Ateos Sin Fronteras
Todos los Papas han recibido algún nombre calificativo, como Juan XXIII, llamado el Bueno, Viajero a Juan Pablo II, a Leon XIII el de los Obreros y a Juan Pablo I muy bien llamado el Papa Breve, por sus treinta y tantos días de papado. Breve en realidad, y oscura su muerte, llena de vericuetos inconfesables y misterios insolubles, como todo lo que sucede entre las cuatro paredes del Vaticano, el último reducto de una institución que arrastra sus vicios y corrupciones desde la Edad Media, perfeccionados durante el Renacimiento. Siguiendo la tradición hemos de llamar a este nuevo Papa, Ratzinger, el Falso. ¿Por qué?
Una de los motivos para visitar EEUU ha sido el "limpiar la imagen" de la
Iglesia respecto de los casos de pedofilia. Y es aquí donde presenta uno de
los casos más repugnantes de hipocresía y falsedad. Porque, ¿cómo puede
explicar Ratzinguer que haya sido el quien redacto el decreto de "Crimen
Solicitationis" (Delito de Solicitación), cuyo único propósito era amenazar
a las víctimas de abusos y vioilación por parte de sacerdotes, para evitar
el escándalo? Este documento, ideado y redactado por el actual Papa, fue
distribuido a todos los obispados del mundo y constituyó un sistema que el
propio Ratzinger dirigió durante 20 años. Posteriormente se reformó el
documento agregando la cláusula de Competencia Exclusiva, que obligaba a los
obispos a reportar los casos sólo a la autoridad vaticana y no a la justicia
civil.
Durante décadas los sacerdotes involucrados en abusos a menores fueron
trasladados de parroquias para evitar el escándalo, pero ninguno fue
condenado por sus actos. Peor aún, se estigmatizó a las víctima a las que
incluso se les acusó de "pervertidos y manipuladores", tanto por un obispo
español como por uno chileno.
Este sistema de ir cambiando a los sacerdotes fue característico de los
últimos cuarenta años en que la Iglesia Católica encubrió estos delitos, tal
como quedó en evidencia luego de destapada la corrupción eclesiástica en
Boston, en EEUU, y Ferns, en Irlanda. Pronto se descubrió que el problema no
solo abarcaba todo Estados Unidos y países europeos, sino también paises de
Amética Latina, principalmnete Brasil donde, incluso, un sacerdote abusador
(Tarcisio Sprecigo) escribió un verdadero manual del abuso de menores para
uso de sacerdotes pedófilos.
La política esencial de la Iglesia es ocultar, mentir y amenazar a las
víctima, como también esconder a los sacerdotes involucrado para evitar
caigan en manos de la justicia civil, a la vez que obstruir el ejercicio de
la ley en estos casos, por todos los medios posibles. Por este motivo, la
Iglesia creo en el 2002, en EEUU, un organismo, denominado Junta Nacional de
Revisión, con la finalidad de medir el problema, quedando al descubierto que
constituía un mal endémico. Inmediatamente se intentó ocultar los
resultados, lo que llevó al propio presidente de la Junta a declarar que la
Iglesia actuaba como una mafia.
Esto quedó en evidencia cuando el fiscal de Arizona Rick Romley le escribió
al cardenal Sodano solicitándole la deportación de sacerdotes acusados de
abusos a menores, que se sabía estaban ocultos en Roma, específicamente en
la Sociedad el Divino Salvador, pero dicho cardenal, en un acto sin parangón
en la historia, devolvió el sobre sin abrirlo; es decir, demostraban en ese
acto con toda claridad que no querían enfrentar el problema y solo pensaban
en ocultarlo.
Hoy vemos a Benedicto el Falso sonreírle hipocritamente al pueblo
norteamericano, después de haber sido él mismo quien ideó el plan de
ocultamiento de delincuentes más grande en la historia de las religiones.
Jamás la Iglesia prestó ayuda a las víctima pues ello hubiera sido
interpretado como admisión de culpa. La maldad intrínseca en los actos de la
Iglesia en este asunto son más que evidentes; son un hecho irrefutable. Y la
hipocresía del Ratzinger ha de trascender al tiempo, y así será conocido,
como el Papa Benedicto el Falso. Urbi et orbi.