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Datos sobre prisioneros republicanos de Alacant y València que sufrieron y murieron en el Pirineo Navarro durante el franquismo

Jueves.8 de febrero de 2007 6693 visitas - 2 comentario(s)
Fernando Mendiola y Edurne Beaumont #TITRE

Agradecemos a Fernando y Edurne que nos hayan desglosado de su amplia investigación y enviado los datos referidos a esclavos del franquismo en los Pirineos que eran procedentes del País Valencià.

En Tortuga estamos encantadas de echar una mano para recuperar del olvido estas trágicas y oprobiosas historias de republicanos de nuestra tierra que fueron esclavizados y obligados a trabajar forzosamente en condiciones inhumanas en diversas obras públicas que el régimen franquista emprendió en parte como forma de castigo y represalia a los vencidos.

Os informamos de que estamos preparando una presentación del libro para este mes febrero tanto en Elx como en Alacant. En esta presentación los autores seguramente podrán aportarnos algunos datos sobre estas personas y sobre la suerte que corrieron en Navarra.

Podéis consultar la siguiente base de datos de Excel con la información exhaustiva recuperada hasta ahora por Fernando y Edurne sobre prisioneros del País Valenciá.

Datos prisioners valencians

Sería hermoso que esta publicación ayudara al reencuentro de viejos amigos y que personas que estuvieron en estos campos de prisioneros y sus familiares se pudieran unir a las numerosas iniciativas de Recuperación de Memoria Histórica y reparación de injusticias del franquismo que hay en marcha. Sobre estas iniciativas también podremos charlar con Edurne y Fernando.

Grupo Antimilitarista Tortuga


Ver reseña del libro “Esclavos del Franquismo en los Pirineos”

Actos por la Recuperación de la Memoria Histórica en Nafarroa

Crónica del homenaje a los esclavos del franquismo en el alto de Igal-Vidángoz


Ficha técnica del libro

Título: Esclavos del franquismo en el Pirineo. La carretera Igal-Vidángoz-Roncal.
Autores: Fernando Mendiola y Edurne Beaumont
Editorial: Txalaparta (Navarra)
ISBN: 84-8136-457-7


Tema y objetivo del libro

Terminada la guerra, más de 2000 prisioneros antifranquistas son trasladados a los valles del Roncal y Salazar, en el Pirineo navarro, para abrir una carretera de montaña. Esta carretera es el eje del libro, y desde ella se presenta un amplio panorama sobre la organización y el impacto social de los batallones de trabajos forzados (Batallones de Trabajadores y Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores).

Se analiza el universo concentracionario franquista a partir de la documentación de archivos locales y militares, dando un protagonismo especial a los testimonios recogidos a prisioneros y sus familiares, soldados de escolta y vecinas y vecinos del Pirineo.

A través de estas páginas podemos asomarnos a la realidad de unos batallones que perseguían doblegar física y psíquicamente a los vencidos de la guerra, escuchar las estrategias de los prisioneros para sobrevivir en condiciones extremas y comprender las consecuencias que estos trabajos forzados tuvieron tanto en la población de unos pequeños pueblos de montaña como en las familias de los esclavos del franquismo.

Este libro intenta, así, romper el muro de silencio que se ha impuesto durante décadas sobre una de las facetas más desconocidas de la represión franquista: el trabajo forzado.

Datos de los autores

Fernando Mendiola Gonzalo es Doctor en Historia por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Profesor en el Instituto de Enseñanza Secundaria Biurdana (Pamplona) y profesor asociado en el Área de Historia Económica de la Universidad Pública de Navarra. En sus investigaciones también ha abordado el estudio de la historia social de la industrialización, siendo autor del libro "Inmigración, familia y empleo: estrategias familiares en los inicios de la industrialización", Pamplona, 1840-1930 (UPV-EHU, Bilbao, 2002).


Edurne Beaumont Esandi
es licenciada en Historia en la Universidad de Salamanca y profesora en el Instituto de Enseñanza Secundaria Eunate (Iruñea-Pamplona).

Ambos llevan varios años investigando la realidad de los trabajos forzados durante la guerra y la posguerra, especialmente los Batallones de Trabajadores y Batallones Disciplinarios de Trabajadores que trabajaron en el Pirineo navarro. Fruto de estas investigaciones han sido varias comunicaciones presentadas a congresos, artículos publicados en revistas especializadas y el libro ahora presentado.

