Acto Público de
Unidad Cívica por la República
en el Ateneo de
Madrid el 11 de Abril de 2008
¿Por qué la República?
Intervención de Félix Arana
Compañeros y compañeras,
muy buenas tardes.
Pues, sí, aquí estamos, reivindicando la
República con el mismo tesón que aquel Alcoyano Club de Fútbol, que
perdiendo por 13 a 0 ponía tanto empeño en remontar el encuentro como
si acabara de empezar el partido. Porque moral no nos falta, porque
estamos convencidos, por razón democrática, que la República será una
realidad. Porque los valores en los que se sustentan los principios de
la República que aspiramos son consustanciales con la Democracia plena y
la aplicación efectiva de los Derechos Humanos. Porque todos somos
iguales en derechos y en deberes y no puede haber nadie por encima de la
ley, como sucede con la Monarquía española, impuesta por el fascismo
franquista, que mantiene privilegios hereditarios por razón de cuna en
flagrante contradicción con la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y que ostenta la Jefatura del Estado con poderes que no tienen
parangón en las democracias avanzadas.
Pero si un alto
porcentaje de la sociedad española considera la República como un modelo
de estado más democrático y más acorde a los tiempos que la monarquía,
si día a día se constituyen nuevos colectivos republicanos, aparecen
nuevos medios de comunicación digitales del mismo carácter; si, poco a
poco, vamos rompiendo el tabú de las críticas a la corona, a pesar del
castigo y las fuertes multas que, a veces, éstas ocasionan; si en cada
protesta y ante cualquier movilización de la izquierda surge la bandera
de la República como símbolo de reivindicación democrática; y en tanto
en los últimos cinco años se ha hablado más de República que durante
toda la transición, lo cierto es que, en el reciente proceso electoral,
las opciones republicanas, la izquierda que, aunque tímidamente, aún
conserva sus raíces republicanas, ha sufrido un serio correctivo.
En unas Elecciones
Generales a las que, dicho sea de paso, de nuevo, hemos asistido inermes
a otra representación falaz de la democracia, tras una campaña electoral
que, bajo una desmedida presión mediática y entre la banalidad, el
chascarrillo y las fútiles promesas de sus mensajes, se ha caracterizado
por su polarización, por las apelaciones al voto útil y a la utilización
del mensaje miedo por parte de las dos fuerzas políticas mayoritarias,
en el marco de una Ley electoral injusta, efectivamente, pero la misma
que, lamentablemente, la izquierda, aceptó y arrumbó en la gatera como
tantas otras cuestiones y principios ya en la transición, la misma con
la que la izquierda en otras ocasiones, cuando ésta se declaraba como
alternativa, obtenía unos resultados mucho más significativos.
No obstante, no me cabe la menor duda, que
en estas elecciones muchos republicanos, como en otras ocasiones nos
hemos encontrado ante una disyuntiva capital ante la falta de un nítido
referente político republicano, ya practicando la abstención, ejerciendo
el derecho al voto, en favor de tal o cual fuerza política de la
izquierda, o, sin mucha convicción, votando a unos para que no salieran
los otros. Esta es la gran lección que nos han dado estas elecciones.
Las consecuencias son de sobra conocidas, están a la vista de todos.
Compañeras y compañeros,
los republicanos somos corredores de fondo y no estamos derrotados. El
11 de marzo no se acabó la Historia y la vida sigue. El liberalismo
rampante, los problemas de empleo, de precariedad laboral, la falta de
vivienda, las hipotecas, la carestía de la vida, los salarios bajos, las
ínfimas pensiones, las trabas a la igualdad plena,
la
discriminación y el racismo; las ingerencias de la Iglesia Católica en
la esfera pública y en el ámbito de la vida privada de los ciudadanos;
el déficit democrático y las restricciones a las libertades; el
desmantelamiento de la empresa pública y las agresiones a los servicios
públicos esenciales, a la sanidad, a la escuela pública; la definitiva
recuperación de nuestra memoria; las implicaciones de España en el Nuevo
Orden Mundial, la existencia de tropas españolas en zonas de guerra al
servicio del imperio, la pertenencia a la OTAN y las bases extranjeras
en nuestro territorio, así como la monarquía, sus poderes y
privilegios..., siguen estando presentes en nuestra realidad cotidiana.
y, lamentablemente, no serán resueltos por el nuevo Gobierno del Sr.
Zapatero, máxime, si se confirma la deriva derechista que está tomando
el PSOE para esta legislatura, y como no es difícil aventurar, si hemos
seguido el reciente debate de investidura tras los guiños lanzados por
el Sr. Zapatero, al Partido Popular y a la derecha nacionalista con el
objeto de llegar a acuerdos con estas fuerzas políticas en materia
económica y fiscal, sobre el estado de la autonomías y el Poder
Judicial, sobre la política exterior y antiterrorista. Por ello, habrá
que estar vigilantes ante este nuevo período político que se abre y, si
es necesario, combatir sus políticas.
