KOSOVA

 

"¿Cuáles han sido los principales logros de la lucha noviolenta en Kosovo?" pregunté a uno de los principales comentaristas políticos de Kosovo. "El rechazo a ser provocados", contestó. Eso fue en Febrero de 1993 durante mi segunda visita a Kosovo. Cinco años más tarde, la policía serbia, los paramilitares y militares están llevando a cabo el tipo de actuaciones que las estrategias noviolentas kosovares habían diseñado evitar. Esas fuerzas atacan las poblaciones hasta que sus habitantes huyen, luego las ocupan robando, espoliando y destruyendo hogares. Actualmente puede haber más de 327.000 personas albanesas desplazadas más unas 20.000 serbias. Nadie sabe cuántas personas han muerto desde la primera ofensiva serbia a finales de Febrero, pero está claro que muchas son no-combatientes, demasiado jóvenes, demasiado viejas, demasiado enfermas para luchar, y también hay informes de tumbas de enterramientos masivos.

Hasta que llegaron las primeras atrocidades serbias, el Ejército de Liberación de Kosova (UÇK) era un grupo pequeño; una mezcla de quienes siempre apoyaron la lucha armada, antiguos soldados del ejército yugoslavo, exiliados que habían retornado, activistas desilusionados del partido dominante albanés de Kosovo (la Liga Democrática de Kosovo, LDK), y uno o dos dirigentes rurales. Con menos de 200 miembros se habían llevado a cabo ataques sorpresa contra la policía serbia desapareciendo después, se había asesinado cierto número de personas albanesas "colaboracionistas" (algunas de las cuales eran simplemente trabajadoras del estado serbio), y hacia finales de 1997 tuvieron cierto éxito en enfrentamientos armados contra la policía serbia asegurándose de que la policía se quedara fuera de ciertas áreas y que para volver a entrar fuera necesario usar la fuerza. Después de la primera ofensiva serbia, miles de personas quisieron unirse al UÇK. Parecía que la autodefensa armada era la única opción del momento, y la condena internacional de Serbia hizo pensar a las personas entusiastas del UÇK que quizás una guerra corta en Kosovo conseguiría lo que ocho años de lucha noviolenta no pudo. Esto fue una ilusión decepcionante.

El duro debate entre los gobiernos del Grupo de Contacto acerca de no permitir otra Bosnia, dio una pausa a Milosevic en el periodo de Mayo a Julio. El Ejército de Liberación de Kosova (UÇK) utilizó estos días para inquietar a Serbia declarando controlar 40% del territorio de Kosova, mostrando a los periodistas las "zonas liberadas" y aclamando representar a toda la población albanesa de Kosovo e incluso más. Sin embargo, durante Julio y Agosto las fuerzas serbias han sacado al UÇK de sus "fortalezas" una tras otra, y evidentemente se han convertido en una facción dividida como cualquier otro elemento político kosovar. Actualmente hay informaciones de poblaciones enteras pidiendo al UÇK que se vaya y devolviendo las armas repartidas por UÇK: la presencia del UÇK solo sirve de provocación, son incapaces de proteger a la población.

Si la lucha armada ha probado ser catastrófica, Kosovo es también una evidencia de la incapacidad de los gobiernos internacionales para la "prevención de los conflictos". Ya en 1988 había señales de una posible guerra en Kosovo y de un peligroso resurgir del nacionalismo populista serbio que había situado a Kosovo como su objetivo más importante. El hecho de que Serbia no haya entrado en guerra hasta ahora tiene poco que ver con cualquier tipo de prevención de conflictos por parte extranjera, es más bien el autocontrol de la población albanesa el que ofrecía una oportunidad que se ha desperdiciado.

Hace nueve años Milosevic le retiró a Kosovo los derechos autonómicos que tenía anteriormente. El objetivo principal de Serbia era reclamar Kosovo vista como cuna de la civilización serbia así como el lugar de las minas más ricas de la república. Esto significó la retirada de lo que había conseguido la población albanesa durante los 15 años de autonomía, para "proteger" a la minoría serbia cada vez menos numerosa (restaurando además los privilegios en materia de empleo para la población serbia), e intentando rectificar el balance demográfico. Se aprobaron una multitud de normas. En el terreno económico se prohibió que la población serbia vendiera propiedades a la albanesa, se comenzó a trasladar fábricas a otras partes de la república, y se despidió de su puesto de trabajo unas 127.000 personas, más del 70% de personas empleadas en Kosovo. Mientras tanto se ofrecían incentivos a las pocas personas serbias y montenegrinas que quisieran irse a vivir a Kosovo. La educación fue un objetivo central ya que el sistema educativo era considerado como una fuente del resurgir cultural albanés en Kosovo y la universidad como un nido del nacionalismo kosovar. Belgrado impuso un plan de estudios serbio uniforme para toda la república. Cuando la población albanesa rechazó enseñar ese curriculum, primero se quitó el sueldo al profesorado, después la policía entró en las escuelas y en la universidad y las cerró en Septiembre de 1991. La fuerza policial, por supuesto, se extendió (a pesar del despido de policías oficiales albaneses) y se implicó en una variedad de tácticas represivas diseñadas para humillar a la población albanesa de Kosovo o para llevarla hacia la violencia.

