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La Escuela Moderna de Ferrer Guardia
José María Bujanda Arizmendi

Diario Vasco 6 de Agosto de 2006

«La Escuela Moderna se planteaba como un ejemplo de pedagogía militantemente racionalista, convirtiéndose así en un núcleo de permanente promoción de la emancipación social»

Hace 105 años, hacia el mes de agosto de 1901, abría Francisco Ferrer Guardia en el número 70 de la calle de Bailén de Barcelona, un centro educativo, el embrión de lo que posteriormente sería conocido como Escuela Moderna, que se proponía transformar radicalmente la experiencia pedagógica en sentido crítico, laico y racionalista. Se pretendía afirmar un proyecto abiertamente superador de la mediocridad intelectual, de las limitaciones existentes como fruto de la superstición del autoritarismo y de las carencias higiénicas y materiales que dominaban el marco educativo de la España de la restauración tanto en el caso de los escasos centros públicos estatales como en el de los centros privados fundamentalmente religiosos. Existía ya cierta tradición en los ambientes del pensamiento humanista y progresista de la Cataluña de entre siglos: la fundación de escuelas laicas, vinculadas al librepensamiento y al republicanismo no era una iniciativa demasiado exótica. La Escuela Moderna se planteaba como un ejemplo de pedagogía militantemente racionalista que, fundamentándose en la educación integral y en la coeducación -de sexos y de clases sociales- se pueda romper el muro del dogmatismo intelectual y de la falsa moral impuesta a golpe de autoridad, convirtiéndose así en un núcleo de permanente promoción de la emancipación social.

El éxito de la Escuela Moderna de Ferrer Guardia y la fama de los métodos que se proponían fueron corroborados por la multiplicación de centros educativos racionalistas en todo el Estado. El momento era propicio para una acción escolar que intentara neutralizar la tendencia de la Iglesia hacia el control de la educación pública. Se apostaba por una educación basada en la evolución real y psicológica del niño, individualizada. La Escuela Moderna proponía una educación basada metodológicamente en la ayuda mutua, en la solidaridad entre los hombres y la crítica de las injusticias mediante el estudio de los mecanismos y las condiciones que las hacen posibles. El proyecto de Ferrer tenía el decidido apoyo de personas como Cristóbal Litrán, que sería secretario personal de Ferrer, Roger Columbié, dirigente del Centro Republicano Histórico de Barcelona, Anselmo Lorenzo pedagogo activo, director de publicaciones de la Editorial de la Escuela y destacado representante del movimiento obrero, y Eudald Canibell, quien entronca con el catalanismo federalista y figura eminente del mundo asociativo barcelonés. Todos ellos, además, fraternalmente vinculados con el promotor de la Escuela Moderna a causa de su pertenencia a la francmasonería, en la cual Ferrer Guardia se había iniciado en 1883.

Francisco Ferrer Guardia, fue elegido presidente del Comité directivo de la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia, organismo de promoción de las dinámicas educativas inspiradas en la Escuela Moderna. Son remarcables sus órganos y prensa, las revistas L' Ecole Renovée, publicada en Bruselas y Amsterdam y Scuola Laica, en Roma. La huella de la Escuela Moderna y del proyecto Ferreriano arraigará, además en diversas escuelas laicas y racionalistas que irán surgiendo por el resto de Cataluña, el resto de España e incluso América Latina. La muerte injusta de Ferrer Guardia como consecuencia de los hechos de la Semana Trágica de 1909, en los cuales el fundador de la Escuela Moderna no tenía ningún tipo de responsabilidad, no rompe la influencia que el proyecto tiene en el mundo de la renovación pedagógica lo largo del primer tercio del siglo XX y que llega hasta la II República.

¿Pero quién fue el catalán Francisco Ferrer Guardia?

