Cuando hace ya 75
abriles, el 14 de 1931, se produce la proclamación de la II República
existe ya en Euskadi una amplia conciencia a favor del autogobierno vasco,
consecuencia lógica de los sucesivos fracasos obtenidos por los vascos en
las diferentes negociaciones habidas con el gobierno español tras el final
de la primera y segunda guerra carlistas. Dicha frustración política y
social va a originar en Euskal Herria a partir de 1876 una corriente cada
vez más contraria a tener contactos con los partidos y fuerzas políticas
españolas adoptando por reacción una línea política propia a través de
un partido que asumiera los intereses del País Vasco como tal. Se inicia así
un procedimiento de búsqueda de las esencias y de rasgos propios. Y sobre
todo de la lengua y la cultura vascas, del euskera y de lo de aquí. Uno de
los principales promotores de este pre-nacionalismo fue el navarro Arturo
Campión. Este pre-nacionalismo se caracteriza, por una contraposición
entre política vasco-navarra y política española, contraposición entre
la concepción del País Vasco como nacionalidad con la lengua propia y un
pasado de independencia política añadida a un enfoque historicista
mediante la utilización de una literatura post-romántica que funde
historia, leyenda y apología del mundo rural y que condena en términos
integristas el liberalismo y el naciente movimiento obrero. Sabino Arana,
fundador del PNV, abogado nacido en Bilbao en 1865, hijo de carlista, va a
ser quien va a modelar el nacionalismo vasco en 1892 en Bizcaia por su
independencia, las bases ya las tenía sentadas en el prenacionalismo
citado.
En el momento en que se proclama la República española en abril de 1931,
el PNV que tiene una gran implantación particularmente en Vizcaya y
Gipuzkoa viene propugnando desde años el autogobierno de la nación vasca
de la mano de un Estatuto de Autonomía para Euskadi. En la proclamación de
la II República española el PNV está perfectamente preparado y decidido
para lanzar todos sus esfuerzos en pro de la consecución de tal Estatuto.
Así, la actividad política en pro del Estatuto se va a extender a tres
frentes: la movilización popular, la colaboración entre los ayuntamientos
y las fuerzas políticas, y el trabajo de colaboración técnica de los
especialistas vascos. El trabajo se inicia con un extraordinario entusiasmo
por parte de todas las fuerzas: el 17 de abril, tres días después de
proclamada la República, se reúnen los ayuntamientos vizcaínos en Gernika
para «reconocer la República como expresión legítima de la voluntad
popular» y «solicitar un gobierno republicano vasco vinculado a la República
española». La respuesta por parte del gobierno de España no se hace
esperar al indicar que el Estatuto debe salir de las Cortes. Los municipios
vascos no se arredran, y con fecha de 8 de mayo solicitan de la Sociedad de
Estudios Vascos que elabore un anteproyecto de Estatuto. Anteproyecto que se
elabora en un tiempo récord y que con fecha de 31 de mayo se entrega en la
Comisión de Municipios Vascos.
Su declaración preliminar expresa ya bien a las claras el espíritu que
acompaña al nacionalismo vasco, representado por el PNV, a la hora de
configurar un status para Euskadi: «se declara que el País Vasco
constituye una entidad natural y jurídica con personalidad política
propia, y se le reconoce como tal el derecho a constituirse y regirse por si
mismo como Estado Autónomo dentro de la totalidad del Estado Español». Al
gobierno español no le gustaba que la iniciativa autonómica partiera de
los ayuntamientos, y no de las Cortes, ni que bajo ningún concepto se
estableciese una soberanía originaria a los entes autónomos, considerando
así la soberanía del Estado como delegada, sino todo lo contrario. La
soberanía debería radicar en el Estado, quien delegaría después una
serie de competencias a los entes autónomos. La desdichada enmienda a las
relaciones de la iglesia-estado (Prieto: «no permitiremos un Gibraltar
vaticanista»), favoreció notablemente a los intereses del gobierno.
Posteriormente, 420 alcaldes vascos marchan a Madrid, entregando al
presidente de la República Niceto Alcalá Zamora el proyecto de Estatuto
llamado el de Estella. El viaje va a ser totalmente inútil: en las sesiones
del 22 al 25 de septiembre se aprueban los artículos del Titulo 1 de la
Constitución, en virtud de los cuales la estructura y los principios
generales del Estatuto de Estella son contradictorios con la Constitución.
