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Barcelona: Pornovenganza en la Guardia Urbana

Jueves 20 de abril de 2017

Un subinspector será juzgado por difundir una foto sexual de su expareja, también agente, después de que rompiera con él

Toni Muñoz Barcelona 13-04-2017 La Vanguardia

Un subinspector de la Guardia Urbana de Barcelona será juzgado el próximo 28 de abril por haber difundido una foto de carácter sexual con su expareja, también agente de la Guardia Urbana, para vengarse de ella por haber puesto fin a su relación. En la imagen, que el mando policial envió a todos los contactos de ella, se ve a la mujer practicándole una felación. La Fiscalía y la acusación particular solicitan para él una pena de tres años de prisión por un delito contra la intimidad por descubrimiento y revelación de secretos. El antiguo Código Penal no castigaba la difusión de imágenes íntimas y tampoco se consideró que este fuera un caso de violencia machista. Desde entonces han pasado ocho años. El acusado nunca fue reprendido internamente y fue ascendido en dos ocasiones en la Guardia Urbana pasando de cabo a sargento y después a subinspector. En cambio, la agente después de que se difundiera la fotografía pidió el traslado a otra comisaría pensando que así huiría de los cuchicheos, las habladurías y las bromitas de mal gusto de sus compañeros. Pero no fue así. “Esa es la de la foto”, resuena todavía en sus oídos. La fotografía sigue corriendo por los móviles de los nuevos agentes que entran en el cuerpo policial de Barcelona. La siguen señalando y ella sigue sufriendo ansiedad y baja autoestima.

Cuando María –nombre ficticio– relata la historia se le sigue quebrando la voz y se le saltan las lágrimas. El envío masivo de la fotografía sexual se produjo el 28 de febrero del 2008 después de que ella, de 23 años, rompiera la relación con un cabo de la Guardia Urbana, de 36 años, con quien llevaba saliendo unos meses. Según el relato de la Fiscalía, el acusado, “despechado por la actitud de su novia”, utilizó un ordenador de la comisaría para entrar en el correo electrónico de ella aprovechando que tenía su contraseña. María le había dado las claves como muestra de confianza “ya que él era muy celoso”. Con ese ánimo, envió la fotografía del acto sexual a todos los contactos de su exnovia. En la agenda había familiares, amigos, compañeros de trabajo, policías locales, mossos d’esquadra. Todos la recibieron. La fotografía iba acompañada de un texto con el número de teléfono de María emplazando a cualquiera que recibiera el mensaje a llamarla para que le practicara una felación. Su móvil se llenó de mensajes SMS y de llamadas. “¿Pero qué tipo de gente hay?”, se pregunta ella, indignada.

Consecuencias diferentes

El acusado fue ascendido dos veces; la víctima se vio obligada a cambiar de comisaría

La foto siguió corriendo y ella siguió siendo “la de la foto” fuera donde fuera. En un principio, el acusado le negó a María en varias ocasiones que él fuera el responsable de la filtración. Sin embargo, un día ella le grabó mientras hablaban por teléfono. “Sí, lo envié yo ese correo”, admitió él. “Y cuando lo acabé de enviar me di cuenta de lo que había hecho, estaba encabronado”.

La foto circulaba y ella recuerda como a la hora de comer tenía que soportar las miradas y cuchicheos de sus compañeros mientras se sentaba sola en un rincón del comedor. Fue entonces cuando pensó que la manera de frenarlo era denunciar los hechos para que se supiera la verdad y que los que seguían reenviando la foto tuvieran claro que podían ser castigados. Tampoco pasó nada, la foto siguió corriendo. Y los cuchicheos y las habladurías...

La agente relata con indignación que varios mandos del cuerpo policial se le acercaron para que retirara la denuncia. “Me decían que le iba a arruinar la carrera y que en cambio lo que él me hizo a mi algún día se olvidaría”. Otros mandos le retiraron el saludo. El juicio debió celebrase a principios del año pasado, pero la incomparecencia por accidente de un testigo hizo posponerlo. Ese día el subinspector acusado recibió el apoyo de algunos mandos intermedios que, por tanto, son superiores de la afectada y también de agentes de una unidad que pueden coincidir en el trabajo con la víctima. Algunos de ellos han sido citados como testigos por el acusado para que le apoyen en el juicio. Al suspenderse la vista María explica que hubo agentes que la “esperaron fuera de los juzgados para saber quién era la chica de la foto”. “Hasta que no salí, no se fueron”.

Solicitud de condena

La Fiscalía pide 3 años de cárcel para el mando policial por un delito contra la intimidad

Uno de los aspectos que más le duelen es que “se ha sentido sola en todo este proceso”. Ningún miembro de la Guardia Urbana le dio su apoyo. El acusado le dijo que intentaría arreglar el error. “Él podría haber reunido a las unidades y pedir que dejaran de difundir la fotografía, pero no quiso. No quería que este problema le salpicara”. María cree que la fotografía sexual y el haber denunciado a un mando del cuerpo han frenado su carrera en la Guardia Urbana. En el 2015 pidió un cambio a una unidad nocturna, pasó las pruebas pero su nombre extrañamente desapareció del listado y no obtuvo la plaza. En enero de este año María solicitó ser agregada a otra unidad, pero fue rechazada. Tras pedir una aclaración al Ayuntamiento fue admitida automáticamente.

“Todo son casualidades”, entona con sorna. Además, en su día a día sus jefes le cambian de tarea para evitar que trabaje en la zona de influencia de su expareja. “Lo hacen para protegerme, pero es como si estuviera castigada. La que sufre las consecuencias soy yo y no él”.

La unidad de asuntos internos de la Guardia Urbana tampoco tomó cartas en este conflicto pese a que la víctima era una agente y el presunto autor de la difusión era un mando del cuerpo. “Se reunieron conmigo para reprocharme que hubiera presentado la denuncia ante los Mossos y no ante la unidad de asuntos internos. Pensé que si querían también lo podían investigar”. Hasta la fecha no tiene conocimiento de que se hiciera nada.

María confía en que “la nueva sensibilidad” expresada públicamente por el nuevo Ayuntamiento de Barcelona la ayude a superar la discriminación de la que ha sido víctima los últimos ocho años y que todavía continúa. En septiembre mandó veinte e-mails a la alcaldía y recibió respuesta. El área de Feminismos se interesó por su caso y le proporcionó ayuda psicológica, aunque ella la rechazó. En la contestación que se produjo en noviembre del año pasado, el Consistorio se comprometió a trasladar el caso al Comisionado de Seguridad para someterlo a estudio. Todavía no ha recibido respuesta.

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