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2011 Afganistán: Suicidadas por la sociedad

Jueves 7 de abril de 2011

En Afganistán 8 de cada 10 mujeres sufren violencia de género

Anualmente cientos de mujeres y niñas ven en la autoinmolación la única forma de escapar a su dura realidad

Madrid, 06 abr. 11.

Artemisa/AmecoPress.

A diez años de la caída del régimen talibán, las mujeres afganas siguen sufriendo las consecuencias de la opresión y recurren al suicidio por medio del fuego para escapar a la violencia de género. Gloria Company, presidenta de la ACAF (Asociación de Cooperación para Afganistán, África y América) aporta datos sobre este flagelo que cada año cobra cientos de vidas.

A los nueve años Shanaz, una niña afgana, fue vendida por su padre a un hombre mayor en pago de una deuda de juego. Tras cuatro años de violencia y malos tratos en su nuevo hogar, Shanaz decidió suicidarse. Como muchas otras mujeres y niñas en Afganistán usó lo único que tenía a mano, se roció con petróleo de cocina y se prendió fuego.

Historias como la de Shanaz son comunes en Afganistán. A diez años de la caída del gobierno talibán, la situación de las mujeres y niñas afganas, despojadas durante el régimen de sus más elementales derechos, casi no ha cambiado. Aunque algunas de las leyes que condenaban a las mujeres fueron abolidas, la realidad es que las afganas siguen excluidas del libre acceso a la educación, la salud, la política y la economía y son sometidas diariamente a múltiples formas de violencia.

Según datos de Rawa (Revolutionary Association of the Women of Afghanistan) en Afganistán 8 de cada 10 mujeres sufren violencia de género. El burka, un símbolo para occidente de la opresión del régimen talibán, hoy es usado por las mujeres afganas como protección contra ataques y violaciones.

El 80 % de los matrimonios son forzados y las pocas mujeres que se han incorporado a la educación y la vida laboral lo hacen a costa de correr grandes riesgos. En general, las afganas continúan sujetas a tradiciones arcaicas que las recluyen en el interior de sus hogares, no les permiten salir solas, acceder a la educación, la salud, el divorcio y la elección de sus maridos.

En este contexto, anualmente cientos de mujeres y niñas ven en el suicidio la única forma de escapar a su dura realidad. La autoinmolación por fuego es una de las prácticas de suicidio más comunes. Los informes de la ACAF (Asociación de Cooperación para Afganistán, África y América), una ONG catalana que trabaja en la zona desde 2002, señalan que la mayoría de las víctimas llegan a la autoinmolación como consecuencia de años de violencia doméstica física y sicológica.

Los matrimonios prematuros sin consentimiento de la esposa y la utilización de las mujeres como pago por deudas figuran entre los antecedentes más comunes. Las víctimas son muy jóvenes, tienen entre 15 y 25 años, jamás han ido a la escuela y desconocen por completo sus derechos.

Entre 2006 y 2010, la ACAF llevó a cabo el proyecto Ariana, por medio del cual trabajó en la unidad de quemados del hospital de Herat, la segunda ciudad más importante de Afganistán, ofreciendo apoyo psicosocial a las mujeres víctimas de autoinmolación.

Gloria Company, presidenta de ACAF y directora del programa recuerda: ’La mayoría de las mujeres que llegaba al hospital no sobrevivía, los familiares muchas veces las traían cuando era demasiado tarde, a veces para evitar ser investigados por la policía y otras porque vivían muy lejos y carecían de medios para traerlas. Registramos cerca de 1000 mujeres autoinmoladas, pero suponemos que había y sigue habiendo muchas más. Las que tienen éxito en su empresa mueren en el más completo de los silencios’.

Company y su equipo acompañaban a las victimas en su recuperación, tratando de incidir en las causas que las habían empujado a intentar quitarse la vida, lo cual no era tarea fácil. ’Generalmente, en el hospital las víctimas declaraban que se habían quemado por accidente y que no tenían problemas en sus hogares. Muchas veces descubríamos que no habían intentado suicidarse, sino que el marido o la suegra las habían rociado y quemado y las amenazaban con que si los denunciaban no les darían remedios contra el dolor o que cuando volviesen a casa iban a repetir el ataque. En estos casos acudíamos a la policía, que detenía a los agresores, pero como las leyes afganas los amparan, al poco tiempo salían en libertad.

Nuestro logro mayor consistía en romper con el silencio y desenmascarar a los culpables ante sus vecinos.

Por otro lado, la situación se complicaba porque en Afganistán es muy difícil para una mujer vivir sola, entonces la mayoría de estas mujeres tenía que volver a sus hogares. Por eso trabajamos para fortalecerlas, para que conocieran sus derechos y pudieran de esa manera enfrentar sus problemas’.

Una vez que se recuperaban de las heridas, lo cual podía tardar varios meses, el equipo seguía trabajando con las mujeres en talleres donde les enseñaban a leer y a escribir y a desenvolverse con las secuelas de las quemaduras, que a veces complican de por vida los órganos y la movilidad de las víctimas.

A modo de evaluación, Company destaca las campañas de concienciación que la ACAF desarrolló como parte del proyecto: ’Cuando nosotros entramos en Afganistán, nadie hablaba de la autoinmolación, hoy se ha roto el silencio, se habla de esto en las escuelas y la gente pone el tema sobre la mesa. En la actualidad hay numerosas organizaciones apoyando a las víctimas. Esto ha ayudado a que las mujeres se reconozcan como sujetos de derecho y que en ciudades como Kabul y Herat el número de autoinmolaciones haya bajado notablemente. Pero aún hay mucho trabajo que hacer en las provincias y en los lugares más alejados’.

Las próximas acciones de la organización se orientan en proveer ayuda económica para que las mujeres afganas conquisten un espacio en la vida económica, política y social del país. Para ello, la ACAF se encuentra embarcada en la segunda fase de su proyecto, el Proyecto Mujer por medio del cual gestionan recursos para que maestras, viudas, niños y niñas puedan trabajar, ir a la escuela o simplemente comer.

’Cuando iniciamos nuestro trabajo en Afganistán pensamos que la realidad de las mujeres iba a cambiar más rápidamente, pero no fue así, la situación política sigue siendo complicada, hay muchos intereses en juego y las mujeres junto a los niños siguen siendo las principales víctimas’ concluye Company.

La liberación de las mujeres, uno de los argumentos más utilizados para justificar la ocupación occidental tras la caída del régimen talibán, está todavía muy lejos de ser una realidad. En su lucha por la igualdad las mujeres de Afganistán tienen aún un largo camino que recorrer.

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