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Birmania: el camino hacia la igualdad de género tras 50 años de dictadura militar

Martes 5 de septiembre de 2017

La voz de la mujer se abre paso y reclama su lugar en la construcción democrática. En un país mayoritariamente rural, el papel de las mujeres sigue siendo, en teoría, secundario. En la práctica, son ellas las que lideran sus comunidades, las que tienen el rol central en el desarrollo familiar y las que pueden llevar al país hacia un proceso de paz real y definitiva.

MANDALAY (BIRMANIA) 01/09/2017 16:52 QUERALT CASTILLO CEREZUELA Público

Un país que se prepara para conseguir la paz debe contar con la presencia de las mujeres en las mesas de negociación, este fue el mensaje unitario del Women, Peace and Security Forum, celebrado en Yangon, Birmania, a principios de agosto. No obstante y según el gobierno, de los 910 expertos que negocian el proceso de paz y la reconciliación nacional sólo hay 154 mujeres, es decir, sólo el 17% son voces femeninas.

El papel de las mujeres aún es secundario en Birmania, sobre todo en las zonas rurales, es decir, en gran parte del país. Tener una mujer al frente del gobierno, Aung San Suu Kyi, no parece suficiente y la lucha por la igualdad social apenas empieza en un país donde la democracia aún se toca con la punta de los dedos. Las tradiciones, la discriminación cultural y la falta de información y acceso a la educación, junto con las desigualdades laborales suponen las principales barreras para la igualdad de género en el país.

La mujer birmana en el ámbito rural

A pesar de jugar un papel central en la agricultura, las mujeres birmanas que trabajan en el campo no reciben el nombre de agricultoras, sino de trabajadoras del campo. Esta es sólo la punta del iceberg de la discriminación: no pueden heredar la tierra ni constar como propietarias, están poco representadas a nivel sindical y quedan habitualmente excluidas de la toma de decisiones.

A pesar de jugar un papel central en la agricultura, las mujeres no pueden heredar la tierra ni constar como propietarias

El Land Core Group es una organización que trabaja para promover los derechos de los pequeños trabajadores de la tierra, de las minorías étnicas y de las mujeres de las zonas rurales. Junto con otras organizaciones de la sociedad civil, intenta construir un diálogo real entre los trabajadores y trabajadoras de la tierra y sus propietarios, promover los derechos de cultivo de los diferentes colectivos y luchar por una igualdad real en el campo.

Uno de sus últimos proyectos, financiado por Livelihood and Food Security Trust Fund, ha sido dar voz a las mujeres agricultoras a través de su mirada. "A woman ’s place" es una iniciativa que pretende mostrar el día a día de las mujeres en las zonas rurales de Birmania mediante el ensayo fotográfico. Tras repartir cámaras a mujeres procedentes de diversas zonas rurales, el Land Core Group ha montado una exposición en Yangon donde se muestra la vida rural del país a través de la mirada de las mujeres. Las agricultoras fotografiaron los elementos más icónicos de su día a día, no faltó la denuncia y la crítica a un sistema que resulta injusto para ellas. Las fotografías las muestran como trabajadoras, miembros de la comunidad, madres, parejas, amigas, hijas. En la exposición organizada y los talleres itinerantes, fueron las propias mujeres las que explicaron sus fotografías y su situación.

Catriona Knapman, consultora en cuestiones de género radicada en Birmania e ideóloga del proyecto, asegura que aún hay mucho trabajo por hacer en cuestiones de igualdad de género en las zonas rurales: "Las mujeres birmanas de las zonas rurales tienen muy asumido su rol: estar en casa, cuidar de los hijos, cocinar para el marido... No ven su estatus como un problema de género, sino que creen que forma parte de su cultura y sus tradiciones. Hay algunas que alzan la voz, pero aún son pocas", se lamenta.

