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Ciencia y religión: una propuesta educativa 

Pedro Luis Arpón 24 de Febrero de 2005

Somos un grupo de docentes de todos los niveles educativos que estamos muy  preocupados por el bajo nivel cultural en nuestra sociedad, los altos  índices de fracaso escolar y la proliferación de telebasura.

Para salir de esta situación queremos traspasar los muros de las escuelas, los institutos y las universidades, llevando la cultura y la educación a ámbitos en los que hasta la fecha hemos estado ausentes. ¡Nuestra dejadez ha privado a muchos ciudadanos del derecho universal a la cultura!.

Como primer paso, queremos llegar a un acuerdo con las autoridades eclesiásticas para que nos cedan un porcentaje de la duración de cada misa con el fin de que profesores especialistas en distintas disciplinas académicas puedan llegar más fácilmente a los ciudadanos creyentes mediante breves intervenciones didácticas.

Estamos estudiando cuál sería el momento idóneo para insertar en las misas los contenidos científicos y culturales, tal vez inmediatamente después de la consagración o justo antes del padre nuestro.

Está claro que algunos feligreses podrían, con razón, objetar que ellos no tienen porqué aumentar sus conocimientos ni su cultura, ya que acuden a misa con el único fin de orar y escuchar la palabra de Dios. Para solucionar este problema, y aunque pudiera -a mentes torticeras- parecer inconstitucional, a la entrada a la Iglesia podrían rellenar un formulario en el que manifestar su preferencia por la religión o la cultura.

Una vez identificadas estas personas, se les aconsejaría que abandonaran durante las intervenciones académicas la nave principal de la Iglesia y se reunieran en las capillas laterales, la cripta o el salón parroquial. Con el fin de evitar agravios, estas personas podrían recibir durante ese tiempo charlas, ajenas lógicamente a la cultura o la educación, pero muy relacionadas con los contenidos didácticos  que se estuvieran impartiendo en el altar a quienes manifestaron su preferencia por la cultura.

Por ejemplo - los feligreses que no quieran repasar la tabla periódica, estudiarán los efectos perniciosos de los colorantes alimentarios - los que no quieran hacer ejercicios de educación física, podrán ver un documental sobre la obesidad - los que no quieran repasar los verbos irregulares ingleses, podrían estudiar estadísticas sobre la importancia de hablar idiomas en el mundo moderno.

Los obispos nos han adelantado que no habría problema en computar para nuestra salvación el tiempo de cualquiera de estas actividades como tiempo equiparable al que ellos dedican a escuchar la palabra de Dios, a la oración, a la contemplación, la penitencia o la caridad, y en ningún caso podría discriminarse el acceso a la salvación eterna a los fieles en razón a sus preferencias religiosas o educativas.

Tampoco han puesto la más mínima objeción a la aparente contradicción derivada de que los temas desarrollados por la Iglesia en las misas estén basados en la fe y las creencias, en contraste muchas veces con la naturaleza científica y académica de los contenidos que habitualmente impartimos en las aulas.

En un primer momento, las clases se impartirían sólo durante las misas obligatorias de los domingos y fiestas de guardar, para más adelante extenderse a otros actos religiosos de asistencia no obligatoria como bautizos, bodas, comuniones, funerales, ejercicios espirituales, ordenaciones sacerdotales e incluso ceremonias de canonización o beatificación.

Pero, ¿de dónde saldría el dinero para pagar al profesorado que trabaje los domingos?. Sin duda alguna de los donativos que los fieles depositan en los cepillos, del porcentaje de impuestos destinados al sostenimiento de la iglesia Católica o, en general, de los presupuestos de la Iglesia.

Para garantizar la calidad de las enseñanzas impartidas, nuestra asociación gestionaría directamente el dinero aportado por la Iglesia y con él contrataría a profesores de sólida formación pedagógica y científica que se encargarían de impartir las clases durante las misas. (Según se ha acordado, no se les podría exigir a estos docentes titulación teológica alguna).

Naturalmente, dado el carácter laico de las clases, no dudaríamos en despedir fulminantemente a aquellos profesores que no mantuvieran una absoluta coherencia laica entre su vida profesional y personal e hicieran cosas como casarse por la iglesia, acudir a misa semanalmente o participar en cualquier tipo de actos religiosos.

Finalmente, llevaremos nuestras negociaciones hasta el mismo Vaticano, con cuyas autoridades firmaríamos un Concordato que garantizara la continuidad  de nuestra noble tarea docente en las iglesias durante los años venideros.

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¿Te parece un disparate? Ni es tan disparatado ni nos es tan ajeno, es un fiel reflejo inverso de lo que hoy tenemos y padecemos con los acuerdos entre la Iglesia y el Estado en torno a la asignatura de religión.

Disfrutan de lo que desde otros puntos de vista no es sino una aberración.

Mientras se consolida, puedes hacer llegar esta propuesta educativa a docentes, padres, alumnos, políticos, sindicalistas, medios de comunicación e incluso a las autoridades eclesiásticas. Tal vez así contribuyamos a que se entienda mejor lo que está ocurriendo en relación a la enseñanza de la religión en los centros sostenidos con dinero público.

Ciao

Pedro Luis Arpón

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