En este sentido, como
respuesta ante la crisis que nos anuncian y ante las regresivas medidas
que nos proponen, así como ante el agotamiento del modelo constitucional
surgido de la transición, es perentoria la conformación de una
alternativa republicana capaz de ir construyendo el entramado de la
futura III República Española. Alternativa en la que se vayan sentando
las bases políticas y sociales que posibiliten el cambio y, al tiempo,
que vaya creando un entramado de redes sociales y ciudadanas que,
organizadamente, impregnen en la sociedad la cultura y los valores
republicanos con el objeto de conseguir, al unísono, nuestros
propósitos, la III República.
Para ello, es necesario
que nos pongamos las pilas en cuanto a nuestra participación en las
organizaciones políticas, implicándonos en la tarea de contribuir a
promover una masa político-social fuerte que posibilite la construcción
de un proyecto político alternativo que represente al republicanismo de
izquierdas frente al déficit democrático, político, social, cultural, en
derechos y libertades que impregna esta democracia de baja intensidad.
Una alternativa, en definitiva, que rompa, sin ambigüedades, con el
modelo constitucional vigente porque los republicanos hoy nos sentimos
liberados de aquellos acuerdos de la transición que, entre el miedo y
la traición, nos fueron impuestos.
De la misma manera, es
fundamental nuestro trabajo en los movimientos sociales, en el barrio, y
en el tajo, desarrollando una labor pedagógica que vaya extendiéndose y
calando en la sociedad, y cuyos ejes sean la defensa de los Derechos
Humanos por encima de todo; la Paz frente a la Guerra; el Estado Laico y
la separación Iglesia-Estado frente a la intromisión clerical; el Estado
Federal frente al desigual desarrollo del estado autonómico; el
mantenimiento del Sector Público, de los Servicios Públicos esenciales,
la Sanidad, la Educación y la Cultura, especialmente, frente a cualquier
intento de privatización; la protección medioambiental frente al
desarrollismo depredador; la Igualdad plena frente a la discriminación;
la definitiva recuperación de nuestra memoria frente al olvido; la
austeridad y la honestidad en la cosa pública frente al despilfarro y la
corrupción. Todos ellos, como esencia de los valores republicanos
laicos, de Justicia, de Libertad, de Igualdad y de Fraternidad que los
republicanos propugnamos.
Porque, sin lugar a
dudas, la República llegará, los republicamos, cuando así sea, debemos
estar preparados, ser muchos más y armados en el plano intelectual,
político y social, porque, si no es así, la reacción, que también tiene
“su república” en la recámara, entonces, nos barrerá.
Igualmente, tampoco será
posible, si nuestro compromiso se circunscribe a una mera reivindicación
nostálgica de aquella ilustre II República, si nos limitamos a la
simple crítica a la corona con el objeto de promover sólo un cambio en
la Jefatura del Estado. De la misma manera, flaco favor haremos a la
República, si mientras, continuamos dilapidando tanto esfuerzo, tirando
por la borda tantas ilusiones, si los republicanos, que somos muchos los
que como tales nos declaramos, seguimos atomizados, mal avenidos,
dispersos en mil y una organizaciones. Entre los unos, más preocupados,
en ocupar un ridículo lugar en el sol del poder, en ocupar un ministerio
y en subsistir de las prebendas del sistema, en tanto se lamina la
pluralidad y cualquier disidencia. Y, entre los otros, instalados en la
“pureza dogmática”, el infantilismo revolucionario y el nihilismo
electoral, en lugar de ir conformando todos, una alternativa republicana
conforme a los ejes expuestos y que apueste, con valentía, por la
ruptura democrática, por la convocatoria de un Referéndum
Monarquía-República, por un nuevo proceso constituyente y por la III
República, desde el respeto mutuo, mirando al futuro, con generosidad,
sin resquemores y ni agravios del pasado, desde el reconocimiento de la
pluralidad de la izquierda y sobre bases de estricto funcionamiento
democrático.
En definitiva, creo que ese es el camino,
ahí está el reto. La III República será una realidad si conseguimos
implicar el máximo de fuerzas en esta tarea a una masa asentada en todos
los ámbitos de la sociedad, en lo político, en lo social y en lo
cultural. Si así lo hacemos, entonces, la III República llegará por
añadidura.
Para terminar, sólo añadir, que, el
movimiento republicano, desde su compromiso con la causa de la República
y, asimismo, desde la independencia y la diversidad que le caracteriza,
sin duda, tiene, tenemos, como miembro que soy de UCR, una labor
importante a desarrollar en adelante. En fin, esta es mi opinión y creo,
con todo respeto a cualquier otra, que este es nuestro desafío.
Compañeros y compañeras. ¡Salud y
República! ¡A por la Tercera!
Ateneo de Madrid, 11 de
Abril de 2008.