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  No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

¿Alguien conoce el Espíritu Santo?
Miguel Corpa 

Revista Fusión 13 de Mayo de 2005

Siempre me ha llamado la atención este señor. Aunque, claro, si es espíritu no puede ser señor, o sea, de carne y hueso, pero me choca que sólo aparece en escena cuando se trata de escoger a la cabeza visible de la Iglesia.
En realidad yo creo que nadie le ha visto nunca, ni siquiera los cardenales encerrados en el dichoso cónclave, aunque todos dicen que esperan su iluminación para recibir la sabiduría y elegir lo más favorable para su Iglesia.
Yo recuerdo que cuando estudiaba y preguntaba en clase de religión por el citado señor, el profesor, por entonces un cura, me contestaba con evasivas que sólo hacían fomentar más mis dudas, y es posible que las suyas, y también mi pesadez e insistencia sobre el asunto, lo que se cerraba con mi expulsión de la clase y una nota para mis padres, que era una forma descarada de pasarles el mochuelo a ellos. Y hete aquí que mis padres no podían hacerme nada porque tampoco ellos conocían al interfecto, lo que ocasionaba un vacío de poder que yo aprovechaba para hacer más preguntas tendenciosas en clase, por ejemplo lo de la virginidad de María, algo que siempre me pareció también un pelín raro.
Conclusión, que llegué a mis años actuales, sin que nadie me convenciese de la existencia de tan famoso y espontáneo personaje, sobre todo porque nunca pude entender que aún siendo espíritu y siendo santo tuviese la capacidad para iluminar las mentes más retrógradas del planeta, sobre todo cuando luego ves que el fruto, la consecuencia, de esa iluminación, sea una criatura como Ratzinger.
¿Será que el Espíritu Santo es un bromista? ¿Será que le gusta quedarse con los purpurados? ¿O será una excusa inventada para justificar los trapicheos internos de la Iglesia, como si de revelaciones divinas se trataran?
No me imagino ahora a los marginados de la Iglesia, a todos los que Ratzinger despreció y despreciará, a los pobres del mundo, a los homosexuales, a las mujeres, etc., etc., echándole la culpa al Espíritu Santo de sus penurias. Claro que no. Ellos no creen que ésta sea una intervención divina, ni que el cónclave haya sido sobrevolado por una paloma blanca que señaló con su alita al cardenal ante la expresión de éxtasis de los demás.
Pero, en fin, es uno de esos variopintos misterios que la Iglesia gusta de mantener, supongo que para que nadie haga preguntas atrevidas que pongan en peligro todo el montaje.
Sin embargo, a ellos, a los cardenales, se les ve como convencidos. Yo tenía un amigo que cuando se chutaba veía fantasmas, y hasta decía que le comunicaban cosas que iban a suceder. ¿Será algo así? ¿Se necesitará un estado de trance extracorporal para ver al Espíritu Santo?
Pero, si fuera así, ¿pueden esos obesos cardenales conseguir liberarse de tamaña masa carnosa y salirse al encuentro de la iluminación? Yo creo que no, me parece imposible.
Claro que yo tampoco soy referencia, porque soy de los que piensan que si Jesús padeció la tortura y fue crucificado sin que el Espíritu Santo hiciera nada por impedirlo, y vivió todo eso siendo el Hijo de Dios, ¿por qué el Padre iba a ser más condescendiente con una curia que, además, se olvidó, arrinconó y prostituyó la vida y palabras de Jesús?
Sinceramente no lo creo posible. Así que seguiremos como antes, buscando al Espíritu Santo, aunque me temo que no compartimos los mismos gustos y lugares.
De todas formas, si alguien lo conoce, que no sea un cardenal, claro está, le agradecería que me lo presentase.
Es una ilusión que conservo desde mi tierna infancia. Gracias.

 

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