En Decreto de 8 de diciembre de 1931 se establece la obligatoriedad de que
la redacción de los proyectos de estatutos deberá acomodarse
necesariamente a la Constitución. Consecuencia, la minoría vasco-navarra
retira el proyecto y así el Estatuto de Estella decae. Tras la proclamación
de la República en 1931, el gobierno ordenó mediante decreto de 21 de
abril de 1931 que cada gobernador civil nombrase unas Comisiones Gestoras
que deberían hacerse cargo de las diputaciones provinciales hasta que se
celebrasen las elecciones correspondientes. El PNV se había opuesto a la
formación de tales gestoras, apostaba por los municipios. Sin embargo y
tras la aprobación de la Constitución española, el Partido Nacionalista
Vasco cambia de postura. Sin embargo la derecha tradicionalista aliada
supuestamente al PNV lo que en realidad perseguía era acabar con la República
y volver al status anterior, siendo sus reivindicaciones autonómicas un
mero cebo para obtener apoyo del PNV. El conflicto que rompería la alianza
PNV-derecha tradicionalista se dio con motivo de la elección de Alcalá
Zamora como presidente de la República, elección que fue apoyada por el
PNV, y no así por las fuerzas reaccionarias. Ello suponía por parte del
PNV una aceptación tácita del régimen republicano, cuestión inadmisible
para la derecha tradicionalista y a partir de este momento la reacción monárquica
y tradicionalista se va a convertir en uno de los más acérrimos enemigos
del Estatuto vasco, y de toda reivindicación nacional vasca.
A su vez, también se da un cambio de postura en las Comisiones Gestoras que
hasta entonces habían mantenido una postura reticente con respecto a las
reivindicaciones estatutarias. Así pues, en enero de1932 se convoca una
reunión entre las Comisiones Gestoras y una representación de los
municipios a fin de elaborar un nuevo proyecto de estatuto acorde con la
Constitución del Estado. Se nombra una comisión encargada de redactar el
proyecto, la cual termina sus trabajos con la fecha 11 de marzo de 1932. Así
llegamos al 19 de junio de 1932, fecha en que se reúnen en Pamplona todos
los municipios vascos a fin de aprobar dicho proyecto. Proyecto que es
aprobado mayoritariamente en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, pero no en Navarra.
109 ayuntamientos votan sí, 123 no y 35 se abstienen. Posteriormente se ha
demostrado que Navarra realmente dijo SÍ al Estatuto ya que varios
comisionados de diversos ayuntamientos navarros votaron en contra del
proyecto, aun cuando su corporación municipal respectiva había dado el
voto favorable al mismo. El PNV trata entonces por todos los medios de
continuar adelante con el proyecto, eso sí, acomodándolo a la nueva
situación. Este proyecto de Estatuto es aprobado mayoritariamente por una
proporción de 411.756 votos favorables, 14.196 negativos y 357 en blanco.
Nada impedía por lo tanto en teoría la rápida promulgación y puesta en
vigor del Estatuto Vasco. Pero no ocurrió así, ya que en las elecciones
legislativas celebradas en el España en noviembre de 1933, las fuerzas de
la derecha resultaron mayoritarias produciéndose un cambio total de la
situación al iniciarse el llamado Bienio Negro. Durante dicho período la
situación entre los nacionalistas vascos y el gobierno en el poder se hace
cada vez más tirante, llevándose por parte ciertos sectores de la derecha
una auténtica política no sólo antiautonomista, sino incluso antivasca.
Lo cierto es que el proyecto permanece en el olvido, olvido del que no saldrá
hasta el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936. Con dicho triunfo y
el mes de abril vuelve a presentarse el proyecto de Estatuto en las Cortes.
En julio de 1936, la comisión concluye su dictamen. El 7 de octubre de 1936
se acuerda en plena contienda civil la ley aprobatoria del Estatuto de
Autonomía para Euskadi. Pronto por lo tanto se cumplirán 70 años. Con la
victoria de las tropas franquistas, con el triunfo de los golpistas, se
produjo la destrucción de raíz de todo vestigio relativo a las
reivindicaciones vascas. Así, El Decreto de 1937 declaraba a las provincias
de Gipuzkoa y Bizcaia traidoras.
El nacionalismo vasco personalizado sobre todo en el PNV apoyó la República
legalmente constituída, apoyó la legalidad democrática y constitucional,
se opuso con los medios de que disponía a los golpistas, sus gudaris
voluntarios murieron en el frentes y ante los paredones, sufrió durante 40
largos años el zarpazo del fascismo, resistió en la clandestinidad a la
dictadura, guardó el testigo de la libertad y del autogobierno y escribió
así con letras de oro en el libro de la historia su carácter profundamente
democrático, radicalmente a favor del autogobierno de Euskadi y de la
construcción de la nación vasca y frontalmente antifascista, «dena eman
behar zaio maite den askatasunari». Desde estas líneas un emocionado
recuerdo a todos aquellos gudaris que sufrieron y resistieron, y que pagaron
con sus vidas su coherencia democrática y su lealtad para con la libertad.