Francisco Ferrer Guardia es uno de esos personajes malditos de la historia. Sin duda Ferrer, mito y realidad, es una figura singular y atractiva y forma parte, se quiera o no, del patrimonio histórico colectivo. Ferrer nació en el Maresme catalán el 10 de enero de 1859. Pertenecía a una familia de pequeños propietarios rurales, católicos y monárquicos, fue a vivir a Barcelona y durante la I. República participó con entusiasmo en experiencias de educación popular. Durante los años siguientes el joven autodidacta estudió a fondo el ideario de Pi y Margall y conoció las doctrinas de los internacionalistas. A partir de 1883, trabajó en la compañía de ferrocarriles como revisor del trayecto Barcelona-Cervère, donde como activista republicano hacía de enlace entre los partidarios de Ruiz Zorrilla del interior y del exterior. El fracaso del intento del General Villacampa, partidario de Ruiz Zorrilla, en el cual estaba complicado Ferrer, hizo que se exiliara a París, donde residió desde 1886 hasta 1901. Allí fue secretario de Ruiz Zorrilla y profesor de español. En julio de 1892, participó en el Congreso Librepensador de Madrid.

Pero es imposible entender la evolución ideológica de Ferrer y, por extensión, su proyecto escolar, sin tener presentes los movimientos sociales y de opinión en Cataluña, España y, en especial, en Francia. La ideología Ferreriana de los años ochenta y de principios de los noventa es republicana. Concretamente Ferrer es adepto al Partido Republicano Progresista de Ruiz zorrilla, participa a fondo en la campaña para la liberación de los presos de Alcalá del Valle y en la creación del núcleo sindicalista barcelonés de Solidaridad Obrera, partidario resuelto de la huelga general subvencionó un periódico con este mismo nombre. El día 31 de Mayo de 1906, día de la boda del rey Alfonso XIII, un hecho llenó de estupor al país: cuando la comitiva real pasaba por la calle Mayor madrileña, el sabadellense Mateo Morral lanzó una bomba que provocó la muerte de veintitrés personas. Francisco Ferrer fue acusado de complicidad pero los tribunales no pudieron probar ningún cargo y, después de un año en prisión, fue liberado el 12 de junio. La crisis social y política que arrastra desde hace años el Estado español de la Restauración encuentra su más alta expresión en los hechos de la Revolución de julio (Semana Trágica) de Barcelona en el año 1909, verdadero principio del fin del régimen monárquico. El nombre de Ferrer va ligado a estos acontecimientos populares y a su represión. Fue, de hecho, la víctima más significativa y el principal cabeza de turco. Los argumentos que no habían triunfado en el año 1906, lo hacían esta vez: Francisco Ferrer fue, después de un turbio consejo de guerra, condenado a muerte y el 13 de octubre de 1909 fusilado en Montjuic.

La muerte de Francisco Ferrer fue un crimen cometido por el Estado contra un inocente, un acto de intolerancia contra aquellos sectores de la sociedad que, a inicios de siglo, pugnaban por la emancipación y por el acceso de todos a la cultura y por la libertad de pensamiento como primera manifestación de pluralismo.

Hoy en día la Fundación Francisco Ferrer promueve la recuperación de la figura de Francisco Ferrer y Guardia fundador de la Escuela Moderna. Así en septiembre de 1989, la Fundación solicitó al ayuntamiento de Barcelona, que actualizara el acuerdo de 1931 por el cual se solicitaba a Bruselas una copia del monumento dedicado a Ferrer que existe desde 1911. El monumento a Ferrer fue inaugurado en Barcelona el 13 de octubre de 1990. Con motivo de la inauguración, la Fundación difundió un manifiesto con el deseo de contribuir a la implicación de la sociedad en un diálogo constructivo sobre los valores que Ferrer representaba y actualmente sigue representando de tolerancia, laicidad y progreso. Sirvan estas líneas de recuerdo y homenaje a su vida, su prematura e injusta muerte y sobre todo a su obra. Y a sus ilusiones, hoy en pleno vigor.

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