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  nº 41 diciembre 03

El Foro Social de París,
otra oportunidad para visibilizar
el movimiento antiglobalización

Pese a sus muchos fallos y límites, el Foro sigue siendo un espacio de encuentro



DEMETRIO PATOCHO

>> Del 12 al 16 de noviembre, París y sus alrededores fueron el escenario de la celebración de la segunda edición del Foro Social Europeo (FSE). Los FSEs surgieron del proceso de regionalización del Foro Social Mundial, en su edición de Porto Alegre del pasado año. El FSE no nació como una entidad ni un congreso, es un espacio de intercambio y de reflexión colectiva. Para ello, en esta ocasión, hubo 55 sesiones plenarias (con capacidad para unas 2.000 personas cada una), 300 seminarios y alrededor de 700 talleres. Cinco eran los ejes de debate fundamentales sobre los que giraba el programa del FSE, “Contra la guerra, por una Europa de la paz y la justicia, de la solidaridad, abierta al mundo”, “Contra el neoliberalismo, contra el patriarcado, por una Europa democrática y de los derechos sociales”, “Contra la lógica de las ganancias, por una sociedad basada en la justicia social, ecológicamente sostenible y por la soberanía alimentaria”, “Contra los procesos de mercantilización, por una Europa democrática de la información, la cultura y la educación” y “Contra el racismo, la xenofobia y la exclusión, por la igualdad de los derechos, el diálogo entre las culturas, por una Europa que sepa acoger a los/as emigrantes, los/as refugiados/as, aquellos/as que solicitan asilo”.

Además del FSE en sí, también tuvieron lugar otros foros paralelos –con menor asistencia de público–, como los espacios GLAD (Globalización de las luchas y de las acciones de desobediencia), donde se juntaban los activistas de los colectivos No Vox (Sin Voz, es decir los sin papeles, los sin techo, los sin billetes por el transporte gratuito), el espacio desobediente y partes de los medias alternativos; el Metallos, centro de medias alternativos; el Foro Social Libertario (que contó con una feria del libro anarquista) o el Archipiélago de las Revistas (espacio de encuentro entre revistas de Italia, estado español, Francia, Brasil, Portugal...). Espacios donde también se desarrollaron charlas, talleres, debates y encuentros.

Si a todas estas actividades se le suman las culturales (proyecciones de cine y vídeo, conciertos, teatro, fiestas, etc.), el campamento campesino, el foro de las mujeres, etc., hubo de todo para todas las sensibilidades del movimiento de movimientos. Fue una oportunidad para visualizar la diversidad y el colorido que lo compone: centenares de colectivos, de lo más variado (de inmigrantes, ecologistas, campesinos, de solidaridad internacional, contra el SIDA, etc.), mucha juventud, partidos políticos más tradicionales, sindicatos, etc.
Aunque, según la organización, hubo 55.000 personas inscritas en el FSE, calcular la gente que participó en estos foros es muy difícil, entre otras cosas por la dispersión. Además de la localización separada entre los diferentes foros, la organización del FSE dispersó el Foro “oficial” en cuatro ciudades (Ivry, Saint Denis, Bobigny y París). Dentro de cada localidad, además, la celebración de los diferentes actos estaba enormemente dispersa. Cuatro puntos de encuentro distantes en los cuatro rincones de la periferia parisina, recorridos de más de una hora para ir de una conferencia a otra, falta de espacios de socialización y de encuentro fuera del programa oficial...

Sin espacios de encuentro para todos
Según Rafael Lara, de la APDHA, “ello ha dificultado que el Foro se visualizase, cuestión fundamental para la propia dinámica de estos eventos. Además de las conferencias y seminarios, los Foros se miden por el ambiente en la calle, por los actos paralelos, que esta vez estuvieron diluidos y casi ausentes. La característica fundamental del Foro es ser lugar de encuentro, de ágora dicen algunos, entre personas de diferentes generaciones, de diferentes países, de diferente género, de diferente extracción social o cultural... y que por tanto exigen un lugar común, un espacio público, transparente, disponible para todos y a todos.

Desafortunadamente, esto no se ha dado en París, lo que ha motivado un descontento bastante general. El único acto en común fue la manifestación del día 15, que según los propios organizadores del Foro reunió a unas 100.000 personas. La comparación con Florencia (a cuya manifestación se calcula que asistieron entre 800.000 y un millón de personas) fue inevitable. Cada Foro viene a reflejar principalmente la realidad de estos movimientos y su engarce social en el sitio donde se celebra.”

El FSE finalizó con una asamblea de los movimientos sociales de Europa, a la que acudieron unas 1.500 personas, de la que salieron varias propuestas de líneas de trabajo, que deberán desarrollar los grupos y espacios interesados en ellas. Por un lado, se planteó la importancia de enfrentar el proceso de construcción europea en marcha, simbolizado en la constitución ahora mismo debatida por las instituciones europeas, convocando para el 9 de mayo una jornada de lucha y manifestaciones contra la firma de dicha carta magna. Por otro lado, se planteó la fecha del 20 de marzo para la realización de una nueva manifestación a escala mundial contra la ocupación de Irak y la guerra en general.

