Cuentecito pedagógico para entender a la Organización Mundial del Comercio. - Tortuga
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Cuentecito pedagógico para entender a la Organización Mundial del Comercio.

Viernes.9 de enero de 2004 1977 visitas Sin comentarios
Miguel Ardanaz Ibáñez - Rebelión

Imagine que un día va al mercado y empieza a mirar los precios en la frutería. Con sorpresa se da cuenta de que ahora hacen las etiquetas de distinta manera. Un ejemplo: Naranjas -2,5 EUR el kilo, si es para la señora Engracia, 5 EUR el kilo, si es para la señora María-.

Por supuesto, la señora María, enseguida va a preguntar al frutero a qué se debe esa diferencia. Él, la mira con cara de sorpresa, y le responde, con un gesto que dice "todo el mundo lo sabe": Son las normas. Hemos puesto esas normas, y hay que cumplirlas...

Como no le queda opción, decide seguir las normas, que no sólo afectan a las naranjas, sino a todas los productos del mercado.

Y además, no es la única norma. Hay otras, como: cuando la señora Engracia quiera naranjas de la señora María, podrá quedarse con ellas, al precio más bajo. En caso contrario, que la señora María quiera las de la señora Engracia, lo podrá hacer pagando diez veces el precio más alto.

Otra norma curiosa es la siguiente: si la señora María dejara alguna basura en el mercado, será detenida y llevada a un tribunal. Además los precios de todo se le multiplicarán por tres. Si fuera la señora Engracia, será regañada y olvidado su descuido.

La señora Engracia es la persona más rica del barrio. Conforme pasa el tiempo su riqueza aumenta. Y la señora María cada vez es más pobre. La señora Engracia, de vez en cuando, regala alguna naranja a la señora María para mostrarle su solidaridad. En esos casos los vecinos hablan de lo generosa que es doña Engracia, y le hacen regalos para felicitarla, como cestas y sacos con kilos de naranjas.

En el barrio la gente se ha dado cuenta de que la señora María está llegando a la indigencia. De vez en cuando le llevan cafés y galletas. Otras le van a hacer compañía y se compadecen de ella. Por el barrio hay gente que se lamenta de su situación, pero que también recuerda que ha cometido muchos errores. Se casó con un marido equivocado, que era un borracho. No supo administrar demasiado bien su dinero. Y se pasa demasiado tiempo pensando en bailar y cantar, que es una de sus pasiones.

La señora María, un día, mientras comía un trozo de galleta pensó en voz alta: Y si cambiaran esas normas...

La historia de la señora María y la señora Engracia, con las matizaciones que fueran necesarias, se da hoy entre los diferentes países del mundo. Esa es la razón principal de que en los últimos años miles de personas hagan viajes larguísimos a diferentes partes del mundo, para reclamar que las reglas del comercio mundial cambien.

El momento más conocido de toda esta historia fue en 1999, cuando cientos de miles de personas se trasladaron a Seattle, en la costa oeste norteamericana, para hacerse presentes en la conferencia inter-ministerial que la Organización Mundial del Comercio iba a tener en esa ciudad.
Prácticamente la reunión no pudo tener lugar, debido a los incidentes que se produjeron en las calles. Las portadas de los telediarios mostraron como "vándalos del movimiento anti-globalización" habían roto escaparates, destruido mobiliario urbano... y creado el caos en la ciudad.

Ante la novedad, las inexactitudes eran muy grandes. Una de las características más importantes de la gente que fue a Seattle era que sólo coincidían en su petición de cambiar las normas. En el resto podían parecerse tanto como el día a la noche. Entre ellos, evidentemente había vándalos. Pero son una minoría. El problema es que es más llamativo para las noticias, veinte personas destrozando escaparates y tirando piedras a la policía, que cien mil personas manifestándose por una justicia global.

Cuando los manifestantes se encuentran a estas personas, por naturaleza propia, sólo pueden increparles con la palabra. Lo contrario sería usar sus propias armas. Y no.

