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 No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia. Juan  Carlos «El Rey»  

 

Escuela pública: escuela científica 

Valentín Marzo Arpón *

larioja.com 7 de Febrero de 2006

Vaya por delante mi agradecimiento a Pedro Zabala por motivarme a reflexionar y exponer en público que una de las características básicas de la escuela pública consiste en ser científica. La escuela pública además de ser laica, democrática e igualitaria, debe tener carácter científico. No puede ser relativista. Tampoco FETE-UGT tiene una visión relativista, ya de la educación, ya de la sociedad, si por relativista se entiende el que todas las opiniones y todos los gustos morales valen por igual, ya que en ese caso ni sería posible la función educativa de la escuela, ni la actividad docente, tampoco una verdadera sociedad, pues ésta se autodestruiría.

Ahora bien, si por relativista se entiende el esfuerzo por investigar, razonar, analizar y reflexionar, por caminar hacia el horizonte de la verdad y de la libertad -la responsabilidad es la otra cara de la moneda de la libertad-; si por relativismo se entiende lo que los griegos llamaban «amor a la sabiduría», el huir de los dogmatismos impuestos y tiránicos, de los prejuicios de toda clase, de las supersticiones y de los mitos, de las opiniones particulares y dirigir, tanto la actitud personal y social como la educación, hacia una libertad de pensamiento que con paso lento, muy lento, camine hacia el conocimiento científico, científico y filosófico, hacia el conocimiento humano, hacia el único conocimiento universal válido y posible -pues el otro, el dogmático por naturaleza, es excluyente-, que dirija a la humanidad hacia un horizonte abierto, entonces, si por relativismo se entiende eso, bien se podría aceptar ese calificativo de relativista.

De ahí el sacar a la luz la idea de escuela pública como escuela científica. Escuela transmisora de los conocimientos -ahora se llaman contenidos- actualizados de todas las ciencias, y las verdades y los valores morales correspondientes, las verdades y valores que unen y no que separan, las verdades y valores que se van formulando y reformulando en ese caminar que es nuestra vida, en ese caminar sin descanso que es el de la humanidad.

Los defensores de la escuela pública, como del resto de los servicios públicos, no son los poderes económicos o los partidos políticos -léase Partido Popular y acompañantes- representativos de esos poderes económicos, no son los partidos conservadores y de derechas. Los defensores de la escuela pública han sido, lo son y lo serán, las organizaciones progresistas, los representantes de los trabajadores y de los más débiles socialmente hablando, que ven y piensan en la escuela pública no sólo como en factor básico del desarrollo y perfección personal e individual, sino también como una institución indispensable para conseguir mayores cotas de bienestar social, de posibilidades de todas las clases, incluidas las económicas, que ayude a la sociedad a una igualación entre las personas, entre las comunidades y no al incremento de la desigualdad y de los privilegios.

Por ello, esas organizaciones que ven a los hijos de los más necesitados, a los hijos de los menos afortunados, como también al resto de los hijos, es decir, que ven a los niños como personas y como futuros ciudadanos de una sociedad democrática, esas organizaciones que luchan porque disminuyan las diferencias y los privilegios, tienen que exigir al Estado una escuela laica, pero una escuela científica. Una escuela donde cada niño, según sus posibilidades psíquicas y personales, alcance los contenidos científicos necesarios para incorporarse a nuestra sociedad del conocimiento y de la información, a nuestra sociedad actual y en el futuro a la sociedad del futuro. Posteriormente podrán venir los expertos en psicología y pedagogía y establecer en el sistema educativo correspondiente las fórmulas de evaluación y promoción. Pero, siempre deberán tener claro que los contenidos, los conocimientos científicos en la escuela, y, por consiguiente el esfuerzo personal del alumno, no pueden estar en juego. No es tema competencial ni de la psicología ni de la pedagogía. La sociedad ha de invertir en educación, y mucho. Pero los resultados en contenidos y en valores morales universales hay que exigirlos y conseguirlos. La psicopedagogía debe subordinarse a ese interés general.

Escuela pública: escuela científica. Y, así como la ciencia sólo nace y florece en una sociedad civil a la que no se le impone dogmatismo alguno, donde la libertad de pensamiento es fuente y realidad, así la escuela pública respirará esa libertad de pensamiento, libertad que edifica los templos de la verdad, de la justicia, de la igualdad, del respeto al pluralismo y a la diferencia, del amor a los deberes y a los derechos, de la dignidad humana, y, ello sólo es posible desde una concepción de la escuela pública como científica, y no desde la concepción de la escuela pública como una fábrica de mano de obra barata.

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* Secretario Ejecutivo de FETE-UGT Rioja

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