EL ¿AZAR? EN EL DISCURSO.

 

El siguiente artículo podría "revolucionar" conceptos y prácticas político-sociales bien acomodadas en el Discurso. Podría también, introducir el azar en la repetición establecida como verdad a propagar hasta la saciedad.... Al menos, esperemos que no sirva para volver a la impuesta deriva, a lo Mismo.

En la elaboración de "nuestro" discurso como colectivo, acerca de la conversión de la industria militar, hemos ido incorporando con mayor o menor acierto diversas "verdades" como templos, diferentes muletillas progresistas que hoy se tambalean ante nuestra negación a la normalización. Sin tener claro si abandonamos o no parte de los mensajes asimilados y proyectados en el pasado y presente inmediato (como principio estratégico), nos embarcamos en otras lindes que el devenir, el azar, la estructura o el universo interestelar nos hacen percibir como más acorde con nuestra práctica y aprendizaje contínuo, al que por cierto, nos somete esta involuntaria existencia.

Posiblemente, las nuevas razones, justificaciones y mensajes sean ramificaciones de lo que ahora estamos dispuestos a relegar. Como no se sabe, este es el momento de lanzarnos al abismo.

 

Procedimientos positivos de exclusión.

Presuntamente libres en nuestro desarrollo teórico, durante tiempo, y como voluntarios obligados de los procedimientos positivos de exclusión que los mecanismos del poder proyectan sobre la "realidad", hemos mantenido como propio (como un conjunto de singularidades sometidas a prácticas colectivas) un discurso que ahora se nos cae encima.

Tras la censura y el silencio propios de planteamientos negativos del poder, hemos sido seducidos por la afirmación, de la que participábamos en "aras de la Verdad". Tras una aparente radicalidad carente de un horizonte mas sugestivo y ambicioso, se esconde una subsunción conceptual y a veces pragmática de lo que hasta hace poco ha sido nuestro quehacer.

Cambiamos de rumbo, arrojamos parte del pasado por la borda, aún a pesar de someternos a la guillotina de la incertidumbre: ¡ya no somos un colectivo que trabaja por la conversión de la industria militar!.

Suenan tambores y trompetas; se abre el telón y se construye sobre anteriores estratos una ¿nueva realidad?...

 

De la fusión y otros estilos

Este viejo mundo penetrado en su práctica totalidad por la lógica del capital, defendido por ejércitos, policías y verdugos protectores y servidores de la ciudadanía, gobernado por una clase política abyecta sometida al imperio del dinero, no termina de dar sorpresas. Elevada a rango superior, la racionalidad se despliega en una tabla de valores y se desenvuelve cierta cotidianeidad conocida como globalización.

Observando la tendencia del mundo macroeconómico, podríamos llegar a muchas conclusiones y reflexiones. Esta que aparece puede ser una de ellas.

Quienes imponen el llamado "Nuevo Orden Mundial", no suficientemente contentos con las graves consecuencias que imponen sus capitales financieros, ni con los millones de seres humanos muertos y degradados, transformados en números de cuenta bancaria, siguen apretando el yugo al cuello.

Lo que ahora se lleva, lo más rentable y chic de la moda globalizante es la macrofusión, no de jazz: de multinacionales. En el desarrollo de esta nueva fase del capitalismo se impone esta tendencia irremediable para no perder cota de mercado. Como ocurre en las compañías de seguros, en la banca, en las químicas, las empresas de armamento configuran un panorama igualmente desolador: copar el mercado mundial de armamentos, competir con otras macroestructuras fusionadas, reducir costes, capitalizar empresas en base a inversiones de carácter material de tecnología punta, ser capaces de crear productos lo más mortíferos posible, con costes asumibles, con la mano de obra imprescindible, omitiendo las variables que puedan debilitar sus enormes dividendos... es el nuevo paradigma. Lo que vendrá a continuación es fácilmente imaginable.

Algunos autores profundamente liberales, piezas imprescindibles del rompecabezas, han dado nombre a esta situación que ya es perfectamente visible y previsible: "proceso darwiniano". Reducir las complejas dinámicas de este mundo nuestro, a una concepción puramente económica, es lo que hizo un tal Manfred Sadlowski. Con la frialdad de un témpano de hielo, aseguró que ha de contemplarse la futura crisis como un proceso traumático pero selectivo, donde sobrevivirán los mejor dotados. Esta postura por la que los economistas se sienten muy atraídos, reduce a las personas y a la naturaleza a la nada. Nuestro bienestar es postergado indefinidamente al desarrollo imparable de las mismas fuerzas productivas que generan nuestra miseria. Y es que los sentimientos denotan debilidad. Con el sufrimiento ajeno, el mundo de las finanzas conquista el Universo.