Por último, matizar que estas gentes no están en contra de la globalización. Esta es inevitable. Con sus aspectos positivos y negativos. Su reivindicación es que ésta sea de otra manera para así potenciar los aspectos positivos y aminorar los negativos. Por eso el nombre anti-globalización es otra etiqueta externa ajena a la realidad. Se han
propuesto otros: anti- lobalización, haciendo referencia al tipo de globalización actual (como lobos...); solidarización, proponiendo el estilo
de otra globalización (con la base de la solidaridad); o últimamente se ha propuesto alterglobalización, que significa "otra globalización" con raíz latina.

Otro de los actores en esta historia es la antes mencionada Organización Mundial del Comercio (OMC a partir de ahora, en inglés WTO, por si lo leéis en algún sitio). La verdad es que es una organización bastante reciente. Nació en 1995. En ella se encuentran la mayoría de los países del mundo, aunque no todos, debido a que hay que cumplir unas normas bastante estrictas cuando te incorporas. El último fichaje "estrella" ha sido China.
Además, cuando te haces socio de este "club", ya no hay marcha atrás.

Cuando entras ya no puedes salir.

La OMC es la heredera de lo que se llamaba el GATT, un acuerdo entre muchos países del mundo para gestionar los intercambios comerciales entre unos y otros. Este acuerdo comenzó tras la segunda guerra mundial, plasmando las ideas económicas de un economista muy famoso en aquella época: Keynes. Éste veía muy importante que hubiera una cierta intervención del estado que
corrigiera los desequilibrios que producía el sistema de mercado (que es como se organizan hoy todos los intercambios). Para ello, propuso, que también hubiera algo así como un gobierno mundial, que se encargara de estas correcciones. Para ello propuso tres organizaciones. Algunas os sonarán: el Fondo Monetario Internaciona

l[1] (FMI), el Banco Mundial[2] (BM) y la Organización Mundial del Comercio.

Las dos primeras se hicieron enseguida, y por así decirlo, ya son "cincuentonas", pero la OMC necesitó cincuenta años para poder crearse. Mientras tanto se funcionó con eso que llamamos el GATT.

La OMC es, en teoría, la organización internacional más democrática del mundo. Cada país tiene un voto. No ocurre como en el Banco Mundial, donde
se utiliza lo que se llama el " sistema de sillas": este hace posible que el voto de Estados Unidos valga más de diez veces que el voto de España, el
voto de Japón el doble que el de China, o el de Francia o Alemania el triple que el de India o Brasil. El dinero manda.

Es incluso más perfecto que el de las Naciones Unidas, donde cada país tiene un voto, pero además hay un consejo de seguridad donde hay países con derecho de veto y posiciones permanentes. ¿Cuál es el problema entonces? En
la OMC nunca se vota, con lo cual da igual que cada país tenga un voto. Se utiliza lo que se llama el "sistema de consenso". Consensuar todas las
decisiones es algo que a primera vista suena muy bien. Pero veamos como se hace: Primero, lo que se denomina el quad (EEUU, la Unión Europea, Japón y Canadá) llega a un acuerdo; después, éste se les propone a unas cuantas de las naciones más poderosas que no están en el quad (India, Brasil o
Indonesia, por ejemplo) en reuniones "miniministeriales" a las que no son invitados todos los estados. Una vez que se llega a un acuerdo el círculo se amplía, finalmente se lleva al plenario de la OMC, donde es aprobado.

Normalmente, la redacción de partida que hace el quad es muy parecida a la que se aprueba al final con muy pocas modificaciones.

Además, en estas "mini-negociaciones" las presiones de los países del Norte sobre el Sur son muy fuertes, así como las de las multinacionales.

Otro problema de estos consensos es que necesitan una cantidad tremenda de reuniones. En el año 2002 se realizaron ¡5224 reuniones! en diferentes países. Esto también necesita una cantidad ingente de funcionarios. Todo esto para los países del tercer mundo es imposible. En la reunión
inter-ministerial de Doha, Haití no pudo mandar a ningún delegado, mientras que Estados Unidos mandó a más de quinientos.

El momento central de la vida de la OMC son las cumbres inter-ministeriales, donde, como dice su nombre, se juntan los ministros de economía de los países socios. Hasta ahora ha habido cuatro: Singapur (1997), Seattle (1999), Doha (2001) y la última realizada en el 2003 en Cancún, en Méjico.

