Diario del Aire 12
de Mayo de 2007
Suelo prestar por lo general suma atención a las cartas suscritas en los periódicos
por los lectores, como es público y notorio para quienes sigan este modesto DdA.
Máxime si quienes lo hacen son personas mayores y hacen constar en sus escritos
algún rasgo definitorio de su trayectoria vital o de la indiferencia, marginación
u olvido a que los somete esta vertiginosa y desconsiderada sociedad nuestra, idólatra
de la juventud. La misiva que sigue la firma don Gaspar García García, apareció
en el diario El País el pasado miércoles y hace referencia a unas
circunstancias, alojadas en la amarga memoria de la Guerra Civil, a las que se
vio abocada la generación de la que don Gaspar es un lúcido y nonagenario
sobreviviente y por la que siento, como descendiente y conciudadano, el máximo
cariño y respeto:
Acabo de cumplir 93 años y todavía sigo preocupado por la guerra incivil
en la que participé. Recién alumbrado el año 1936 inicié el servicio
militar, jurando la bandera roja, gualda y morada republicana, la que mis
superiores me instaron a defender hasta la última gota de mi sangre si fuese
necesario. Al estallar la guerra, esos mismos superiores, cuando mi compañía
era conducida al frente, ordenaron cambiar la bandera que habíamos jurado
defender por la roja y gualda de los rebeldes que, a la postre, defendería
hasta caer herido y hasta la muerte muchos de mis compañeros a pesar de no
haberla jurado nunca. Después de tantos años siento todavía el yugo que me
suponía obligado cómplice de la conspiración de mis jefes militares. Ellos
rompieron mi propio juramento y me forzaron a rebelarme contra él. Reivindico
la memoria de aquellos tiempos y, sobre todo, recuperarla para honrar a tantos
asesinados y enterrados por la barbarie planificadamente exterminadora de los
vencedores en cunetas, huertos o parajes, que viejos como yo aún recordamos.
Nunca me he sentido vencedor, detesto mi servicio a una bandera impuesta durante
casi 40 años por un régimen de miedo, perversión, crimen, atraso e ignominia.
Ahora lo importante es que esto lo sepan los niños desde que entran en la
escuela: la memoria que nunca se debe perder para desechar las guerras a base de
democracia y mantener la esperanza viva que generó el 14 de abril de 1931. La
guerra no fue una consecuencia de la República, la guerra fue planificada por
fuerzas civiles, militares y de la iglesia católica que exterminaron el
progreso, la democracia y la libertad inherentes al desarrollo en paz de la II
República.
El pasado 14 de abril, fecha conmemorativa de la proclamación de la Segunda República
Española, don Francisco Frutos, secretario general del Partido Comunista, no
vio publicado en el diario El País el artículo que, a instancias de
los responsables de la sección de Opinión de ese periódico, le fue solicitado
para tal fin. Según la Secretaría de Comunicación del citado partido, la única
explicación dada por el diario ante las reclamaciones del PCE es que posiblemente
hubiera muchos artículos y no se pudo publicar, algo que para los
comunistas denota un ejercicio claro de censura. Como creo que don Gaspar García
García se lo merece, por confiar sus vivencias republicanas a un medio capaz de
silenciar por otro lado lo que podrían ser también sus expectativas y las de
muchos ciudadanos para quienes la república comporta mucho más que una mera
nostalgia o una distante y distanciada rememoración, les enlazo a quienes
tengan interés por el artículo del señor Frutos con el último número de la
revista Mundo
Obrero donde sí aparece publicado. A juicio del lector queda dilucidar qué
ideas de don Francisco no caben en el prestigioso diario independiente de la
mañana.