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  No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia. Juan  Carlos «El Rey»

Por un Estado Laico. 

Eduardo Calvo García (UCR)

Intervención de Eduardo Calvo García, vicepresidente de Unión Cívica por la República, en el coloquio que tuvo lugar durante la XXIX Edición de la Fiesta PCE

He venido, con ocasión de la fiesta del PCE, con la inmensa dicha que me produce el poderme dirigir a unos buenos amigos, siempre comprometidos en la lucha por las libertades y la dignidad del ser humano; he venido para hablar de Laicidad; estoy aquí para hablaros sobre todo, de la urgente necesidad que los españoles tienen de ella. Pero quiero adelantar que no estoy aquí para hacer juicios de valor, censuras o reproches a otros grupos diferentes a UCR, he venido con la intención de haceros comprender que la Laicidad no la alcanzaremos nunca si seguimos por los ambiguos derroteros por los que estamos deambulando.

La Laicidad no es la redacción de una Constitución para un templo profano. La Laicidad es una forma de ser, una conducta individual y un modo de vivir en una sociedad civil y democrática en paz, que se ha ido forjando en el transcurso de la historia de la humanidad. Ella se basa sobre dos pilares: la libertad absoluta de conciencia y el estatus civil que representa la separación de las Iglesias y el Estado. Laicidad no es sinónimo de libertad religiosa; ella acepta el derecho a creer o no creer en Dios; lo que no tolera es que los creyentes ocupen más espacio público que aquellos que no lo son. La Laicidad diferencia rotundamente el universo público del universo privado. La laicidad no consiente asalariar, favorecer o privilegiar a ninguna confesión religiosa. Como fuente de principios emancipadores, la Laicidad incide principalmente en la escuela; en la instrucción de los niños. La Laicidad mantiene firmemente, que la Instrucción debe ser pública, de calidad, obligatoria y a cargo del Tesoro Público; nunca dice que es gratuita porque al igual que todos los servicios públicos esenciales para la sociedad, la pagan los ciudadanos solidariamente con sus impuestos. En este sentido, la Laicidad insiste con firmeza en que a los escolares sin exclusión les sean proporcionados todos los medios científicos y humanísticos necesarios, para que lleguen a ser en el transcurrir de su existencia, ellos mismos y responsables de su destino. Para la Laicidad la escuela laica es un espacio público donde debe estar ausente toda condición de hecho y cualquier compromiso político, social, religioso o económico, aunque este último venga disfrazado de cultural, puesto que es en ella donde se tienen que forjar los futuros ciudadanos de una República libre, solidaria y fraternal.

La Laicidad es consustancial con la República. No se la puede parcelar, debiendo estar encuadrada, escrupulosa e íntegramente, en todos los campos políticos, sociales, económicos, científicos y culturales del Estado republicano puesto que en ello va su propia existencia, la de la Democracia y la de la misma República.

En ningún caso va a ser fácil implantarla en España, porque han sido más de catorce siglos de oscurantismo, superstición y alienación católica, los que han dominado las conciencias de sus habitantes.

Queridas amigas y amigos claramente hay que admitir que metafóricamente a los españoles la milenaria Alianza del Trono y el Altar los ha tratado siempre como a champiñones; los ha mantenido sin solución de continuidad dentro de la oscuridad de las cavernas, alimentándolos con mierda.

En este sentido se debe afirmar que hasta que en España no esté proclamada la III República, todos los intentos voluntarios o voluntaristas que se hagan para su implantación serán baldíos y mucho más si se la intenta parcelar queriendo introducir únicamente y por la puerta de atrás de la Constitución de 1978, un asunto tan sensible como la educación.

Para los que quieran establecerla en España, la labor va a ser ardua, difícil y peligrosa porque la Iglesia católica es la bestia a la que nos tenemos que enfrentar, y ésta es como tal, perfectamente comparable con un rinoceronte; animal tan fiero, monstruoso, poderoso, peligroso e inteligente que no se le puede dominar haciéndole cosquillas y mucho menos si se hace paulatinamente sobre uno cualquiera de sus diferentes flancos; tiene que hacerse sobre todos a la vez cubriendo su inmensa mole con la red democrática que significa la Laicidad. Si se le deja un solo trozo de su piel sin cubrir, estar seguros que se revolverá contra nosotros y continuará dominando la situación con la saña que le caracteriza.

