"Operación Princesa" 

SANJUANA MARTÍNEZ/ PROCESO

Noticias /Oaxaca

MADRID.- Al menos dos formas encontradas de ver a la realeza española hacen de la “Operación Princesa” un catalizador interesante de la sociedad ibérica actual. El pasado de una mujer moderna como la “cenicienta” Letizia Ortiz, novia del príncipe Felipe, ha llevado a los medios de comunicación de España a la autocensura y al “retoque” de ese pasado, lo que se contrapone con la tesis de la “apertura” de la Corona, capaz de acoger en su seno a una mujer de simple sangre roja

Don Juan de Borbón, el abuelo del príncipe Felipe, antes de morir consiguió arrancarle una importante promesa a su nieto: “La futura reina de España no debe tener pasado”.

Tan convencido estaba de que el heredero a la corona española respetaría su voluntad, que sin dudarlo afirmó en varias ocasiones: “El príncipe se casará con quien tenga que casarse. Lo tiene muy claro. Y lo hará por encima de cualquier inclinación eventual. No me gusta el término profesional, pero una reina tiene que serlo”.

El Palacio de El Pardo, la antigua residencia oficial del dictador Francisco Franco, sirvió de marco para hacer el anuncio sobre la continuidad de la monarquía española: Felipe de Borbón y Grecia se casará con la periodista de televisión Letizia Ortiz Rocasolano, que no tiene “sangre azul” ni pertenece a la aristocracia. Y el príncipe no cumplió la promesa hecha a su abuelo: Letizia sí tiene pasado.

Se trata de un pasado más o menos normal en cualquier joven moderna, pero que la mayoría de los medios de comunicación españoles tratan de ocultar o de disfrazar, de acuerdo con la autocensura que ejercen cuando informan sobre la monarquía española.

Pero poco a poco van saliendo detalles de la llamada “Operación Princesa”, llevada a cabo para buscar novia al Príncipe de Asturias. Y es que por razones de Estado era urgente casar al heredero. La lista de los supuestos “solteros de oro” iba reduciéndose y sólo quedaba Felipe, con 35 años, y el príncipe Alberto de Mónaco.

La soltería de Felipe empezaba a provocar mofas, como la caricatura firmada por Ricardo y Nacho en el periódico El Mundo: el príncipe se dirige al rey Juan Carlos: “Papá: Ahora que está a punto de casarse Cristina, quiero darte dos noticias, una buena y una mala... La buena es que he encontrado pareja... Y la mala es que es Alberto de Mónaco”.

Sus dos anteriores novias fueron rechazadas y criticadas sin compasión, por ser hijas de divorciados. Los padres de Letizia también están divorciados, lo mismo que ella, pero es española, y sería la primera en convertirse en reina después de tres extranjeras sucesivas: la austriaca María Cristina, esposa de Alfonso XII; la inglesa Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, y la griega Sofía, la esposa de Juan Carlos.

La llamada prensa del corazón y los medios adictos al “cuento de la cenicienta”, han presentado una Letizia “maravillosa y sencilla”, pero ya surgen voces que la describen como “ambiciosa, inestable emocionalmente, perfeccionista, agobiante, vanidosa, calculadora, sobrada”.

Por ejemplo, en Televisión Española, donde en los últimos cuatro meses registró un rápido ascenso profesional, coincidiendo con su relación con el príncipe, la llamaban “Leticia la ficticia”.

Lucía Méndez cuenta en el periódico El Mundo, uno de los pocos diarios que se ha atrevido a cuestionar la elección del príncipe, que antes de empezar su noticiero, Leticia en ocasiones preguntaba: “¿Qué tenemos? ¿más principito?”; otras veces se refería a su actual prometido como “Felipito”.

