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La objeción de
conciencia religiosa como arma de control político
José María Chacón
IzaroNews 18 de Octubre de 2006
Titula hoy La Razón, a
toda plana, que un sector del CGPJ, ya sabemos cuál, “apoya la objeción de
conciencia en las bodas gay”. Según el señor Requero, uno de los vocales del
sector ultraderechista del CGPJ, “es legítimo no cursar los expedientes por
motivos religiosos”.
Imagino lo que muchos de ustedes, espero, estarán pensando ante estas palabras.
Yo lo comparto. Sin embargo creo interesante hacer un pequeño trabajo de hermenéutica
para ir un poco más allá, e intentar desentrañar qué forma de pensamiento se
esconde tras estas afirmaciones tan chirriantes. Y qué intenciones.
Quien antepone su particular ideología religiosa a la tramitación de un
documento legal del Estado nos está lanzando un mensaje muy claro: las ideologías
religiosas no son una cuestión privada, sino un postulado público, pues solo
desde este planteamiento tiene lógica la pretensión de que el Estado está
obligado a aceptar como preeminentes las ideas religiosas de un individuo a la
hora de cumplir o no los preceptos legales de ese Estado. Dicho de otro modo, lo
religioso ha de estar por encima de lo político, lo que nos lleva de cabeza a
la teocracia, un mal intelectual que padecen hoy de facto la mayor parte de los
estados musulmanes, con las consecuencias ya conocidas. En Europa hemos sufrido
esta opresión en el pasado, pero gracias al sufrimiento de muchos europeos
durante mucho tiempo, conseguimos quitarnos de encima esa lacra. La Iglesia católica,
apoyada en su cruzada por los sectores más reaccionarios de la sociedad, como
es el caso de ese sector del Consejo General del Poder Judicial controlado por
el Partido Popular, sin embargo, pugnan duramente, a día de hoy, para
devolvernos a esos tiempos oscuros también en Europa. Esta pretensión del CGPJ
es buena muestra de ello.
Pero vayamos un poco más allá todavía. Si el Partido Popular –con la
Iglesia católica y otros que participan en la coyunda reaccionaria- plantea, a
través de sus peones en el CGPJ, que un cristiano católico se puede negar a
dar curso a un documento legal del Estado porque, según la ideología
cristiana, un matrimonio entre personas del mismo sexo no es lícito, es obvio
que nos está planteando, mediante este acto de protesta personal, que el Estado
todo debería asumir como propia la moral cristiana. Es decir, que si los
reaccionarios no consiguen convertir al Estado español –en este caso, aunque
su objetivo es Europa entera, evidentemente- en una teocracia, digamos, legal o
jurídicamente, al menos pretenden conseguir, a través de la “cristianización”
de las instituciones sociales emanadas de él, que la suya sea la única moral
posible para quienes tenemos la suerte o la desgracia de vivir bajo las normas
de ese Estado.
Sin embargo, la que los mismos señores del PP o de la Iglesia presentan como “sagrada” constitución española sigue manteniendo que el español es un Estado aconfesional. Esto debería significar algo.
Este planteamiento defendido por el señor Requero también nos muestra la preopotencia de los cristianos, o cuando menos su pretensión de dominio sobre nuestra sociedad. Porque podríamos pensar que si tenemos que aceptar la objeción de conciencia de los cristianos ante una boda gay, ¿aceptará el señor Requero, y con él su partido y los popes de su Iglesia, que un musulmán recurra igualmente a la objeción de conciencia para negarse a cursar documento alguno relacionado con una boda cristiana? Al fin y al cabo, y por los mismos motivos que aducen los cristianos, los musulmanes pueden considerar que una boda celebrada según un rito “falso”, como es el cristiano a sus ojos, y ante un dios igualmente “falso”, como es el dios de los infieles, no es una boda lícita, y por tanto no ha de ser aceptada por el Estado.
Mantener lo contrario, es
decir, que un matrimonio celebrado según un rito falso y ante un dios falso es
lícita, y por tanto puede ser aceptada por el Estado, supondría una muestra de
relativismo que ni de lejos están dispuestos a aceptar los imames islámicos y,
como sabemos, tampoco la Iglesia católica. Es consustancial a las religiones,
sobre todo a las monoteístas, otorgar valor absoluto a sus postulados, y es de
ahí precisamente de donde viene –además de su concepción totalitaria de la
sociedad- la exigencia cristiana de que el Estado se niegue a aceptar como válida
una forma de matrimonio contraria a su moral particular.
¿Y qué decir de los ateos? Si un cristiano puede negarse a tramitar legalmente
un matrimonio gay porque, según su concepción cristiana del matrimonio, no es
lícito, ¿puede un ateo negarse igualmente a cursar legalmente un matrimonio
cristiano –o musulmán, o judío, o …- porque, según lo que él piensa de
las ideologías religiosas, es una estafa o una peligrosa superstición?
La respuesta del señor Requero sería, obviamente, que no. Porque el señor
Requero, como el PP, y como la Iglesia católica, tiene claro que la única
“conciencia” que tiene derecho a imponerse al Estado es la de los
cristianos, porque, naturalmente, la cristiana es la única fe “verdadera”,
y porque es la cristiana la fe “dominante” entre los ciudadanos españoles.
De nada sirve recordarles a estos fundamentalistas cristianos, por enésima vez,
que el español es un Estado aconfesional, y que eso significa, por encima de
cualquier interpretación torticera que se quiera hacer del término, que
ninguna ideología, ni religiosa ni laica, tiene derecho a imponerse a las demás
formas de pensamiento como sistema moral del Estado, ya sea por vía directa o
indirecta.
Y ello por una razón evidente, al menos para quien no tiene la vocación
totalitaria de los iluminados religiosos: porque en el Estado tenemos que
convivir, nos guste o no, todo tipo de gente, creyentes, no creyentes e
indiferentes, izquierdistas, derechistas y pasotas, y el mero hecho de que los
representantes o seguidores de una religión o una ideología conreta, la que
sea, pretenda convertirse en la norma obligatoria de comportamiento social para
todos, y que, encima, lo pretenda apropiándose del Estado, es algo que solo
puede llevarnos a la inestabilidad social.
Vamos a concluir dejando una nueva reflexión. Si los ciudadanos (al menos
algunos) pueden recurrir a la objeción de conciencia por motivos religiosos
para negarse a cumplir los preceptos del Estado de Derecho, ¿pueden también
recurrir a la objeción de conciencia por motivos políticos? Si la respuesta es
negativa, alguien debería explicarnos por qué habrían de ser lícitos los
motivos religiosos y sin embargo no los motivos políticos. ¿Qué tienen las
ideologías religiosas para ser tan especiales?