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Belenes navideños y escuela pública

 

Manuel G. Ferrando 

Levante 29 de Diciembre de 2006

La orden dada por la directora de un instituto de Málaga para que se retirase un belén navideño instalado en un aula por alumnos de primer curso de ESO, ha provocado un debate que ha sido magnificado al aparecer la noticia en los principales medios de comunicación, especialmente en las cadenas de televisión de ámbito estatal y autonómico, tanto públicas como privadas.

Como es fácil suponer, las reacciones ante este hecho se han polarizado entre el rechazo y la aprobación. Las asociaciones católicas de padres de alumnos incluso han pedido la destitución de la directora del instituto, petición a la que se ha negado la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía por considerar que no hay motivo para el cese. Al comentar la noticia entre los alumnos de mis cursos en la Universidad de Valencia, he podido constatar idéntica división de opiniones sin posiciones intermedias, esto es, rechazo de la retirada del belén, o bien aprobación de la orden dada por la directora del instituto.

En unos tiempos en que el Observatorio Europeo de Racismo ha dado cuenta de los resultados de un estudio sobre discriminación de población inmigrante e islamofobia, que ponen de relieve que la aceptación de los musulmanes entre la población española ha descendido en sólo un año del 46 al 29 por ciento, y que el 83 por ciento de los españoles identifican ser musulmán con fanatismo, se hace más urgente que nunca abrir vías de integración social de la población inmigrante en España -y por extensión en todos los países de la Europa rica-, sobre todo de la población musulmana. Y en tal sentido, nada mejor para comenzar que hacer de la escuela pública, a la que acuden mayoritariamente los hijos de los inmigrantes, un lugar de respeto e inclusión en el que se eviten situaciones como la que comentamos, pues no hacen otra cosa que ahondar la división que se está agrandando por momentos entre la población musulmana y la población autóctona.

Por ello es imprescindible disponer de criterios claros e inequívocos sobre la presencia de símbolos religiosos en las escuelas públicas. Unas escuelas que por pertenecer a una sociedad que disfruta de un Estado no confesional, y por tanto que goza de la separación entre Iglesia y Estado, no puede acoger en sus aulas manifestaciones religiosas de signo confesional, cuando los alumnos, y en buena medida los profesores, pertenecen a familias y comunidades en las que el hecho religioso se manifiesta y vive de forma plural. En este sentido, los belenes navideños constituyen un símbolo inequívoco de la religiosidad tradicional y católica de una España cuya estructura social ha experimentado cambios profundos, por ahora irreversibles, que han dejado atrás los tiempos del predominio incuestionable del catolicismo sociológico.

Pero en la España plural de este siglo XXI a las aulas de las escuelas públicas acuden alumnos, y enseñan profesores, de diferente filiación religiosa, por lo que ninguno de ellos puede ni debe hacer manifestaciones religiosas de sus preferencias. Y por más que a muchos españoles nos puedan gustar los belenes -en nuestra casa mi mujer y yo hemos puesto nuestro belén para disfrutarlo y celebrarlo en compañía de nuestros hijos y nietos-, no podemos olvidar que también es muy numerosa la población, incluida la inmigrante, que no comparte este gusto, por lo que se debe evitar que su presencia en la escuela pública deje de ser un símbolo de paz y esperanza, para convertirse en pretexto para la división y el enfrentamiento.



* Catedrático de Sociología de la Universidad de Valencia.

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