VOZ

El dominical de El Tiempo del pasado domingo 3 de octubre, le regala a sus lectores una encuesta de la Empresa Gallup, obviamente contratada por la Casa Santos, en la cual se "descubre" que "el diario más influyente de país" es El Tiempo y que los columnistas más leídos son los de la familia Santos, que devino con el paso del tiempo (del que sí es dinámico y está en permanente movimiento) en un poderoso pulpo económico editorial con inversiones en prensa escrita, revistas, televisión (con próximo canal propio y accionista de TV cable) y hasta en telefonía celular. Y es un grupo económico de las comunicaciones no hecho propiamente a pulso, sino más bien por haber gozado siempre de las gabelas del poder y de la manipulación de la información al servicio del gran capital industrial y financiero que lo recompensa con generosa pauta publicitaria.

La encuesta debería preguntar más bien, ¿cuál es el diario más oficialista, que siempre está al lado del poder (o mejor, de la facción de este que está al timón del gobierno), que es un verdadero camaleón que cambia de coraza de acuerdo a las circunstancias? No nos convence la encuesta Gallup contratada por El Tiempo para descrestar calentanos como dicen en el Tolima. Quizás, el significado de este pulpo editorial, que hace de una gran verdad una gran mentira o viceversa, debe servir para que en estos tiempos de reflexión y de ejercicio intelectual en el marco del ambiente de diálogo y de paz que se corresponde con serios anhelos nacionales, se coloque el tema de la democratización de los medios masivos de comunicación en la agenda del diálogo para la solución política.

Es imposible hablar de reformas políticas y de renovación democrática del país, sino se elimina la monopolización de la información, siempre al servicio de causas infames y sobre todo al de los oscuros intereses del gran capital nacional y transnacional. Para la muestra un botón: según el diario El Tiempo, cuyos dueños se solazan de que éste es el más influyente en el país, en la realidad de ellos, que siempre es ficticia, no se realizó el 17o. Congreso del Partido Comunista Colombiano. En sus páginas, para bien o para mal, no se registró el importante acontecimiento de una organización que sobrevive a la peor guerra de exterminio del terrorismo de Estado contra partido político alguno en la historia del país, la cual ha contado con solidaridades no sólo en las alturas del poder sino también en la llamada gran prensa.

Sólo cuatro líneas le dedicaron al acto inaugural del evento. En contraste, una carta de León Valencia, dirigente de la Corriente de Renovación Socialista (CRS) a este columnista, en la cual se manifiesta "indignado" por los "ataques" a la señora Liduine Zampolle de Pax Christi Holanda, recibió como quince renglones en la misma sección de bocadillos. A propósito, la carta de Valencia nunca nos llegó, pero ello no es óbice para decirle que es una lástima que se coloque al lado de los anticomunistas, enemigos de Cuba y del socialismo. Y esto nos releva de la cortesía de contestarle la carta si es que algún día la recibimos.