Queridos amigos: cuando se habla de Laicidad no se está hablado de si religión sí o religión no, se está hablando de política y consecuentemente se debe mantener el principio laico referente a que la Laicidad nunca fue, no es, ni puede ser el resultado de negociaciones evolutivas entre grupos.

Que nadie piense que con manifiestos, congresos, cartas a ministros, a parlamentarios u obispos reclamando la laicización de algunos derechos civiles por separado o un Estado laico en su conjunto se va a conseguir la implantación de la laicidad en España, porque es políticamente imposible ya que un conjunto de acuerdos internacionales entre el Reino de España y la Monarquía Vaticana conocido como Concordato lo impide.

El 3 de enero de 1979, a los seis días de la entrada en vigor de la Constitución de 1978 se firmó en el Vaticano el mencionado conjunto de acuerdos internacionales que configuran el Concordato de 1979 entre el Reino de España y la Iglesia católica por medio del cual España regula sus relaciones con esta confesión religiosa.

El sistema constitucional español se fundamenta en la neutralidad del Estado, pero al mismo tiempo, en el mandato de cooperar con las confesiones religiosas, entendiendo por tanto que entre los objetivos del Estado se encuentran el apoyo y cooperación con las religiones para que estas desarrollen sus actividades confesionales y no confesionales. Y además se debe tener en cuenta el siguiente dato: el artículo 16 de la Constitución de 1978 señala que “los poderes públicos mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”. Esta mención explícita a la religión católica en tanto que perturbadora del eje básico de la visión constitucional en torno al principio de libertad religiosa y de culto debe ser considerada como una declaración de “confesionalidad sociológica” del Estado.

Contrastados estos referentes desde el punto de vista republicano laico es justo sospechar de unos tratados internacionales que empezaron a negociarse en 1976 al margen de la Constitución del 78 por políticos franquistas pertenecientes a la Asociación Católica Nacional de Propagandistas que han caído sobre dicha Constitución como una pesada losa y que se imponen sobre toda su legislación comprometiendo internacionalmente al mismo tiempo la voluntad del Estado al generar responsabilidades por su incumplimiento.

Con el Concordato de 1979, sustituto del de 1953, la Monarquía española y los partidos políticos dinásticos cooptados que la apoyaron y encumbraron voluntariamente, hipotecaron España ya que dicho Concordato tan sólo puede modificarse con un nuevo acuerdo entre el Reino de España y el Vaticano y que el mismo no prevé la posibilidad de renuncia unilateral, haciendo nula cualquier ley o disposición normativa de rango inferior contraria a sus disposiciones. Los tratados entre el Estado español y otros estados u Organizaciones Internacionales adquieren en España el rango de Ley Orgánica. El Artículo 96 de la Constitución del 78 dice: “los tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones solo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios Tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho Internacional”. A ver quién les quita a los curas lo que les ha sido concedido por Ley , venga ésta de donde venga.

Lo del matrimonio entre personas del mismo sexo puede ser, y esperemos que no, una cuestión ilusoria en tanto que ha sido autorizado por medio de una Ley de reforma del Código Civil; Esperemos, repito, que no nos caiga otra vez el PP con mayoría absoluta parlamentaria y la quiera cambiar.

Queridos amigos, querer implantar en España un Estado laico en las condiciones políticas, sociales y económicas que padece, equivale a una revolución social que como tal, resulta inviable ya que sus individuos y las sociedad en su conjunto llevan desde hace siglos muy grabadas en sus conciencias unas ideas, unos dogmas, unas costumbres y un modo de vida muy difíciles de erradicar.

La única vía posible sería una revolución política para conseguir el poder ya que sólo desde éste y una vez establecida la correlación de fuerzas, se puede cambiar la sociedad. Pero una revolución política solo se puede llevar a efecto cuando a una amplia mayoría del pueblo se le note en el semblante la alegría y el deseo de querer cambiar las instituciones del Estado que le está oprimiendo y esclavizando.