En pocos años asistiremos a momentos históricos en los que el dolor tendrá su rostro más duro. Millones de personas sufriremos todo tipo de calamidades, atrocidades, vejaciones y penurias, en pro de un mundo de reducidos privilegios. Entre quienes sufren podremos estar cualquiera de nosotr@s, sin distinción.

 

Entrando en harina.

En este maremagnum de complejidades, surgen propuestas , se orientan los discursos y se intenta, al menos de forma teórica, planificar el sufrimiento del corto plazo: ¿que va a ocurrir con las pequeñas empresas, también las de armamento?. Aquellas que tengan graves problemas estructurales por su reducido tamaño, nivel técnico medio y total dependencia de un sólo cliente (cualquiera diría que estoy hablando de cierta industria española de armamento) se veran ante una doble encrucijada:

- invertir en tecnología punta adquiriendo aquellos activos que se vendan a bajos precios o fusionándose con otras empresas, o

- en el "peor" de los casos, venderse a precios de saldo o intentar, como última ratio, diversificarse hacia el sector civil.

Y aquí es donde queríamos llegar.

Surgen diversos programas internacionales que pretender hacer frente a los problemas derivados de las macrofusiones, de sus macrofusiones. Surgen remiendos para los grandes rotos; cómplices remiendos. Programas centrados en la conversión de la industria militar, auspiciados bajo supuestos parámetros éticos y morales comienzan a desarrollar toda una amalgama de justificaciones en pro de la conversión.

De repente son varios los sectores civiles que ofrecen perspectivas favorables para la conversión. Se definen las fases ("inventario de instalaciones existentes, identificación de los productos civiles alternativos, realización de estudios especializados para determinar la posibilidad de fabricar dichos productos en las instalaciones convertidas, formar el personal para desarrollar los nuevos trabajos, realización de estudios de mercado para comprobar la existencia de demanda para los nuevos productos a fabricar, establecer redes de comercialización" (Instituto Español de Estudios Estratégicos, -Cuadernos de estrategia 75, pág. 26-) y se buscan los instrumentos financieros adecuados que podrán iniciar el desarrollo de una nueva Verdad, antes incluso de que se haya gestado antagonismo alguno. ¿Nos va sonando?.

La naciente industria medioambiental, la aeronaútica civil, energías renovables, aplicaciones informáticas, fibras ópticas, láser... se convierten en el maná de la nueva estrategia diseñada. Conversión y Diversificación, juntas en el mismo tren: una como intento de paliar lo que se avecina; la otra como una posibilidad de mejora de la rentabilidad.

El dinamismo de la tecnología obliga a invertir grandes sumas de dinero para conseguir un nivel tecnológico aceptable. Las inversiones en I+D (investigación + desarrollo) también limitan los tipos de armamento: la construcción naval militar y la producción de material terrestre pesado (carros de combate, blindados, artillería...) y ligero (fusiles, morteros...) padecen una situación crítica frente a los sectores de alta tecnología como el aeronaútico, aeroespacial, electrónico e informático.

El alto nivel tecnológico reduce sustancialmente la mano de obra necesaria. La globalización destruye empleo por eliminación de empresas y reduce el sobrante a sus estrictas necesidades.

Separadas por un espejo, las gráficas de beneficios sonríen frente a las del empleo: reflejo inversamente proporcional. Mientras aumentan los beneficios, los empleos bajan.

El impacto social de esta realidad es aún más duro en regiones que tradicionalmente han sido elegidas para determinadas inversiones de carácter militar, que hoy son clausuradas. A veces, esta dependencia generada convierte a los pueblos y ciudades en estructuras que defienden a ultranza la presencia de lo militar en sus territorios. Estas estructuras de presión llegan incluso a provocar fuertes inyecciones de dinero a empresas con grandes pérdidas, con déficits crónicos, por el sólo hecho de ralentizar el sufrimiento que está al acecho. Se socializa el riesgo y la desesperación a costa del beneficio del capitalista.

 

La pugna por la cuota del "mercado dolor".

Esta reestructuración mencionada del sector industrial de defensa a nivel mundial, favorece asociaciones, fusiones, conversiones, diversificaciones y por supuesto, cierre de empresas.

Puede pasar que para regular los conflictos originados por la fusión de los grandes capitales, se pongan en marcha, por cortos períodos de tiempo, y con los días de glamour contados, nuevos estadios económicos, en los que bajo el manto de la hipocresía filantrópica de los magnates, se ofrezcan pequeños momentos de salvación.