"Las tradiciones y las leyendas todavía tienen mucho peso en las zonas rurales"

"Las tradiciones y las leyendas todavía tienen mucho peso en las zonas rurales. Por ejemplo, las mujeres no pueden salir a pescar porque el nat (espíritu) que habita el agua es una mujer, deben quedarse en orilla, haciendo otros trabajos. Cosas como éstas están ampliamente aceptadas en las zonas rurales, y cambiar esto cuesta mucho", continúa Knapman.

En un país donde conviven aproximadamente 135 etnias diferentes, todavía se presenta más complicado: implementar políticas de género que sean inclusivas y que tengan en cuenta todas las tradiciones se presenta como una labor titánica. "El cambio en la percepción de las cuestiones de género deberá venir de dentro, no de fuera. De las mujeres birmanas y también de las ciudades. Yangon, la capital, es una ciudad muy expuesta al mundo exterior y con la ayuda de las nuevas tecnologías y la apertura del país el cambio se va viendo poco a poco. Pero los cambios deben respetar la cultura y las tradiciones ", asegura Knapman.

Definir las claves de la igualdad de género

Shunn Lei es una activista por los derechos de las mujeres y cofundadora de la Rainfall Gender Study Organization, una asociación que nació en 2011 para poner el debate de género sobre la mesa. La asociación trabaja sobre cuatro pilares: una publicación cuatrimestral sobre temas de género, la organización de foros públicos, la investigación en temas de igualdad y la organización de talleres y programas para el empoderamiento de las mujeres, tanto en zonas urbanas como rurales . "Los retos son mayores con respecto a la igualdad de género en Birmania. Una de las claves es definir el término de igualdad desde un punto de vista femenino, ya que habitualmente lo hacemos desde los estándares masculinos".

La activista destaca también la dificultad de una ley para la protección de la mujer que contemple la diversidad étnica del país. "Trabajando con diferentes comunidades, nos hemos dado cuenta de que cada etnia tiene sus propias normas de género, de estructura social. Incluso para nosotros como organización supone todo un reto. Hace falta entender los diferentes contextos locales y hacer políticas inclusivas que sean respetuosas. A menudo, trabajando con minorías étnicas nos hemos dado cuenta de que sólo rascamos la superficie del problema, pero nos cuesta llegar a lo que realmente importa".

La violencia machista en Birmania también supone una lacra. En un país donde los problemas se solucionan puertas adentro del ámbito doméstico, es complicado encontrar voces que denuncien situaciones de acoso sexual, violación y abuso físico o psicológico. "Aquí en Birmania, los asuntos de pareja se solucionan dentro de la pareja, independientemente de que haya violencia o no. Existe la violencia física, que es visible, pero también existe la violencia psicológica, que cuesta más de ver. Este es un debate que todavía no tenemos aquí", asegura Shunn Lei. El otro problema es la falta de una red de confianza para mujeres maltratadas, centros de acogida y lugares donde acudir en caso de violencia machista.

La violencia machista también supone una lacra. Es complicado encontrar voces que denuncien situaciones de acoso, violación o abuso

Los valores patriarcales están profundamente arraigados en Birmania. "Cuando hablamos de poner retos al sistema no lo hacemos desde un discurso de la violencia o en contra de los hombres. Queremos que estas preguntas que nos hacemos con respecto a los temas de género, sean vistas por la sociedad birmana como necesarias y positivas".

Birmania es un país que desde su independencia en 1948 ha sido casi siempre dominado por el estamento militar a nivel político y bajo la autoridad moral de los monjes budistas, dos instituciones lideradas por hombres donde la presencia de las mujeres ha sido mínima, por no decir inexistente. Escuchar la voz de las mujeres en Birmania se presenta como un reto, pero también como la única oportunidad para que un país que empieza a abrirse, siga adelante. Considerarlas unas interlocutoras válidas y tomar en cuenta sus opiniones será fundamental para conseguir una democracia con todas las garantías.

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