En pocas palabras, la vida en Kosovo tomó el carácter de una ocupación.

Mientras la prensa serbia agitaba propaganda deshonesta y generadora de odio, la población albanesa afirmaba su dignidad y demostraba que "nosotr@s no somos tal como nos presentáis". La respuesta noviolenta de la población se basaba en tradiciones de autodisciplina y solidaridad social, y en una nueva identidad como "europe@s modern@s", esperando que el resto de Europa recompensara su noviolencia como ya se había hecho en otros lugares de Europa del Este en 1989.

El periodo entre Noviembre de 1988 y Octubre de 1992 vio una variedad de manifestaciones. La más motivadora fue una huelga masiva de hambre en Febrero de 1989 realizada por mineros en el fondo de sus pozos contra el despido de dos dirigentes del gobierno provincial. Cada vez más, el carácter de las manifestaciones fue impregnándose de noviolencia y comenzó a organizarse asimismo como movimiento de independencia. En Septiembre de 1991 se realizaron elecciones generales no oficiales en las que casi el 90% de la población votó por la independencia de Serbia. Cuando las manifestaciones masivas en las calles se hicieron demasiado arriesgadas, se hicieron manifestaciones dispersas más seguras: golpear cacerolas para señalar el comienzo del toque de queda, velas encendidas en las ventanas como homenaje a la última víctima de la violencia policial, y una variedad de otros métodos.

El principal empuje del movimiento noviolento en Kosovo, sin embargo, fue organizar la vida albanesa al margen del estado serbio. Los ejemplos más difundidos de esto han sido el sistema educativo y el sistema voluntario de impuestos que lo sustentaba. Más de 300.000 estudiantes y más de 18.000 profesores/as han continuado con el sistema educativo de acuerdo con el plan de estudios desarrollado en los años de la autonomía kosovar. Esto está organizado sin contar con ningún apoyo económico por parte de las autoridades serbias, sí con sus trabas, y generalmente en instalaciones inadecuadas. Los edificios estatales de escuela primaria a los que tiene acceso la población albanesa están segregados, les falta equipamiento, tienen cristales rotos en las ventanas y calefacción improvisada. Algunos colegios de educación primaria (40 de 441), casi todos los de educación secundaria y toda la universidad han tenido que encontrar instalaciones privadas para sus clases: casas vacías, garajes, tiendas, salas de espera en las consultas médicas. Tanto las aulas privadas como las públicas están masificadas. La policía acosa al profesorado, al alumnado a madres y padres e incluso a quienes recogen los impuestos voluntarios y facilitan las instalaciones. Hasta los recientes desórdenes, el 70% de los ingresos de la autoproclamada "República de Kosova" se recoge dentro del territorio, el resto proviene de albaneses que trabajan en el extranjero, y el 90% de ello se gasta en el sistema educativo.

El sistema kosovar paralelo de salud (principalmente formado por la red de clínicas "Madre Teresa") es otro caso de autoorganización noviolenta de cara a la discriminación serbia. Las autoridades serbias intentaron negar el tratamiento a pacientes en lengua albanesa al igual que despidieron a la mayoría del personal médico y cerraron muchas clínicas. La primera clínica Madre Teresa se abrió en 1992 y al principio funcionaba exclusivamente con trabajo voluntario y con donativos de empresas locales. Ahora hay más de 90 clínicas, reciben apoyo económico internacional y durante los últimos pocos años algunas personas serbias han elegido ser tratadas en ellas en lugar de en clínicas estatales. (Merece la pena resaltar que aunque la mayoría de la población albanesa en Kosovo es musulmana, el movimiento no ha sido dividido a causa de la religión: ninguna figura ha sido tenida en mayor estima en Kosovo que la albanesa católica Madre Teresa)

Los problemas con la estrategia de noviolencia han consistido en ser excesivamente pasiva y poner demasiada fe en gobiernos extranjeros.

