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Ciencia y religión: una propuesta educativa
Somos
un grupo de docentes de todos los niveles educativos que estamos muy preocupados
por el bajo nivel cultural en nuestra sociedad, los altos índices de
fracaso escolar y la proliferación de telebasura.
Para
salir de esta situación queremos traspasar los muros de las escuelas, los
institutos y las universidades, llevando la cultura y la educación a ámbitos
en los que hasta la fecha hemos estado ausentes. ¡Nuestra dejadez ha privado a
muchos ciudadanos del derecho universal a la cultura!.
Como
primer paso, queremos llegar a un acuerdo con las autoridades eclesiásticas
para que nos cedan un porcentaje de la duración de cada misa con el fin de que
profesores especialistas en distintas disciplinas académicas puedan llegar más
fácilmente a los ciudadanos creyentes mediante breves intervenciones didácticas.
Estamos
estudiando cuál sería el momento idóneo para insertar en las misas los
contenidos científicos y culturales, tal vez inmediatamente después de la
consagración o justo antes del padre nuestro.
Está
claro que algunos feligreses podrían, con razón, objetar que ellos no tienen
porqué aumentar sus conocimientos ni su cultura, ya que acuden a misa con el único
fin de orar y escuchar la palabra de Dios. Para solucionar este problema, y
aunque pudiera -a mentes torticeras- parecer inconstitucional, a la entrada a la
Iglesia podrían rellenar un formulario en el que manifestar su preferencia por
la religión o la cultura.
Una
vez identificadas estas personas, se les aconsejaría que abandonaran durante
las intervenciones académicas la nave principal de la Iglesia y se reunieran en
las capillas laterales, la cripta o el salón parroquial. Con el fin de evitar
agravios, estas personas podrían recibir durante ese tiempo charlas, ajenas lógicamente
a la cultura o la educación, pero muy relacionadas con los contenidos didácticos que
se estuvieran impartiendo en el altar a quienes manifestaron su preferencia por
la cultura.
Por
ejemplo - los feligreses que no quieran repasar la tabla periódica, estudiarán
los efectos perniciosos de los colorantes alimentarios - los que no quieran
hacer ejercicios de educación física, podrán ver un documental sobre la
obesidad - los que no quieran repasar los verbos irregulares ingleses, podrían
estudiar estadísticas sobre la importancia de hablar idiomas en el mundo
moderno.
Los
obispos nos han adelantado que no habría problema en computar para nuestra
salvación el tiempo de cualquiera de estas actividades como tiempo equiparable
al que ellos dedican a escuchar la palabra de Dios, a la oración, a la
contemplación, la penitencia o la caridad, y en ningún caso podría
discriminarse el acceso a la salvación eterna a los fieles en razón a sus
preferencias religiosas o educativas.
Tampoco
han puesto la más mínima objeción a la aparente contradicción derivada de
que los temas desarrollados por la Iglesia en las misas estén basados en la fe
y las creencias, en contraste muchas veces con la naturaleza científica y académica
de los contenidos que habitualmente impartimos en las aulas.
En
un primer momento, las clases se impartirían sólo durante las misas
obligatorias de los domingos y fiestas de guardar, para más adelante extenderse
a otros actos religiosos de asistencia no obligatoria como bautizos, bodas,
comuniones, funerales, ejercicios espirituales, ordenaciones sacerdotales e
incluso ceremonias de canonización o beatificación.
Pero,
¿de dónde saldría el dinero para pagar al profesorado que trabaje los
domingos?. Sin duda alguna de los donativos que los fieles depositan en los
cepillos, del porcentaje de impuestos destinados al sostenimiento de la iglesia
Católica o, en general, de los presupuestos de la Iglesia.
Para
garantizar la calidad de las enseñanzas impartidas, nuestra asociación
gestionaría directamente el dinero aportado por la Iglesia y con él contrataría
a profesores de sólida formación pedagógica y científica que se encargarían
de impartir las clases durante las misas. (Según se ha acordado, no se les podría
exigir a estos docentes titulación teológica alguna).
Naturalmente,
dado el carácter laico de las clases, no dudaríamos en despedir
fulminantemente a aquellos profesores que no mantuvieran una absoluta coherencia
laica entre su vida profesional y personal e hicieran cosas como casarse por la
iglesia, acudir a misa semanalmente o participar en cualquier tipo de actos
religiosos.
Finalmente,
llevaremos nuestras negociaciones hasta el mismo Vaticano, con cuyas autoridades
firmaríamos un Concordato que garantizara la continuidad de nuestra
noble tarea docente en las iglesias durante los años venideros.
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¿Te
parece un disparate? Ni es tan disparatado ni nos es tan ajeno, es un fiel
reflejo inverso de lo que hoy tenemos y padecemos con los acuerdos entre la
Iglesia y el Estado en torno a la asignatura de religión.
Disfrutan
de lo que desde otros puntos de vista no es sino una aberración.
Mientras
se consolida, puedes hacer llegar esta propuesta educativa a docentes, padres,
alumnos, políticos, sindicalistas, medios de comunicación e incluso a las
autoridades eclesiásticas. Tal vez así contribuyamos a que se entienda mejor
lo que está ocurriendo en relación a la enseñanza de la religión en los
centros sostenidos con dinero público.
Ciao
Pedro
Luis Arpón