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Laicos & Creyentes

Juliano

Fraternidad Republicana

La próxima venida del máximo mandatario de la Iglesia Católica, ha desencadenado la celebración de una serie de actos, manifiestos y octavillas en contra de la misma,

¡Querido Benedicto
Nosotro no te esperamos!

dicen, continuando luego una relación de agravios y reproches a la iglesia católica, para terminar:

¡POR TODO ESTO Y MUCHO MAS NO ERES BIEN RECIBIDO!

¡A LA MAYORIA DE LOS CIUDADANOS DE ESTE PAIS NOS CAES MUY MAL!

¡MARCHATE Y DEJANOS EN PAZ!

Se confunde anticlericalismo con laicidad y en lugar de manifestarnos por los principios de laicidad, preferimos hacerlo contra alguien, parece como si lo realmente preocupante fueran los que le esperan, cuando este es un hecho de libertad individual, lo realmente preocupante es que el gobierno español sí le espere y que su opiniones personales de fé sean tenidas en cuenta en las acciones de gobierno.

Solo cuando existe una frontera entre lo público y lo privado una sociedad es democrática, cuando no existe y se permite que la religión invada el Estado y éste se inmiscuye en la vida privada, es cuando hay dificultades insuperables, para evolucionar desde el despotismo a la sociedad abierta.

Por definición, toda religión es intolerante, pues proclama una verdad que no puede convivir pacíficamente con otras. Ateos, judíos, mahometanos, paganos, protestantes, …, pagaron carísimo profesar falsas religiones y millones de ellos fueron forzados por el terror a convertirse a la verdadera religión.

Durante muchos años mientras fue religión de Estado, el catolicismo legisló y estableció normas de conducta estrictas en la vida privada de las personas, ni más ni menos como en los Estados fundamentalistas. No obstante en una España, no lo olvidemos, plural, cultural y políticamente hablando democrática, deberán poder coexistir no sólo culturas, lenguas y tradiciones, sino también religiones.

Un Estado laico no significa una sociedad atea o agnóstica, ni mucho menos un Gobierno enemigo de la religión, como insinúan algunos de los defensores recalcitrantes del catolicismo español, significa simplemente que el Estado se compromete como tal a respetar todas las religiones que profesen los ciudadanos y a no identificarse con ninguna en especial, deslindando con toda precisión el mundo del César y el mundo de Dios. Mientras no traten de impedir las creencias y prácticas religiosas de los demás, los ciudadanos son libres de adoptar la fe y ejercer el culto que les plazca.

Es sólo a una minoría de personas, a las que la cultura, las ideas, las artes, la filosofía, bastan para suplir a la fe religiosa como alimento espiritual, todos los intentos históricos, para desarraigar la religión de los espíritus y reemplazarla por una ideología materialista han fracasado, no se puede erradicar a Dios del corazón de todos los hombres; muchos de ellos, lo necesitan para no sentirse extraviados en un universo donde siempre habrá preguntas.

Pero, así como no se puede acabar con la religión, sí se puede, desestatizarla y confinarla en el ámbito de la vida privada, de manera que la libertad pueda desarrollarse y los ciudadanos estén en condiciones de desplegar todas sus potencias creativas sin los frenos y limitaciones que una religión identificada con el Estado impone, recortando, hasta límites intolerables, la soberanía humana.

Así como la obligación de un Estado laico es no invadir la vida privada de las personas -su vida familiar, sexual, espiritual y religiosa-, también lo es, en caso de conflicto con las organizaciones religiosas, hacer prevalecer la propia noción de bien común, resistiendo las presiones confesionales.

Lo que deberíamos decir y manifestar es que nuestras autoridades DEROGUEN YA LOS ACUERDOS CON EL VATICANO.

En Langreo, durante el 75º aniversario de la IIª Republica

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