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Informe desde Centenario, Neuquén
by Sebastian 3:12am Thu Dec 20 '01

Asi los vivimos aquí Desde mi ventana todavía se escuchan algunos tiros.

En Capital federal arde parte del ministerio de economía, y los enfrentamientos parecen mantenerse alrededor de Plaza de Mayo.

Vemos de vez en cuando pasar alguna bicicleta,o algún coche apurado que por unos instantes ilumina las calles negras de Centenario, un pueblo en las afueras de la capital neuquina.

Cavallo acaba de renunciar, y parece, a esta hora, que lo mismo haría todo el gabinete. La larga marcha de pequeños comerciantes, empleados, profesionales, trabajadores y estudiantes de la capital federal copó la Plaza, el congreso y la casa de Cavallo. Ningún medio de comunicación, ni aun utilizando las cámaras para controlar el tránsito, llega a dar cuenta de lo amplio y extendido del movimiento que ha desatado el presidente con su discurso declarando el estado de sitio.

Pero aquí, en las calles de este pequeño pueblo, las noticias llegaron de forma diferente.

Durante toda la mañana y la tarde, las noticias de saqueos en todo el país, contribuyeron con el sol calcinante para ir calentando el ambiente, y la tranquilidad de la tarde en las casas de abobe o sin terminar se vio alterada por las radios y televisores.

Las noticias traian aires desde Ciudadela, de Rosario o desde Córdoba y La Plata.

Por la tarde, las radios relataban desde Neuquén que los negocios del centro estaban tapiados, y que con la caida del sol comenzaban los primeros saqueos en casi una decena de puntos de la ciudad. Coordinados por el hambre, miles de trabajadores desocupados, familias, niños, enfrentaban sus estomagos vacios contra una policía cada vez más desbordada. En Cipolletti, también a pocos kilometros de aquí, una mujer murió alcanzada por una bala mientras pugnaba por llevarse algo de comida de un supermercado.

Aquí, en Centenario, la noticia comenzó a correr de boca en boca. Los pequeños comerciantes, ya arruinados por la crisis, se dedicaban a cerrar las persianas y reproducian las noticias. Asi funcionan los pueblos, y quizá por eso la gente se iba juntando despacito en la avenida. Eran familias enteras, con los padres al frente. Miraban timidamente desde las esquinas, y una avanzada de unos quinientos espera a unos cien metros del supermercado. Las discusiones se dan en pequeños grupos, y los mas decididos se suman a "los chicos del barrio", que hoy están en la primera linea.

Cambien el nombre de la ciudad, la edad los muertos, la cantidad de habitantes; la imagen es la misma en todos los rincones del país.

Entran los primeros jóvenes. La policía, se sabe, espera adentro. A las primeras pidras contestan los gases, y a la segunda carga de la gente, las balas de goma.

Cada vez que los jóvenes avanzan sobre el supermercado, se suma un grupo nuevo para darle apoyo.

Cuando todos comprueban que la policía está en inferioridad de condiciones, las madres alientan a sus hijos para que avancen, y alguien sale corriendo con el primer paquete. Los manifestantes avanzan, y la policía todavía hace un esfuerzo tirando gases y balas de verdad; parece que la masa va a retroceder, y las familias van a emprender la retirada, pero pasa lo contrario. La gente avanza y la policía ya no puede hacer nada.

Cada uno sale con lo que puede; el hambre necesita de todo, y cualquier cosa que entre en las manos está bien. La mayoría de las mujeres espera afuera y ayuda a cargar las cosas. Los más jóvenes son la vanguardia y hacen bromas con las cosas que se llevan.

"Queremos comer" gritan algunos, y las sonrisas se dibujan en las caras de los muchos que no tienen nada.

La policía espera, y luego, cuando la cantidad de personas comienza a menguar, carga contra los últimos resagados. Los gases no permiten estar en la calle, y algunos dicen que ya están tirando balas de plomo. Las calles oscuras y las vecinas solidarias nos escudan en la noche. Llega el discurso de De la Rua, y el estado de sitio tiene que comenzar a regir en dos horas.

Pero nunca llega. La capital federal estalla en un cacerolazo espontaneo que por si mismo se extiende a cada barrio de la ciudad.

El resto de la historia ya lo conocen.

Aquí, mientras tanto, todavía se oyen algunos tiros aislados, y un coro de perros avisa que el pueblo entero está mirando por las ventanas.En Neuquén también siguen los saqueos y los enfrentamientos hasta la madrugada. A las 10 de la mañana está convocada una marcha por el centro de la ciudad. Nadie duerme tranquilo.

http://argentina.indymedia.org/front.php3?article_id=5030


argentina
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anochecer de un día agitado
dic 2001
imc argentina indymedia