Xarxa Feminista PV

Copa, ¿para quién?

Sábado 12 de julio de 2014

Florencia Goldsman 9-7-2014 Pikara Magazine

Una ocupación en un edificio ubicado en el centro de Sao Paulo es una de las banderas que responden ante la ostentación de la Copa del Mundo de Fútbol y la falta de respuestas a la ciudadanía. En Brasil, mientras los estadios se llenan de una minoría que puede pagar el ingreso, las calles, los predios desocupados y las plazas públicas se vuelven centro de disputa. Rita es una mujer que, tras un accidente de trabajo, un desahucio y una vida sin viento a favor, sigue al frente.

En el hall de entrada la tonalidad de la luz tiene la edad del edificio. Ilumina desgastada a un grupo de mujeres con sus hijas que se muestran, en principio, renuentes a hablar con los periodistas que llegan a conocer la ocupación. Se siente la tensión en la inmovilidad, como si en el fondo de sus almas sospecharan una emboscada.

En algún momento las mujeres se distienden, alguien baja del ascensor, llega otro grupo de periodistas. Ellas se animan, fragmentarias, a contar que entraron a ocupar el día anterior. Marcado con rojo en el calendario de sus vidas. Cuando el reloj dio las 16.20, la hora exacta en que el pitazo del árbitro dio inicio al primer partido: Brasil – Croacia.

Mientras cientos de miles, millones de turistas y tele-espectadores miraban la bola girar, otra gran parte de la población se preguntaba (y todavía lo hace) ‘Copa, ¿para quién?’

La locura del mundial: mientras cientos de miles, millones de turistas y tele-espectadores miraban la bola girar, otra gran parte de la población se preguntaba (y todavía lo hace) ‘Copa, ¿para quién?’ Una minoría luchadora, en lugar de quedarse en elucubraciones mentales, avanza por sus derechos a una vida digna.

El edificio de enormes ambientes, baños antiguos con mesadas de mármol, parquet y elevador está abandonado desde hace aproximadamente ocho años. Situado en la calle Pamplona 937, a cuatro cuadras de la avenida Paulista, conocida como la ‘Quinta avenida’ de Sudamérica, a razón de sus rascacielos, las tiendas de lujo y los enormes museos.

“El dueño -relata Guilherme Lan, del MRCC (Movimento de Moradia da Região Centro), que lucha por el derecho a la vivienda- estaba esperando a que los precios subieran más para venderlo”. Pinta una situación extendida de especulación inmobiliaria en las mayores ciudades de Brasil, e inclusive en el interior de las favelas. En el edificio de Pamplona son casi 30 personas las que llegaron, apoyadas por otros movimientos de ocupaciones en la ciudad. Pero no ocuparon “con la cola entre las patas”. Lo hicieron tal vez más al estilo brasilero: al ritmo de una enérgica fanfarria que le dio pulso a una entrada triunfal. Demostraron que el pueblo que ocupa está, a su manera, en el bando de los felices.

A la llegada de la cronista sólo habían pasado 24 horas de ocupación y debían permanecer 24 más. Si en esas 48 horas no llegaba la policía con una orden judicial, podrían avanzar, instalarse, ocupar. Y ahí siguen. Algunos de los 30 amplios apartamentos estaban sin luz, otros sin agua. Todos con paredes, piso, techo, cañerías, baños. Perfectos para que las personas reconstruyan sus vidas. Un simple y enorme paso hacia la ciudadanía verdadera.

Dos niñas con las piernas negras de hollín de tanto jugar en el edificio fantasmático hacían las delicias de los visitantes. Casi sin percibir su presencia, Rita apareció entre las sombras del piso recientemente ocupado. De estatura mediana y mirada enorme, de un sólo ojo. Una cíclope ocupadora con una historia pesada sobre la espalda y claridad en la mirada.

“La mayoría de las personas no saben lo que pasa en Brasil, porque si la gente supiera la verdad, no sufriríamos como sufrimos”

“Soy de Juazeiro do Norte, en Ceará, y llegué en la década del 70, a mis 14 años a Sao Paulo. Tuve una casa pero la perdí, vivía cerca de Guarulhos a donde después se hizo el aeropuerto. Desde ese momento hasta ahora nunca tuve las condiciones de comprar. Tengo una tienda de madera sólo, que está en área de riesgo”.

¿Cómo siente la ocupación de este espacio?

¡Dios! Ni yo misma me lo creo. Si a mí me dieran este espacio de aquí (señala un rincón del espacioso ambiente) ya sería suficiente. Para quien no tiene nada, ese espacio ya es todo.

¿Cuál es su percepción de las personas que vinieron para la Copa o de la gente de la calle acerca de la realidad de las personas sin techo?

Acá la mayoría de las personas no saben lo que pasa en Brasil, porque si la gente supiera la verdad, no sufriríamos como sufrimos. Las personas cuando les digo que no tengo vivienda se quedan sorprendidas o dicen que es mentira. Ocupamos otro edificio antes, el Líbero Badaró, y nadie nos creía.

¿Tiene trabajo actualmente?

No, tengo un pequeño barcito y vivo de ese bar ubicado donde yo vivía antes en mi tienda de campaña. Continúo viviendo en la anterior ocupación, pero ahora estamos ocupando aquí. Nosotros no sabemos cómo va a ser nuestra vida.

¿Trabajaba muchas horas?

Era auxiliar de limpieza, lo hacía desde las seis de la mañana a las dos y media de la tarde. Después sufrí un accidente de trabajo dentro de la compañía y no tuve derecho al seguro de trabajo. Estoy registrada pero infelizmente en el país en el que vivimos tiene una democracia… ¡que sólo Dios sabe! Porque usted trabaja pero no tiene los derechos que le corresponden. Estoy hace tres años reclamando al seguro de trabajo y la compañía aún no pagó. Intento citar a las personas para una pericia judicial y no consigo, cuando lo logro resulta que no significa beneficio alguno; está así enredada mi vida. Cada día más mi felicidad queda pendiente. Por eso fui convidada por el MMRC para ir con ellos a trabajar con una señora que precisa ayuda con la limpieza. Yo ahora agradezco a los movimientos por que hoy tengo cómo luchar, antes luchaba en vano, sola de un lugar a otro. Hoy tengo mi paradero, estoy aquí, junto a los coordinadores del movimiento. Tengo mi grupo para luchar con ellos, me pongo la camiseta, ahora puedo hablar.

¿Deciden las acciones del movimiento en asambleas?

Sí y junto con mi familia siempre estoy pronta para salir a luchar. Donde ellos me dicen: ‘Vamos doña Rita”, ahí estoy levantando la bandera y luchando. Desde hoy que fue la apertura de la Copa que estamos aquí en la ocupación, ¡menos bola de fútbol tuvimos de todo! y ¡aquí seguimos!

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