De nuevo la Iglesia y lo que queda

 

Víctor Guerra García 

20 de Noviembre 2004

 La cogolluda España, llena de supernumerarios y  neo-catecumenales, va poblando nuestra faz de toro de salmodia levítica,

bien entonado el cántico de la liberación, bien queriendo una iglesia más pobre y en comunión con todos, presentando su cara más amable, cuando no la ardorosa batalla en la que ahora estamos enfrascados,  y así va salpicando instituciones, medios de comunicación, emisoras, y colegios con ese "querer en comunión con el otro", tan falso como levítico, en cada momento y en cada lugar.

 Pero la iglesia tiene esa peculiaridad dos manos, dos caras: la izquierda y la derecha, que una no sepa lo que hace la otra, aunque todo responde a la cabeza que manda, templa y ordena, por eso también tiene esa mano derecha que
representa  la  curia recalcitrante a troche y moche, que despliega con suavidad vaticana sus crucifijos y anatemas, que puja y empuja, desde su talante inquisitorial relinchando de  peregrino orgullo sus decapitaciones y descalificaciones y entonando  el cotidiano axioma  de  su existencia con ese característico  "cristianos somos y en el camnio nos encontraremos". 

Cada día se dedica una página más en la prensa diaria,  ya sin descaro,  al fenómeno cristiano, bien a través de  cánticos y mensajes  de curas progres,  o anatemas y jaculatorias de rancios bonetes eclesiales, pero al fin a la postre todos a una arropan la idea, levantan la piedra y esconden la mano, aunque con la boca pequeña piden más religión en las conciencias, y la renglón seguido o bien en el confesionario  o en la progresista confesión pública amordazan  la conciencia y  aprietan sin temor las atormentadas almas de los españolitos de a pie y del gobierno para que la religión se convierta en Cid Campeador de nuestras materias. 

De nuevo como en los mejores tiempos tenemos, no solo curas en los hospitales y  en  la milicia, sino que además campean de nuevo por nuestras escuelas,   de nuevo las sotanas y las cogullas, casullas y ropajes telares aparecerán  pidiendo y exigiendo para las evaluaciones escolares: el Credo, las virtudes teologales o el María Santísima en verso.  

Ya no valdrán esos catequistas que en estos tiempos pululaban por nuestras escuelas  pluridiversos, ambidiestros y de floja presencia, ahora es muy posible que una vez ganda la batalla ocuparan a buen seguro su puesto  perfilados hombres de fino temple, que serán  los encargados de meter a la LOGSE o a quien haga falta en cintura, de hundirle  el cuarto de varas, hincando  el rejón de nuestra santa madre iglesia, espíritu que todo lo convoca, hasta el mismo tuétano de nuestra particular idiosincrasia y rabiosa indisciplina.

Los laicos, pasábamos de religión, de curas y monjas, de iglesias y comunidades de base, de Prelados y viajes papales, y  mientras entonábamos el canto de la cigarra republicana  la trabajadora hormiguita clerical de suave y aterciopelada
voz, de patita pintada de cordero celestial,  ha ido tejiendo su densa red y maraña de lobezno hambriento, hasta concluir en este estadio,-  justo  en el momento en que esta España dormita en placido adormilamiento ideológico-, para 
meter la religión en cuanto intersticio se pueda,  y como no  el cristianismo católico  en las cazuelas institucionales y europeas.  

 Y ahora nos quejamos de que vuelve el catecismo, de que los chavales para pasar de curso la religión han de aprobar, 

hasta se nos habla de religión laica como alternativa, igual ha sido una equivocación, pero por si acaso al hilo debemos
de estar,  sino queremos vernos metidos de nuevo en otro lío, pues ya se sabe que camarón que duerme se lo lleva 

la corriente... 

Como me duele esta España lánguida y quejosa, de ojerosa mirada bovina, incapaz de increpar, y de salir a la palestra,  mientras otros le quiebran las astas, para hacernos  doblegar el corvejón con la humillante rodilla en tierra.

Aasí vemos renacer el impasible ademán imperial;    a golpe de ukases de nuevo se levantan eremitorios en los ministerios, sociatas progres que en sus tomas de posesión de cargo se rodean de bonetes de alta alcurnia cardenalicia..,  visto
esto que podemos esperar .Volvemos a las viejas genuflexiones, a los catecismo del Ripalda, pues bien parece que  cada españolito parece llevar un cura dentro, y sino al tiempo.

Como envidio aquellos prohombres del siglo XIX, los Pi y Margall, los Nakens, los comecuras de aquellas témporas que eran capaces de poner en pie periódicos como  Las Dominicales del Librepensamiento, o dar cuánta batalla hubiera,
organización a organización, ateneo a ateneo, panfleto a panfleto.

 Hoy nos quejamos y pedimos como laicos  dejar todo eso  de la religión a la intimidad del hogar y de la familia, mientras otros caminan sin  desmayo, levantada la voz y la cerviz, recuperado el ademán   y entornando sin complejo
alguno en la escuela y el Ministerio eso de: Dios te salve María, y como dice Diógenes mi amigo del alma en la mañanas de pan y chorizo: Que dios nos coja confesados

 
Victor Guerra García


 

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