Queremos Gobiernos sin "Bonos Religiosos"

Francisco Cuberos García

 Hay una solución perfectamente constitucional para garantizar el derecho que asiste a los padres que quieran educar a sus hijos según sus propias convicciones religiosas y morales, tal como expresa el artículo 27.3. de la Constitución: que se sirvan del artículo 27.1. (libertad de enseñanza) y el artículo 27.6. (libertad de creación de centros docentes)... Pero el Gobierno no lo ve. Y la iglesia católica no quiere verlo. 

“Ver” significaría caerse del caballo a las puertas de Damasco: los Acuerdos con el Vaticano de 1979 son inconstitucionales y la Ley de Libertad Religiosa, lesiva y discriminatoria para los que “no creen” pero tienen ideas tan respetables y dignas de protección como las religiosas... Pero la iglesia católica no lo ve. Y el Gobierno no quiere verlo. 

Por no sabemos qué “ingeniería constitucional”, en la nueva propuesta del MEC, aquellos padres que no hagan uso del derecho contemplado en el artículo 27.3. seguirán viéndose obligados a que sus hijos cursen unas alternativas inútiles y difusas a las enseñanzas religiosas o, como mal menor, a solicitar individualmente la exención a las mismas (si el Consejo de Estado lo permite). En fin, nuevamente el limbo, y sólo por no hacer uso de un derecho que ya bastante “obligación” supone el respetarlo... Pero el Gobierno no lo ve. Y la iglesia católica quiere verlo. 

- Papá –le dice un niño a su padre-, estoy leyendo los papeles de la matrícula del cole, tengo dudas y hay cosas que no entiendo. 

- A ver –contesta el padre solícito-, pregunta

- ¿Qué religión tenemos? 

- Ninguna

- ¿No éramos católicos? 

- Sí, pero eso fue hasta que me tocaron los cojones, nunca mejor dicho, los obispos.. 

- ¿Y mamá? ¿No era católica mamá?... 

- Sí, pero a ella también le tocaron los... Otra cosa, a tu madre le tocaron otra cosa. 

- Pues entonces me tendré que apuntar en la alternativa. 

- ¿Qué alternativas hay? –le pregunta el padre- 

- No hay alternativas. Hay una alternativa, UNA –repite el hijo, alzando un poco la voz-. 

- ¿Cuál? 

- Trabajos manuales, “trabajos manuales religiosos” –lee, no sin cierta dificultad-; dice aquí: para que sea “e-qui-pa-ra-ble”. 

- ¿Qué significa “equiparable” papá? 

- Lo que te dije antes: que te están tocando los cojones. 

- Que te toquen los cojones no es bueno... ¿verdad papá? 

- No, Juanín, no es bueno. 

- ¿Entonces qué hacemos?... –unos minutos de silencio encuentra otro papel y lo lee-: “SOLICITUD DE EXENCIÓN DE ALTERNATIVAS”... ¿Qué significa “exención” papá? 

- Los cojones, Juanín, ya te digo, los cojones... 

A todo esto, la televisión está puesta y suena la voz de un ministro: “ Si lo hago así es porque entiendo que hay que trabajar por la concordia y cerrar las heridas que nos separan; por ello me parece perfecto que dos ciudadanos españoles que se vieron enfrentados en el pasado, uno luchando junto a Franco y los nazis y otro junto a los republicanos y por la democracia, desfilen juntos y no entiendo que se me critique cuando estoy tan absolutamente encantado de haberme conocido...”

 - ¿Quién es ese tío papá? 

- Da la impresión que “Jesucristo” 

- ¿Y qué ha dicho ese tío? 

- Pues habla de “Jesucristo y los dos ladrones, el ladrón malo y el ladrón bueno”. 

- ¿Eso es religión, verdad papá?

 -  No Juanín, eso también es tocarte los cojones.

 MORALEJA: “TODOS SEREMOS HERMANOS, PERO ALGUNOS QUIEREN QUE ADEMÁS  SEAMOS PRIMOS”.

 Pero el Gobierno o no lo ve, o no quiere verlo...

 Francisco Cuberos García

 

 

  

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