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La Corona: un debate necesario

 

José Antonio Flores Vera

Granada Digital 6 de Agosto de 2007



Más allá del debate que –voluntario o involuntario- ha desatado la revista “ El Jueves”, es muy necesario que la cuestión monárquica se perfile como un tema de la agenda política, o al menos, - y sé que no es igual -, como una cuestión que ocupe espacio en el meollo mediático.

Para ello sería muy necesario que la Monarquía española dejara, durante algún tiempo al menos, de ser protegida por la inmensa mayoría de los medios de comunicación del Estado, haciendo las lógicas excepciones de los medios nativos de los lugares en los que el Estado comienza a hacer aguas. De esa forma podríamos, a modo de observatorio sociológico, comprobar cómo se desenvuelve la institución real, sin los andamiajes sólidos de ese apoyo, en ocasiones cursi y rosáceo. Sería entonces cuando comenzaríamos sosegadamente a elaborar un debate sobre la necesidad de la continuidad de la Corona.

La Casa Borbón, en mi opinión, y por lo leído en los manuales y libros de historia, no ha sido casi nunca un dechado de virtudes. Plagada de gobernantes mediocres, esta Casa ha visto en dos ocasiones la puerta de salida para luego volver por unas causas u por otras, España se levantó un día republicana en abril de 1931 y una guerra ilegal y fraticida borró los sueños republicanos para instaurar un régimen dictatorial. Ese régimen, es decir, su dueño y señor, nombró al que sigue siendo el Jefe del Estado de un país democrático y lo suficientemente maduro, tras casi 30 años de Constitución democrática y a decir verdad la imagen actual de la Corona española, lejos de ser ya la institución mediadora que le atribuyeron, hoy día no es más que pasto de portadas de revistas del corazón, prensa sensacionalista y lectura favorita de personas desocupadas o desinformadas, produciendo un vasto rechazo esa imagen a mitad de camino de glamour y comedieta familiar que ofrecen cuando veranean o esquían, algo que no casa demasiado bien con una España que naufraga ante una inestabilidad económica con mucho contenido mileurista.

Estando ya como estamos en pleno siglo XXI, el debate más tarde o más temprano tendrá que llegar, pero no ya provisto de un intercambio monarquía/república sino como un debate basado en la razón y en la necesidad de que cualquier ciudadano pueda tener la constancia y la seguridad de que la cosa pública es cuestión de todos y todos en igualdad objetiva hemos de ser corresponsables de la representatividad de las instituciones sin que existan privilegios por motivos de cuna o de tradición. Es razonable comenzar a debatir sobre todo eso

 

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