Valoraciones críticas sobre los límites del modelo FSE
Como valoraciones podemos recoger que el FSE sigue siendo un espacio de encuentro, desde la base y la práctica, entre miles de activistas; un espacio abierto y plural. Ahora bien, muchas voces alertan sobre algunas dinámicas ajenas a la genealogía del movimiento de movimientos. Por un lado, la presencia machacona de las grandes estructuras políticas europeas (Attac, los partidos trotskistas, etc.), que monopolizaron la organización del evento, exacerbando la tendencia a la lucha intestina por la hegemonía. Esto explica, quizás, la diferencia entre la riqueza de los y las presentes, de las temáticas, y lo rígido y limitado de las formas de debate. Los seminarios –en realidad charlas de las grandes figuras públicas (Ramonet, Negri, Bové, etc.) en las que el público estaba limitado a escuchar pasivamente–, tomaron enorme centralidad, frente a espacios más reducidos pero más participativos. Los foros han de ser espacios de discusión, de confrontación de argumentos y planteamientos, y no sólo de negociación de acuerdos y pactos de mínimos. Sobre todo si estos no se alcanzan de una forma muy clara.

Por ello fue difícil escuchar, sobre todo en el FSE, discursos nuevos, fuera de la repetición de obviedades (por ejemplo, en el tema de la guerra) que no aportan mucho a los militantes, aunque quizás sí al “ciudadano medio”. Buena parte de los debates parecían encajonados en los limites marcados por las propuestas de la izquierda “socialdemócrata”, con ATTAC a la cabeza, y la extrema izquierda tradicional, todavía a la búsqueda del gran partido revolucionario. Lo que conllevó una marginación de los espacios más conflictivos en pos de una imagen de respetabilidad ante “la opinión pública”. Demasiado presente estuvo el telón de fondo del impacto político del movimiento antiglobalización a nivel electoral.
Todo esto no se hizo sin tensiones. Por ejemplo, los medias alternativos y críticos con Attac fueron, muy pocos días antes del inicio del FSE, expulsados del centro de medias, teniendo que montar, a toda velocidad y sin apenas infraestructuras, un media center alternativo, lo que dificultó enormemente su visibilización. Con ello, en esta ocasión no hubo un espacio abierto, plural, común y central para la comunicación –con la centralidad que esta tiene actualmente–, que permitiese visibilizar la pluralidad y la carga de conflicto social del movimiento de movimientos, como ocurrió en Florencia. Eso es un mal precedente, y no fue el único. Así, quedaron relativamente marginadas temáticas como las televisiones locales, el software no propietario, la lucha contra las patentes en la telemática, etc.

Esto ayudo a que buena parte de las propuestas más innovadoras quedasen fuera, y que las múltiples acciones quedasen relativamente aisladas. Lo que chocaba con la importancia de dichas luchas, como la de los inmigrantes que ocuparon una sede de Air France y estuvieron bien presentes y visibles durante la manifestación del día 15. O la de los y las precarios del mundo del espectáculo, que ya este verano protagonizaron, en Francia, duras huelgas; y que durante el FSE llevaron a cabo numerosas acciones, como las ocupaciones del parlamento interrumpiendo una sesión, o la de un plató de televisión, con lectura de comunicado incluida, durante un programa en directo, o una manifestación durante la supuesta firma de un pacto...

Un espacio todavía interesante
Pero pese a todos los límites y deficiencias, esta segunda edición del FSE ha vuelto a suponer una consolidación de las redes, de las alternativas... Profundizar en esas posibilidades y en su articulación es un buen reto. Aunque se ahonde la distancia entre “la base”, la multiplicidad de activistas, territorios y espacios, y los grandes aparatos, está por ver si esta tendencia (en dos años es muy pronto para plantearlo como un hecho inamovible) no es pasajera, consecuencia de las características propias al lugar donde se ha reunido el Foro –es evidente la importancia, en Francia, de Attac y la Liga Comunista–. Los seminarios no fueron los únicos lugares para el intercambio de propuestas: no convendría tirar por la borda los miles de contactos y redes que se tejen de forma descentralizada y sin control alguno.

Porque antes de caer en el lamento sobre las posibles “recuperaciones“ e “integraciones”, y pasar a la condena, hay que pelearse el seguir participando en unos espacios comunes a todos, en los que los discursos más críticos tienen también su lugar central y audiencia, y que permiten una enorme visibilización y difusión. No nos dejemos arrinconar y (auto)encasillar en la etiqueta de marginales y utópicos con tanta facilidad. Entre otras cosas, porque los grandes aparatos sirven para organizar los eventos, pero no tienen capacidad de generar, ellos solos, propuestas nuevas y atractivas socialmente de intervención y de conflicto. Siguen dependiendo de los movimientos de base y cercanos a la realidad social, a los entramados y redes locales más activos.

 

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