La pasividad tiene dos aspectos: primero, la resistencia a emprender una confrontación noviolenta bien preparada; segundo, una falta de dinamismo para promover otras formas de autoorganización, especialmente en áreas rurales y en la vida económica de Kosovo. Sin una estrategia más firme, al movimiento noviolento en Kosovo le ha faltado el sentimiento de poder proyectar su lucha. Al mismo tiempo, la mayoría de los gobiernos extranjeros no han querido comprometerse con la población albanesa de Kosovo ni ver su noviolencia como una forma de prevención de conflictos en sí misma a la que garantizar su apoyo.

Desde octubre de 1992 hasta Octubre de 1997, el partido dominante albanés (Liga Democrática de Kosova- LDK) no hizo ningún gesto de apoyo a las masivas manifestaciones. Hubo algunos intentos de reclamar edificios escolares, y una manifestación de protesta (organizada por mujeres en Abril de 1996 después de que la policía matase a un estudiante), pero el tono general era que lo que se consiguiera con las manifestaciones no merecía la pena en términos de la violencia y represión que podía generar. Hace un año, el sindicato independiente de estudiantes UPSUP retó esta actitud. A pesar de los avisos de Ibrahim Rugova (dirigente del LDK), siguieron adelante preparando manifestaciones masivas para señalar el comienzo del nuevo año académico. La respuesta policial fue brutal. Tan brutal que por primera vez el Patriarca Pavle se quejó acerca de la violencia en Kosovo. Pero los estudiantes se convirtieron en el centro de atención de los periodistas y diplomáticos internacionales que estaban de visita. Su mensaje era firme y claro: tenemos derecho a una educación completa y no podemos seguir esperando más. Contrastaron su "noviolencia activa" con la "noviolencia pasiva" del LDK, y encontraron amplio apoyo, primero en Kosovo, después internacionalmente, y sorprendentemente en algunos sectores de Serbia, especialmente de estudiantes.

Ocultos por la sombra de las guerras en otras partes de la ex-Yugoslavia, ha sido este año cuando Kosovo se ha puesto en el centro de la atención internacional con la erupción de la violencia. A lo largo de los años 90 ha habido innumerables resoluciones internacionales condenando la administración serbia de Kosovo, sin embargo Kosovo no ha estado representado en las más importantes conversaciones sobre el futuro de los Balcanes.

Occidente ahora espera abrazar a Ibrahim Rugova como compañero de negociaciones más aceptable que el UÇK, cuando durante años le han tenido fuera de su agenda así como su petición de independencia (o al menos ser Protectorado de la ONU).

Los gobiernos extranjeros generalmente tienen como principio evidente que Kosovo tiene que "permanecer" parte de la Yugoslavia federal olvidando que la antigua federación ya no existe como tal y no quieren contemplar la idea de que, a través de la monstruosa lista de violaciones de los derechos humanos, Belgrado debería perder el derecho a cualquier reclamación sobre Kosovo.

Por otro lado, la misma población albanesa en Kosovo no solamente tenía expectativas irreales de lo que se ha llamado "la comunidad internacional", sino que las han perseguido hasta el punto de descuidar apoyos que podían haber conseguido más cerca. Es comprensible que vean con recelo el diálogo con grupos en otras partes de la República Federal de Yugoslavia (solamente hay un puñado de personas serbias que han defendido constantemente los derechos de la población albanesa) pero la población albanesa de Kosovo ha tenido la tendencia a centrarse demasiado en el objetivo de la independencia, en lugar de ver que la autodeterminación, como la paz, es un proceso que tiene que ser construido. También, se debe añadir; que el significado dominante de "independencia" ha sido bastante nacionalista, con un escaso apoyo a las preocupaciones de la minoría serbia.

Es difícil ver lo que nos trae el futuro. Hace un año, se hablaba de que la élite de Belgrado se había resignado a perder Kosovo: sólo era cuestión de cómo. Uno podría sugerir que, sean cuales sean los problemas de la lucha noviolenta, ha tenido éxito en el objetivo clave de erosionar la voluntad del opresor. Por consiguiente, a pesar de las acusaciones de terrorismo al UÇK, las acciones serbias en Kosovo no tienen el carácter de una cruzada (al contrario de lo que fueron las concentraciones nacionalistas masivas hace 9 o diez años) sino más bien son un castigo a la población albanesa, quizás preparando el camino a algún tipo de partición. Me temo que es demasiado pronto para que el pueblo albanés vea el fin de su ilusión de liberación a través de la lucha armada, con una nueva estrategia noviolenta surgiendo de las cenizas. En este momento, todo lo que es posible son pequeños pasos en esa dirección.

 

Septiembre 1998.

 

Howard Clark vive en Madrid y es investigador becario de la Institución Albert Einstein.

Desde 1985-1997 fue coordinador de la Internacional de Resistentes a la Guerra.