La última reunión, al igual que la de Seattle fue un completo fracaso. ¿A que se debió éste? De manera general, podemos decir que la segunda parte del consenso no funcionó, es decir, cuando los países del quad hablan con esos otros que no están en él, el acuerdo no resultó. Esta vez hicieron un grupo, que la prensa llamaba el G-22, donde estaban países como Argentina, China, India, Sudáfrica o Brasil. Estos denunciaron que la "agenda" de la OMC sólo beneficiaba a los países desarrollados.

¿Y cual es esta "agenda"?

Ésta es compleja y difícil de describir en su extensión. Sólo daré algunas pistas.

Uno de sus puntos centrales es el tema de la agricultura. Los gobiernos de los países del Norte dedican actualmente más de mil millones de euros al día a las subvenciones agrarias. Seis veces más de la ayuda al desarrollo que proporcionan estos mismos países. Esto hace imposible que se de un
comercio normal entre los países. Si usted es agricultor, pensará: -lo que me faltaba, que me quiten la subvención. Pero éste no es el caso. Por lo
que protestan las ONG’s no es por las subvenciones a los pequeños y medianos agricultores de Europa y EEUU, sino por estas ayudas a las grandes plantaciones que no las necesitan. Intermón mostró el ejemplo muy claro:
una única plantación algodonera en Arkansas recibió en subvenciones de la Administración americana el equivalente a los ingresos de 25 mil
agricultores de Mali.

Otro tema importante es el de las patentes. ¿Se puede privatizar algo que puede salvar la vida a las personas? Es evidente que los descubrimientos
científicos deben tener un tiempo de exclusividad para que la inversión que realizan las empresas merezcan la pena. Pero hay algunos casos es que esto no puede funcionar así. Uno de estos casos es el de las medicinas. Y sobre todo el de las medicinas de las que dependen vidas. Medicinas para el SIDA o la malaria son un ejemplo. Estas alcanzan precios que es imposible que pague cualquier ciudadano del Sur. En la anterior cumbre de Doha se llegó a un acuerdo respecto a esto. Pero una vez más, los acuerdos se han incumplido. Un último tema podría ser el de los impuestos ligados a las exportaciones, un tema que está relacionado con los anteriores. Es curioso que en el comercio internacional ocurre justo al revés que entre nosotros.

En nuestros países los impuestos están ligados a lo que ganas. Cuanto más dinero tienes o ganas, más impuestos pagas. En el comercio internacional,
asombrosamente, pasa al revés. Los más pobres pagan más. Por ejemplo, los impuestos que paga Bangladesh al exportar a EEUU son catorce veces los que tiene que pagar Francia, a pesar de que los ingresos medios en Francia son catorce veces los de Bangladesh.

Estos, y otros muchos temas son los que centraron las negociaciones. El acuerdo fue imposible. Una vez más la agenda volvía a beneficiar a los
ricos. Y esta vez algunos se " plantaron". Lo cierto es que la situación es crítica. El acuerdo, lo que tenía que hacer era mejorar, y simplemente, no
empeoró.

Según escribía un periodista norteamericano a principios de este siglo, el planeta en este momento tiene dos superpotencias: los Estados Unidos y la
opinión pública mundial. Que esta última tenga un papel decisivo es cosa de todos.

[1] La tarea del FMI, por ejemplo, consistía en asegurar que en períodos de declive económico, como el registrado durante el período de entreguerras, los países no intentaran solucionar sus problemas mediante una política de comercio proteccionista frente a las importaciones del exterior y el aumento de las propias exportaciones devaluando las monedas nacionales para
hacer más competitivos sus productos frente a los de países terceros. El FMI prestaría dinero a los países con dificultades en sus balanzas de pago,
con la condición de que sus gobiernos adoptaran medidas internas para mejorar su competitividad, tales como la reducción de costes de producción
mediante el recorte de los salarios, la reducción de los gastos gubernamentales mediante el recorte de los gastos sociales, etc.

[2] Este organismo nació con el fin de facilitar la financiación para la realización de los grandes proyectos de infraestructuras necesarias para
promover el desarrollo industrial y los intercambios comerciales. Después de haber financiado la reconstrucción de Europa tras la 2ª Guerra Mundial,
hoy el BM actúa casi exclusivamente en los países del Sur. Según su último Informe Anual, el Banco otorga en la actualidad créditos por valor de 23.000 millones de dólares anuales.