Cuando
la Unión Europea está en plena discusión sobre su futura Constitución viene
esta aportación. La laicidad, la aconfesionalidad, están en el debate y en los
medios de comunicación.
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Es
siempre fascinante notar el punto en el que nos encontramos en la construcción
europea, que debería incluir al principio como una dinámica, rodeada por
empujes nostálgicos o reacciones teológicas, la interpretación del sentido
profundo del término Unión. Más aún cuando ciertos representantes de las
diferentes confesiones en el panorama europeo no pueden admitir una sociedad que
deja la libertad a cada uno creer o no creer, en una relación personal con Dios
o sin dioses, aumentando las figuras obligatorias de digestión difícil o de
interpretación respetable pero limitada.
además “sumamente laica” en países de Europa donde ellos son la minoría...
¿Es
este el sentido al que apunta la demanda a la integración de la Cristiandad o
Dios sin precisión, en su introducción en la futura Constitución de Europa?
Cuando
las democracias de talante cristiano permitieron la creación de lo que será la
Unión, nadie consideró indispensable conservar esta opción, en nombre del común
iban a reconstruir el Viejo Continente, todavía magullado por tantas guerras
civiles o entre Imperios. Parece así paradójico, como el gobierno Británico
sugiere crear ceremonias alternativas civiles a las opciones religiosas, cuando
el debate europeo se desarrolla desde la regresión.
Turco, Los índices, prohibiciones, infracciones de derechos de pensar libremente
son numerosos.
¿Desde
esta realidad sería necesario imponer a Dios a estos europeos víctimas de
carnicerías y pogroms modernos? ¿Realmente es necesario impedir un proceso el
cual permita respetar su religión, cambiarla, abandonarla o no sin ser obligado
a pertenecer a alguien? ¿Deben los ciudadanos sin sus opciones, hombres y
mujeres, volver a cajas etiquetadas en nombre de “un suplemento de alma”?
No debe haber ningún tipo de cuestión para imponer creencias, todo debe ser argumentos a usar en la construcción de la Europa libre. No hay pregunta para dar un paso suplementario hacia el reconocimiento de las diferencias ni una pregunta de porción en la realización de una Unión necesaria. Debemos eludir las propuestas que tienen por objetivo simplemente el debilitamiento, reducir, la división, recrear las condiciones de turbaciones y de conflictos pasados. Con esto reforzaríamos a la mayor parte extremista y fundamentalista en una identidad cerrada, que obligaría a la vida en la reproducción de la forma de existencia de sus antepasados, desesperados de evolución o el cambio. La clonación religiosa no es más aceptable que la manipulación genética. La Constitución Europea debe proclamar la libertad de opción.
Los
masones hemos admitido en nuestras filas durante mucho tiempo a ciudadanos
libres, religiosos e incrédulos, en nombre de la Libertad de Conciencia. Por
ello nos posicionamos frente al intento de presencia de las creencias religiosas
tradicionales en la carta Magna Europea. El respeto debido a la Libertad de
Conciencia no puede hacerse desde la coacción.
Exactamente
debería constituirse como el espacio natural de coexistencia voluntaria, en el
respeto para las construcciones nacionales, para europeos realmente libres.
Entendemos la preocupación de las estructuras y las jerarquías eclesiásticas
que intentan preservar a sus fieles, pero consideramos sería un éxito
extraordinario que las Iglesias, en este momento exacto de nuestra historia, que
ellas fueran las abanderadas la tolerancia en el contexto europeo. Lo contrario
resucitaría conflictos internos inútiles y peligrosos.
coacciones.