Además, son miembros del colectivo Memoriaren Bideak/Los Caminos de la Memoria, que trabaja con el objetivo de sacar a la luz la realidad de la guerra civil y la represión franquista en el Pirineo navarro, centrándose sobre todo en el tema de los trabajos forzados.

Por otro lado, colaboran también con otras asociaciones en torno a la memoria histórica, siendo colaboradores del proyecto "Todos los Nombres", impulsado por Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía (AMHyJA) y la Confederación General del Trabajo de Andalucía (CGT-A).

Así mismo, participan en el programa Gogoan, impulsado por el Instituto de Historia Gerónimo de Uztariz, de Navarra, de cara a la investigación y utilización de fuentes orales en la enseñanza de la historia.

Algunos nombres: Prisioneros nacidos en el País Valencià

De los poco más de dos mil esclavos del franquismo que trabajaron en esta carretera con la investigación se ha podido identificar a algo más de la mitad, 1159 prisioneros. Casi en su totalidad habían participado en la guerra defendiendo el régimen republicano frente al golpe de estado, y en su mayoría fueron hechos prisioneros durante la guerra, clasificados posteriormente en campos de concentración, y enviados a continuación a batallones de trabajos forzados en represalia por su ideología, al ser clasificados como Desafectos al régimen franquista. Otros, los menos, terminaron la guerra sin ser hechos prisioneros, pero posteriormente se les castigó con trabajos forzados mediante el sistema de un servicio militar disfrazado.

La mayoría de estos prisioneros eran de cuatro comunidades autónomas: Andalucía, Asturias, Catalunya y Comunidad Autónoma Vasca. Aún así, también había otros muchos de diferentes procedencias, y entre estos ha sido posible identificar a 37 prisioneros del País Valencià que trabajaron en esta misma carretera, cuyos nombres aparecen en la lista adjunta. Seguramente serían bastantes más, ya que de los batallones integrados por estos prisioneros no se ha podido identificar ni siquiera la mitad de los integrantes. Además, en la investigación en curso sobre otras obras públicas de Navarra estamos localizado también otros prisioneros del País Valenciá, cuyos nombres serán publicados en los próximos meses dentro de un proyecto más amplio sobre los trabajos forzados en la frontera pirenaica.

Uno de estos prisioneros valencianos, Joaquín Laín, estuvo trabajando en el BDST 14, en Lesaka, donde finalmente se casó y ha vivido hasta hace unos meses. Hasta entonces contó con una esplendida memoria y predisposición a ayudarnos, de manera que su testimonio aparece en más de una ocasión recogido en el libro.


Morir en Navarra, lejos del Mediterráneo.

La estancia en el Pirineo navarro no solo llevaba consigo la penalidad del castigo, sino que asociado a este iba el riesgo de la muerte, tanto debido a las míseras condiciones de vida que sufrían los prisioneros como a la férrea disciplina a la que estaban sometidos.

Este fue el caso de José Martín Ramón, un joven todavía adolescente nacido en Gandia, de 17 años, que fue asesinado el 19 de septiembre de 1939 en la puerta de la casa de Vidángoz en la que estaban encerrados los prisioneros tras la jornada de trabajo. La partida de defunción se conserva en el Archivo Municipal de Vidángoz, y el recuerdo de su muerte quedó grabado en la memoria de prisioneros y habitantes de Vidángoz.

Varios de los prisioneros de este batallón, como José María Dapena, tienen un recuerdo nítido de aquella noche: Me acuerdo de una noche que quise salir a orinar y le pedí permiso al centinela, ¡y me dio un hostiazo que me tiró al suelo! Y pasa para adentro. Y a otro, pidió permiso para lo mismo y lo dejaron tumbao en el suelo..¡no quiero ni recordar eso! (...) pidió permiso para ir al water y lo dejaron allí, que quería fugarse, le aplicaron la ley de fugas, ¡y todavía le dieron permiso al cabo por hacerlo!.