Aquí, entonces, jugarán su papel los sindicatos. Al igual que la mayoría de las oenegés se están beneficiando del sufrimiento de buena parte de la población mundial, que sufre lo indecible a causa de siglos de colonialismo, guerras, matanzas, genocidios, bancos, fondos monetarios, acuerdos de comercio, en definitiva, que sufren las consecuencias del injusto mundo que es en esencia el legado capitalista, al igual que las oenegés se lucran bajo una supuesta ética que apesta a babosería dineraria, los sindicatos, en las empresasa de armamento, pugnan por la cuota del "mercado dolor".

Bien seguros de los devenires futuros, bien garantizada su parte del pastel del que son fieles defensores, los sindicatos representados en las industrias de armamento española, sin excepción, juegan los ases de la manga. Por un lado, partícipes de los planes de regulación de empleo, de los que suelen cobrar sustanciosas cantidades en concepto de negociación, y por otra, la repetición del discurso aprendido por los gurus, que repiten los operarios pretendidamente progresistas una vez lo han aprendido.

Haciendo alarde de progresía, de madurez ideológica, haciendo oídos sordos a críticas lanzadas en el pasado cuando aún no habían recibido la orden de Repetición del Discurso del Poder, comienzan a trabajar por la diversificación.

Apenas se sienten agredidos, muestran la coherencia de izquierdas; ¡los más alternativos! por ser capaces de producir energía eólica, discos duros de ordenador, bicicletas, aviones contraincendios... y una serie de productos que buscan asegurar los beneficios de las empresas que les dan de comer , que buscan la rentabilidad de quienes les contratan para encubrir la oscura e inquietante realidad y con el ánimo de mejorar la productividad, buscando sin más, no desaparecer del venerado mercado, contribuyendo a que "su" empresa se adapte de la forma más adecuada a la cambiante situación.

Las empresas diversificadas tienen mayores posibilidades de enfrentarse a coyunturas adversas. CC.OO. reconoce que "en la actualidad el tema de la Conversión ha pasado de un plano teórico, casi utópico, a la más apremiante de las realidades" ; " ambos procesos -Industria Militar y Conversión- deben ir enmarcados dentro de una política industrial global que fije el camino a seguir por nuestra industria en sus metas y en sus medios, y teniendo en cuenta todos los factores adicionales, entre ellos y prioritario, el Mercado Único" ; "No nos cabe ser utópicos, y por lo tanto tenemos muy claro que al menos por unos cuantos, muchos años, los ejércitos van a seguir existiendo" ("La industria de armamento en España; Secretaría Confederal de Política Industrial" 1991).

Sumisos sin condiciones, no dudan en legitimar aviones multimillonarios como el Eurofighter, fragatas, carros de combate, como tampoco desechan la rentabilidad que ofrece el mercado exterior, más que dudoso desde el punto de vista de los DD.HH. El internacionalismo de la clase obrera, que "tiende a suprimir paulatinamente las injusticias y los desequilibrios existentes entre las naciones del Mundo, para conseguir sentar las bases de una auténtica y definitiva Paz Mundial".

 

¿Y entonces, qué?

Procesos de conversión de la industria militar, realización de listados de productos civiles alternativos, posibilidades de diversificación y dualismo, análisis de la forma más óptima de gestionar los recursos económicos, infraestructurales y humanos de las empresas, realización de estudios de mercado especializados para comprobar la existencia de demanda, establecimiento de redes de comercialización... Es el triunfo de la repetición frente a la diferencia.

¿Deberíamos sumarnos a estas iniciativas? ¿Deberíamos ofrecernos a esta pantomima incluso a sabiendas de que vienen a parchear un sistema injusto y podrido desde su raiz?.

Decir que no es muy duro. Decir que si es un riesgo. Lo que nosotr@s digamos puede importar poco o mucho.

Negarnos a participar puede tener muy mala interpretación, más aún cuando el Discurso, empieza a ser asumido por ciertos investigadores para la paz y ciertos colectivos pacifistas.

Decir que sí, mientras se fortalece una industria de gigantes que ni el Quijote podría vencer, es prestarse a un juego cómplice, en el que tenemos, seguramente, todas las de perder.

¿La solución? Se nos olvidó la varita mágica. Quizá está en que debemos estar bien situad@s en todo momento, llevar, siempre que podamos, el control de todas estas pulsiones y si podemos, entre tantas cosas, favorecer una nueva organización social, que sea capaz de ver las consecuencias del silencio y la delegación.

Que nuestro no saber sea nuestra esperanza; esperanza transformada en potencia.