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Brasil se indigna con el acoso a mujeres tras nuevas agresiones sexuales

Miércoles 6 de septiembre de 2017

El acoso en Brasil ha ganado una nueva dimensión después de que una serie de agresiones sexuales salieran a la luz en Sao Paulo, la mayor ciudad de Suramérica, donde una mujer es violada cada once horas en lugares públicos.

Sao Paulo 05/09/2017 07 Alba Santandreu (EFE) Público

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Una mujer se manifiesta en el Día Internacional de la Mujer en Rio de Janeiro, Brasil /AFP (VANDERLEI ALMEIDA)

El acoso en Brasil ha ganado una nueva dimensión después de que una serie de agresiones sexuales salieran a la luz en Sao Paulo, la mayor ciudad de Suramérica, donde una mujer es violada cada once horas en lugares públicos.

Brasil puso el grito en el cielo después de que un hombre de 27 años eyaculara en la espalda de una mujer en un autobús público de Sao Paulo, pero la indignación aumentó cuando el juez José Eugenio do Amaral Souza decidió poner al hombre en libertad horas después de ser detenido.

El magistrado consideró que no hubo "violencia o una grave amenaza, pues la víctima estaba sentada en un asiento de un autobús cuando fue sorprendida por la eyaculación del acusado", que por no haber forzado a la mujer no podría ser procesado por abuso.

La decisión del juez generó una lluvia de críticas de numerosos movimientos feministas, la prensa y la sociedad en general, que vio como el acusado, de 27 años y con notorios antecedentes de abusos sexuales, volvió a actuar días después en el transporte público, lo que le acaba de llevar a prisión por "actos obscenos". No hay ningún espacio público donde las mujeres puedan sentirse "cien por cien seguras"

Un caso similar ocurrió en la última semana un autobús de Río de Janeiro, mientras que en Sao Paulo una pasajera denunció que un hombre tocó su pecho mientras el colectivo circulaba por la Avenida Paulista, una de las zonas más frecuentadas de la ciudad.

La capital paulista también fue el escenario de la agresión sexual sufrida por la escritora brasileña de novelas Clara Averbuck por parte de un conductor de Uber, compañía que en un comunicado repudió "cualquier tipo de violencia" contra las mujeres.

"Cuando iba a salir del vehículo, él me empujó y no fue una violación clásica, pero fue una violencia. Él me empujó y caí al suelo. Él se aprovechó de mi estado embriagado y ahí me levantó y me penetró con los dedos", explicó Averbuck, de 38 años, en una entrevista telefónica concedida a Efe la pasada semana.

Los últimos casos han elevado el debate sobre las agresiones sexuales en Brasil y "han dado coraje a las mujeres para denunciar", según explicó la sociólogo y directora de la ONG Nova Mulher, Marcia Regina Victoriano. 457 mujeres fueron violadas en lugares públicos en la capital paulista entre enero y julio

Todo esto ha mostrado una realidad, pero "en muchos casos se sigue culpando a la mujer. Existe esa cultura, pero la repercusión y el debate sobre el papel de la mujer han ganado fuerza", sostuvo. "Brasil es un país peligroso y violento para las mujeres", añadió.

Según un estudio publicado por la red Globo en base a los datos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Sao Paulo, 457 mujeres fueron violadas en lugares públicos en la capital paulista entre enero y julio de este año.

En Brasil, la legislación considera violación cualquier conducta con uso de amenaza o violencia que atente contra la dignidad y la libertad sexual de la víctima, por lo que no es necesario que haya una penetración para que sea estipulado el delito.

Giovana Agutoli, una joven de 22 años, asegura que siente un "miedo constante" en Sao Paulo, donde, según dice, no hay ningún espacio público donde las mujeres se puedan sentirse "cien por cien seguras".

"Estamos en un escenario absolutamente vulnerable", manifiesta mientras espera el autobús, lo que para ella se ha convertido en "un auténtico desafío" por el hecho de ser mujer.

La sensación de inseguridad es compartida por María Victoria Araujo, de 26 años, quien espera el colectivo en un punto cercano a donde la pasada semana el hombre de 27 años perpetró su acoso.

"No hay ningún lugar para sentirse segura, y menos en un autobús, que nunca sabes quien está entrando y quien está saliendo", resalta Araujo.

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