Vicente Celis también se acuerda de aquella noche: Nosotros estando durmiendo una noche allí, un muchacho que era catalán, tendría 18 ó 19 años, y quería ir al servicio y allí lo mataron, porque muchos se escapaban pa Francia, ¡pero lo mataron allí, en la puerta! (...) yo sentí dos disparos y entonces bajó uno y “¡han matao a fulano, está en el suelo muerto”! Pero no se supo más, lo enterraron y nadie dijo ná. El escolta era un tío malo, era un sevillano que era analfabeto, ¡un tío más malo! Y las órdenes que les daban las cumplían.

Ahora bien, el asesinato del que queda un recuerdo más claro y que provocó mayor pesar fue el de José Martín Ramón, seguramente por haberse producido en una céntrica calle de Vidángoz. De nuevo es Marcelino Pasquel, quien vivía junto a la casa en la que se albergaban los prisioneros, quien tiene unos recuerdos más diáfanos: Después mataron a uno también que estaba ya licenciao, ese al ladico de casa, al ladico de casa, y el padre y la madre, “¡no salgáis”, la sangre bajaba por la calle, porque entonces no estaba la carretera que pasa ahora por la parte abajo, entonces no estaba, eran huertos y cosas, y la calle, iba al río, bajaba al agua, y el chorro, el chorrillo de sangre que bajaba, iba al agua, y no nos dejaban, el padre y la madre, no nos dejaban que miraríamos de la ventana, porque ..., ¡en fin! “¡Oye, no miréis, no miréis, no salgáis!”. (...) Así que aquel, (el soldado escolta que le mató) contaban, después, que, de momento lo ascendieron, le hicieron honores militares, y cosas, y todo, pero enseguida lo metieron aquí a la cárcel, que está aquí en la escuela, que aún se llama, la cárcel, y allá gritaba, "centinela, ¿qué hora es?", y no pasaba media hora, y "¡centinela!, ¿qué hora es?", y le decían la hora, y al momentico, y decían que había muerto, ahora, tampoco, no sé, aquel centinela, aquellos centinelas, tenían que estar espantaos!.

Entre los datos recogidos en la investigación aparecen además dos prisioneros del País Valencià que murieron en el Hospital Militar Disciplinario, en Pamplona, aunque no sabemos en qué batallón o localidades estuvieron trabajando. Se trata de Pedro Soler Gilabert, natural de Elx, y Cipriano Molina Orbea, natural de Castelló, cuyos datos aparecen en la hoja de excel adjunta (ver arriba).

Normalmente al hospital eran trasladados prisioneros que estaban en toda Navarra, o incluso en provincias limítrofes, por lo que es difícil saber exactamente dónde estaban trabajando cuando cayeron enfermos. En cualquier caso, las míseras condiciones de vida de los prisioneros, con pésima alimentación y muy duras jornadas de trabajo hacían que no fuera difícil caer enfermo, y que la enfermedad llevara a la muerte en numerosas ocasiones.


Una carta que no llegó a Orihuela

La comunicación de los prisioneros con sus familias era siempre algo difícil, que dependía de la compleja burocracia militar, de los movimientos de batallones y de las propias familias, y también de la capacidad económica de los prisioneros, que más de una vez recurrían a la picaresca para ahorrar el dinero de los sellos, reutilizándolos tras mojarlos ligeramente y borrarles la tinta del anterior matasellos.

Sin embargo, esta operación también tenía sus riesgos, como le sucedió al prisionero de Orihuela Antonio Noguera Yagüe. En el Archivo Municipal de Roncal hemos encontrado el expediente motivado por una multa a este prisionero, del BB.TT. 106, por haber mandado una carta con sello reutilizado. En el expediente se conservan también la carta retenida, así como un informe de la oficina de correos de Sangüesa, en el que se recomienda una multa de 5 pesetas finalmente impuesta por el alcalde de Roncal al autor de la carta. En el expediente se conserva la declaración de Antonio Noguera, quien manifestó “que efectivamente es cierto que la carta que se exhibe la franqueó con sello usado, pero que si lo hizo fue porque no disponía de 40 céntimos para comprar un sello”. Curiosamente, en el final de la misma carta, y sin saber el final que tendría, Antonio da cuenta de las dificultades que tenía para escribir cuando le pide a su hermano: “Da besos a nuestras hermanas y nuestros sobrinos, y recuerdos a los amigos y a nuestro cuñado, que no le escribo porque no hay sello”.

