Por laicismo hay que
entender, por una parte : La voluntad de construir una sociedad justa,
progresista y fraternal, dotada de instituciones públicas imparciales, garantes
de la dignidad de la persona y de los derechos humanos, asegurando a cada uno la
libertad de pensamiento y de expresión, así como la igualdad de todos delante
de la ley, sin distinción de sexo, de origen, de cultura e de convicción y
considerando que las opciones confesionales o no-confesionales corresponden
exclusivamente a la esfera privada de las personas ;
y por otra parte : La elaboración personal de una concepción de la vida
que se funde sobre la base de la experiencia humana, con exclusión de toda
referencia confesional, dogmática o sobre natural, lo que implica la adhesión
a los valores del libre examen, la emancipación respecto a toda forma de condicionamiento
y el imperativo de una ciudadanía completa y justa.
El laicismo hace entonces referencia a valores…
EL LIBRE EXAMEN
Valor laico por excelencia, el libre examen implica no solamente la afirmación
de un derecho, el de la absoluta libertad de consciencia, sine y sobre todo la
afirmación de un deber ; el de no reconocer ningún dogma y de proceder con espíritu
crítico en la discusión de las ideas recibidas, de todas las ideas impuestas,
comprendiendo en éstas aquellas profundamente ancladas en su fuero interno, las
más perniciosas, aquellas del puritanismo suficiente y del prejudicio.
EL RECHAZO A LA EXCLUSIÓN
Bertold Brecht escribía : "Cuando vinieron a detener a un comunista, yo no
dije nada ; Cuando vinieron a detener un liberal, yo no dije nada ; cuando
vinieron a detener un católico, yo no dije nada, cuando vinieron a detenerme ya
no había más victimas…"
Y en el mismo sentido existe la exclusión social como la exclusión política o
la exclusión ideológica, filosófica o religiosa.
Que uno quiera darse cuenta o no, la exclusión de otra persona, la exclusión
de una categoría de personas, extranjeras, incluso lejanas, constituye un poco
la exclusión de si mismo, el comienzo de su propia exclusión, porque
simplemente la libertad de cada uno se nutre de la libertad de todos y que
ninguna verdadera libertad puede encerrar o ignorar la esclavitud de los otros.
La utopía laica es la aspiración de una sociedad humanista. Una sociedad donde
el hombre sea el criterio último. Una sociedad "todos aceptados",
"todos ciudadanos", "todos participantes", sin distinción
social, sexual, cultural, filosófica o religiosa.
La utopía laica (del griego "laicos", del pueblo) es la aspiración
universal, la conquista del saber y del poder por el "laos" (en el
sentido global de pueblo, incluyendo hombres y mujeres, niños y niñas de
hombres libres o esclavos, de ex-ciudadanos o de bárbaros).
La utopía laica es la aspiración al progreso, es decir a más de libertades, a
más de responsabilidades, a más de autonomía. Es la convicción que todo se
decide aquí y ahora.
Porque no existe el "más allá" y que el sueño de eternidad forjado
por las culturas antiguas y las religiones de aquí y de otras partes no es más
que un señuelo, sólo nos resta aceptar el duelo de los dioses (que no tienen
ninguna reencarnación a ofrecer) y asumir lo absurdo de la vida, limitada desesperadamente
a estas pocas decenas de años que separan el nacimiento de la muerte, limites absolutos
de nuestra fín…
Nos queda el asumir el duelo del mito ancestral de la vida eterna y fundar sobre
esta desesperanza una filosofía resueltamente secular que traslado a la
humanidad (la que sobrevivirá a nuestras modestas personas), nuestra atávica
necesidad de sobre vivencia.
Sólo nos queda el realizarnos como seres conscientes, expandiendo resueltamente
nuestro espíritu , para vivir sin complejos, sin otra limitación que nuestra
integridad y aquella de los otros y para aportar nuestra modesta piedra al
espacio de libertades que deseamos legar a nuestros hijos.
¿Pero de qué espacio de libertades estamos soñando, cuando hay que aceptar la
« necesidad » de una sociedad de dos, tres o cuatro velocidades, entendida
como una sociedad donde algunos tienen todo o casi todo y otros nada o casi nada
?
La libertad de pensar, la libertad de expandirse, la libertad de gozar, la
libertad de realizarse, se proyecta o transcurre por otras libertades
prioritarias, aquellas de existir, de comer, de ser reconocido, de tener su
espacio, sin olvidar el derecho a ejercer una profesión y de vivir dignamente
de ella.
LA TOLERANCIA
La tolerancia es el respecto de las personas, en tanto que individuos portadores
de ideas, de creencias y de convicciones. En contra, la tolerancia no exige el
respeto de las ideas, las cuales pueden ser combatidas. El hombre tolerante se
esforzará en escuchar, primero; en presentarse abierto a los otros antes de
tomar posición. La práctica de la tolerancia es más que un enunciado de un
principio, ella es sobre todo una actitud de todos los días.
LA EMANCIPACIÓN Y RESPONSABILIDAD
La vocación del hombre es la de conquistar su emancipación, de marchar y de
realizarse al máximo, asumiendo primero su propio futuro del cual es él el
responsable.
LA CONQUISTA DE LA CIUDADANÍA
La ciudadanía se completa y conquista cada día. Ella es la prolongación
social de la emancipación individual, porque ningún ser responsable podría
desinteresarse de la vida ciudadana.
LA DEMOCRACIA
Una sociedad democrática debe estar fundada sobre el respecto de los derechos
del Hombre y del pluralismo. Ella se caracteriza, igualmente, por la necesidad
de un Estado de derecho, por la separación de los poderes legislativo,
ejecutivo y judicial, así como por la separación de la Iglesia del Estado.
EL RESPECTE A LA DIVERSIDAD
El laicismo valoriza las diferencias, consideradas como un enriquecimiento del
patrimonio común, siempre que estas diferencias no perjudiquen la integridad de
otras personas ni el derecho a la emancipación de cada uno.
LA SOLIDARIDAD
La solidaridad es un compromiso moral de ayuda y de responsabilidad mutuas entre
los seres humanes. El hombre no nació para sufrir sine para encontrar su legítima
parte de felicidad. Una sociedad feliz sólo puede estar compuesta por
individuos también felices.