La mayoría de los medios, en cambio, prefiere ver en Letizia un síntoma de acercamiento de la monarquía al pueblo y de modernización. Sin embargo, el hecho de que en la Constitución española se mantenga a los hombres como los primeros en la línea sucesoria al trono, pone en tela de juicio esa modernización, por lo que algunos juristas han pedido una reforma para equiparar al hombre y la mujer en la futura sucesión: “La preferencia del varón en la sucesión es una de las más llamativas contradicciones de esta institución histórica en una democracia basada sobre el valor de la igualdad”, dice Gregorio Cámara, catedrático de derecho constitucional de Granada.

 

NO SE TOCA, SE RETOCA

 

El fantasma de la monarquía inglesa, que desde hace años vive sumida en escándalos de todo tipo, se asoma a España, que hasta ahora había sido un “oasis” en la crisis de una institución anacrónica paulatinamente devaluada.

Letizia ha sufrido el rechazo de una parte de los monárquicos, que la consideran indigna de llegar al trono por no pertenecer a la casi “extinta sangre azul” o a la minoría aristocrática que intenta nutrir la pureza agónica de la realeza europea.

Disciplinados, los partidarios de la monarquía que anteriormente habían criticado sin piedad a otras novias del príncipe, como Isabel Sartorius o Eva Sannum, porque sus padres eran divorciados, ahora callan ante una Letizia divorciada e hija de divorciados.

El monárquico Jaime Peñafiel, autor de Los herederos, pidió disculpas públicamente a las dos exnovias del príncipe y se muestra “avergonzado” ante el nuevo panorama: “Siempre he mantenido que el heredero debía casarse con quien quisiera, pero también con quien debiera”.

En entrevista, el escritor y polítólogo Jesús Cacho, autor de El negocio de la libertad, libro en el que revela “los negocios” del rey Juan Carlos, explica: “El problema de los monárquicos con la elección del heredero a la Corona es que el propio príncipe Felipe no está dispuesto a sacrificarse por una institución en la que no cree. Todo hace entender, y de hecho esta opinión está muy extendida en la alta burguesía española, que al príncipe no le entusiasma la institución monárquica y heredar el trono. Eso es un problema para alguien que está llamado a suceder al rey Juan Carlos”.

La consigna en las redacciones de algunos medios de comunicación es tajante: “El pasado de Letizia no se toca, se retoca”. A pesar de que el cerco informativo empieza a funcionar, algunas revistas aumentaron sus ventas con imágenes sobre la “vida loca” de la futura reina.

Letizia, antes del anuncio de su noviazgo, llamó a todos sus amigos y conocidos para que escondieran las fotografías de su anterior enlace civil en Almendralejo con el profesor de literatura Alonso Guerrero, realizado el 7 de agosto de 1998.

El largo noviazgo de siete años no fue suficiente para consolidar un matrimonio que duró apenas 12 meses, principalmente por la incompatibilidad de objetivos: él quería tener hijos, ella no.

Escritor de poco éxito comercial, Guerrero --que se volvió a casar-- publicó hace tiempo su libro El hombre abreviado, novela que narra las desventuras de un divorciado. La tirada inicial de mil ejemplares se agotó en los últimos días.

“En algún programa de televisión se ha dicho que sería un caballero si no permitiera que se reeditara El hombre abreviado, y un truhán si lo hiciera ¡Pero un escritor no puede censurarse!”, comentó al señalar que la Junta de Extremadura prepara una reedición con 2 mil 500 ejemplares.

La novela se centra en Lorenzo Gutemberg, un hombre desolado por su inminente divorcio. Un día se dirige al bar en el que conoció a María, su todavía esposa, en el que disfrutaron los mejores momentos de su relación. Pero se lleva la sorpresa de su vida:

Aquel sitio todavía olía a los perfumes de su esposa. Era una lástima. A todos sus perfumes, a las pequeñas historias cruzadas que la mantenían viva como un rumor... Todas las luces del local estaban girando, excepto una, y hacia ella se fue su espectro tembloroso. Esa luz enfocaba a su esposa, sentada en un rincón lejano de la barra, junto a Altazor (el abogado que gestiona el divorcio). Los pensamientos de Gutenberg empezaron a narrarle la verdad. Y ahora Gutenberg era un personaje, además de un hombre condenado a narrar en soledad... Altazor empezaba a besuquear a su esposa cuando él salió a la calle. Por fortuna no le habían visto. Gutenberg no pretendía arrebatarle a ella su bien cosida máscara de Penélope.