Los republicanos tenemos dentro de nuestros corazones y mentes de demócratas militantes todo el catálogo de estulticias con las que la reacción, representada por la Iglesia católica, la Corona, el Ejército, los Grandes de España, los grandes terratenientes, la gran banca, los plumillas cooptados, los pseudo historiadores apesebrados y todos los trepas pelotilleros que en España son legión, ha hecho de este país el más surrealista del mundo.

Bien explicado este catálogo y sus contrapartidas desde la mayor cantidad de foros posibles, podría convertirse en la espoleta necesaria para que el pueblo español se alzase en contra de sus verdaderos enemigos que no son otros que los anteriormente citados.

Desde hace unos años para acá, han proliferado, por las calles y plazas de España, verdaderas manifestaciones masivas convocadas por organizaciones políticas republicanas en las que se enarbolaban banderas tricolores y se mostraban pancartas alusivas a infinidad de deficiencias democráticas, incluida la Laicidad. Pero en estas manifestaciones se ha notado mucho la ausencia de organizaciones netamente laicas con sus pancartas en ristre.

Queridos amigos, insisto que cuando se habla de Laicidad se está hablando de política y que la Laicidad es consustancial con la República; Sin República no puede haber ni Democracia ni Laicidad; y sin Laicidad no puede haber ni Democracia ni República.


¿Saben Uds., queridos amigos, por qué están tan atrasadas en España las cuestiones republicanas, federalistas y laicas?. Porque cada partido, grupo, organización o asociación de carácter republicano, federal o laico va por su cuenta ofreciendo, casi siempre a convencidos, unos postulados que para la sociedad desconocedora y alienada en otras direcciones son un galimatías y como tal, nada serio ni creíble y cuando no, muy sospechoso.

Y ¿saben Uds. cómo se podría enmendar definitivamente el cuadro?. Trabajando todos en la misma dirección que no es otra que la III República española, federal y laica; Debiéndose añadir, en este sentido, que no conduce a nada positivo, políticamente hablando, andar por esos caminos de España cada uno por su lado, cargado con unas alforjas llenas de papeles escritos con propuestas exclusivistas. Queridas amigas y amigos, sin republicanos no puede haber República; sin federalistas no podrá haber una República federal y sin laicos no alcanzaremos una República laica. Cohesionemos las idas y los esfuerzos para ofrecérselas conjuntamente a los españoles porque si no lo hacemos así, no tendremos nunca ni Laicidad ni federalismo ni República.

¿Es que no han notado Uds. la falta de voluntad política, y en su caso cívica, de las organizaciones que reclamamos un Estado laico, al no haber convocado entre todos una manifestación masiva para contrarrestar a la de los obispos y meapilas de hace unos meses?. Si esta manifestación no se convoca a la mayor brevedad posible, la sociedad española caerá en la cuenta, si es que ya no lo ha hecho, de que somos verdaderamente cuatro y que lo que ofrecemos es humo

Señoras y señores, al traje de la católica Monarquía española se le están reventando todas las costuras; A sus partidos políticos ya nos les quedan ideas positivas para los españoles, todas sus proclamas están basadas en el miedo o en el terror propio y ajeno para mantener amedrentado al pueblo; no son capaces de solucionar de una vez para siempre los verdaderos problemas que tiene España como son la mastodóntica corrupción institucionalizada, las desigualdades, la distribución solidaria de la riqueza, los salarios y pensiones de miseria, el empleo precario, las jornadas laborales propias de esclavos, el desmantelamiento de los servicios públicos en favor de las empresas privadas, en especial la sanidad y la enseñanza, el delirio por las obras civiles innecesarias y la gran tragedia que supone para los españoles la vivienda al haberse convertido en una de las más caras del mundo; y no pueden porque hace 30 años firmaron, en tanto que cooptados para tal efecto, un cheque en blanco a favor de los de siempre: la Iglesia católica, el Ejercito, las oligarquías financieras, los grandes terratenientes y el substrato político franquista subyacente que los alimentaba, y sigue alimentando, políticamente. Ahí están todas las familias franquistas “impasible el ademán y pendientes de su afán”, que no es otro que el de tener humillados a los españoles.


No más vilipendio clerical – No más Borbones – VIVA LA III REPÚBLICA.

 

 

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