presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) en la provincia de A Coruña, Marcos Balboa, percibe, por ejemplo, que cada vez son más las mujeres que ponen en marcha negocios en sectores como la consultoría, donde hasta ahora no había tanto equilibrio. "El reto está en que está tendencia se mantenga y tengamos un tejido empresarial competitivo e igualitario en el que no haya diferencias por sexos", asevera.

Otros sectores menos vinculados a la construcción o la fuerza, como es el caso de la conducción, sin embargo, también continúan estando mayoritariamente en manos de hombres. Ya se entre los conductores propietarios de taxi, autobús o transporte, la presencia del género femenino también es marginal.

La secretaria de Muller de la CIG cree que este estado de cosas incita a hombres y mujeres a iniciar determinadas profesionales en función de la segregación ya establecida. "La influencia de la familia para que continúen reproduciendo la división sexual del trabajo, las imágenes estereotipadas que trasladan los medios... Todo ayuda a reforzar el desequilibrio", señala.

Tanto Corral como Cobo consideran que la solución a esta situación pasa por cambiar la educación desde la infancia y por aplicar políticas públicas de igualdad que favorezcan la corresponsabilidad entre hombres y mujeres y la conciliación.

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