El autor insiste en que es “literatura-ficción” e incluso dijo que escribió el libro antes de divorciarse, pero la polémica sigue ahí.

La periodista y el príncipe han declarado que se conocieron hace un año. Por entonces Letizia era novia del presentador de la cadena de televisión CNN Plus, David Tejera, de 36 años, con quien, supuestamente, terminó su relación en mayo último.

La Casa Real restó importancia al anterior matrimonio de la próxima princesa. La boda fue por lo civil, y aunque la Iglesia católica se apresuró a aclarar que es como si no “hubiera existido”, en España el matrimonio religioso tiene validez legal, pues también se anota en el Registro Civil.

El teólogo Juan Antonio Estrada advierte que bajo el rigor de la ley de los hombres y la religión no se debe desdeñar el matrimonio civil: “Es un compromiso público, permanente y personal, que era lo que inicialmente se exigía a un matrimonio para ser cristiano”. 

OPERACIÓN PRINCESA 

La revista El Siglo dio a conocer los detalles de la “operación princesa”. Afirma que las “celestinas” de Felipe fueron el jefe de la Casa del Rey, Alberto Aza, amigo personal del director de Documentos TV, Pedro Erquicia, quien organizó la cena donde se conocieron los novios; José Antonio Sánchez, director general de Radio Televisión Española, y el periodista monárquico Luis María Anson.

A su vez, Tiempo asegura en un amplio reportaje que fue el príncipe quien se enamoró de la muchacha que leía las noticias en la tele y le pidió directamente un favor a Erquicia: “Organízame una cena en la que esté Letizia. Algo discreto para conocer a esa joven tan atractiva, tan simpática que le caía tan bien. La idea de sentar juntos a los más jóvenes mientras los mayores hablaban de sus cosas, era una jugada cuidadosamente estudiada. Funcionó. Letizia y don Felipe pegaron la hebra inmediatamente”.

La falta de transparencia en los detalles de la “historia de amor de cuento de hadas” que tanto gusta a la mayoría de los españoles que han dado el visto bueno a la prometida, ha provocado todo tipo de especulaciones.

Dice el escritor Serrano: “Hay autocensura, pero son los propios españoles los que han hecho el cerco informativo porque les gusta tener una Sissí (emperatriz de Austria idealizada en una famosa película) en la vida. Hoy en día, a pesar de todos los medios de comunicación que hay, se está desinformado porque todo se manipula”.

A diferencia de la censura aplicada sobre su propia monarquía, los medios españoles sí han informado sobre la supuesta relación homosexual del príncipe Carlos de Inglaterra con un mayordomo.

Cacho habla de la actitud de los medios españoles: “Es censurable e impropio de una democracia. Esta es una de las cosas que ponen en cuarentena a la democracia en España. No está justificado que en el Siglo XXI se haya establecido un pacto no escrito por el cual las cosas de la monarquía no se hablan. Una consecuencia de eso es que la monarquía ha hecho cosas que seguramente no habría hecho, de haber vivido en una sociedad libre para criticar determinados comportamientos”.

Para los republicanos convencidos, el anuncio del futuro matrimonio real acerca a España a la III República. El editor y escritor Ramón Serrano, compilador del libro 89 Republicanos y el Rey. ¿Es esta la España que queremos, de plano considera que la monarquía debe acabar:

“Ya que no ha sido posible terminar la monarquía que heredamos de Franco, no me parece bien seguir con una dinastía que no sabemos qué deparará para el futuro de España. Los españoles no tenemos que aceptar la monarquía porque dicen que es una garantía del orden. No, la garantía del orden está en nuestras instituciones democráticas.”

 Página de inicio