José García Faya, prisionero asturiano y compañero de batallón, recuerda situaciones semejantes: Habíalos allí quien quitaba el sello y los lavaban, para ahorrar, claro, ¡perres había poques.

Transcripción de la carta que nunca llegó

Dirigida a:

Sr. D. José Noguera
Aparecida AC 125
Orihuela “Alicante”

A mi querido hermano.
La emoción me embarga en estos momentos al felicitarte en el día de tu santo. El cariño que por ti siento no dejará que se borre de mi memoria esta fecha.
Tú que has pasado largo tiempo en mi compañía y que has sufrido todas mis impertinencias de la niñez comprenderás que no puedo olvidarte y que serás siempre y que serás mirado por mí ... hermano. Sólo siento el no poder estar a tu lado en tan memorable día., deseando lo pases lo más dichoso que imaginarte pueda.
Das besos a la madre y hermanos y sobrinos recuerdos a los amigos y a mi otro cuñado que no le escribo porque no hay sello.
Tu hermano que no te olvida
Antonio Nogueras

No te puedo escribir bien porque nos pusieron la inyección
“Antonio”
Roncal, 12 de marzo año 1932
A dios.

Remite:

Antonio Noguera 106 Batallón de Trabajadores 4ª Compañía
Roncal
“Navarra”



El homenaje a los prisioneros que abrieron esta carretera y próximas iniciativas en marcha

“Antiguos prisioneros republicanos vuelven a la vía que picaron en el Roncal. Unas 500 personas asisten en Vidángoz a una ceremonia para recordar la historia (...) La carretera que va a Igal se construyó mediante trabajos forzados entre 1939 y 1941. Lágrimas en los ojos pero orgullo en la mirada. Así recibieron ayer un homenaje, en el alto de Vidángoz, alrededor de trece antiguos prisioneros del franquismo.” (Diario de Noticias de Navarra, 20 de junio de 2005)

Textos como éste y similares se podían leer en la prensa el día 20 de junio de 2004, en referencia al homenaje celebrado en Vidángoz a los prisioneros que construyeron la carretera. Ese día Vicente Lacasia volvió de nuevo a su Burgui natal tras largos años de exilio y descubrió la escultura dedicada a quienes, como él, fueron esclavos del franquismo. Algunos recordaron los momentos más duros, y otros, sin embargo, se sirvieron del humor y la ironía para contarnos su experiencia; algunos en euskera, y otros en castellano; algunos no paraban de hablar, y otros, sin embargo, prefirieron mantenerse en silencio o dejaron a sus familiares que hablaran por ellos; algunos improvisaron, otros leyeron un escrito preparado para la ocasión y Txomin cantó, acompañado por sus hijas, un viejo tango al que los prisioneros le cambiaron la letra en el valle del Roncal. Cada uno como quiso, todos nos transportaron a su experiencia de hace más de 65 años, a los momentos en que abrieron la caja de la carretera, y resultaba emocionante verlos allí, con entereza, volviendo a aquellas amplias montañas que habían sido su cárcel.

El homenaje fue organizado por el colectivo Memoriaren Bideak (Los caminos de la memoria), y contó con el apoyo de decenas de colectivos culturales, deportivos, sociales, sindicales o políticos, en este caso de la totalidad de las fuerzas políticas navarras, con la excepción del Partido Popular (Unión del Pueblo Navarro). Así mismo, mostraron su al acto diversos ayuntamientos cercanos a la carretera, ayuntamientos de origen de los prisioneros y el Parlamento de Navarra (acuerdo tomado por mayoría absoluta el 21 de febrero de 2005.

Desde entonces el homenaje se viene celebrando anualmente, al mismo tiempo que se preparan otras actividades, entre ellas la edición de una exposición didáctica sobre los trabajos forzados en el Pirineo navarro, que irá acompañada de una página web, un catálogo y un documental. Este proyecto cuenta con el apoyo del Gobierno de Navarra y el Ministerio de la Presidencia y está impulsado por el Instituto de Historia Gerónimo de Uztariz y el colectivo Memoriaren Bideak.