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¿Y si no hay policía quién nos masacrará? ¿Spiderman?

Miércoles.29 de junio de 2011 627 visitas Sin comentarios
Correo Tortuga - Koopiloto. #TITRE

Vaya por delante una pequeña explicación de lo peculiar del título.
Haciendo de "voyeur" en uno de los miles de foros que por Internet hay
diseminados, leía, hasta que el enfado me lo permitió, un hilo sobre la
necesidad de la existencia de la policía y recuerdo que el último argumento que pude leer antes de entrar en cólera fue algo así como “¿Y si no existiera policía a quién llamarías para que te ayude? ¿a Spiderman?”

La policía tiene asociada numerosas funciones y es cierto que en momentos puntuales incluso puede servir de ayuda, eso sí, habitualmente a unas persona más que a otras. Para un ciudadano le puede ser de utilidad, por ejemplo, para retirar un coche que ha aparcado en una zona para minusválidos; para señalizar un tramo en el que ha ocurrido un accidente de
tráfico; para sacarse el pasaporte o para denunciar una agresión, aunque
bueno, en este último ejemplo, si la agresión ha sido por motivos
ideológicos, de odio o racistas a cargo de fascistas, tampoco suelen ser de mucha ayuda,
y no por casualidad, ya que es frecuente que haya implicación de policías y
militares, como en el impactante caso, por ejemplo, de Carlos
Palomino
.
¿Es necesario portar armas para realizar las funciones que acabamos de
describir?

Pero seamos sinceros, ¿cuántas veces nos ha sido de ayuda la policía y
cuántas veces nos ha reprimido, molestado y obstaculizado en nuestra vida y
en nuestras reivindicaciones?

Pongamos las cartas encima de la mesa y seamos claros, la policía y sobre
todo las unidades especializadas conocidas como antidisturbios (aunque
oficialmente tienen distintos nombres dependiendo del cuerpo concreto al que
pertenezcan) son los perros que protegen el status quo socioeconómico,
garantizando la salvaguarda del capital y los privilegios de los poderes
fácticos.

En no pocas ocasiones florecen argumentos de la necesidad policial para
evitar el caos, para proteger la propiedad privada y para defender a la
gente de bien de las personas malvadas. Esta visión hobbesiana de la
sociedad del “homo homini
lupus”
,
es la frecuente entre los conservadores y neoliberales que consideran al
otro, al diferente, como malo por naturaleza, por ello, es necesario
disponer de guardianes del orden (su orden), de la propiedad (su propiedad)
y encarcelar a los inadaptados (según sus normas).

Este es el fundamento por el que el estado capitalista caracterizado por la
plutocracia efectiva posee el
monopolio de la violencia, la capacidad divina de discernir sobre quiénes
cargar su ira que, como se demuestra una y otra vez en distintos países y
contextos, siempre es contra los mismos: trabajadores en lucha por
dignificar su situación, ciudadanos que quieren cambios en lo que consideran
un sistema injusto, personas que ponen en duda la labor de los poderosos… en
todos esos casos, no pueden faltar a su cita los mercenarios a sueldo del
estado.

¿Alguien ha visto alguna vez que realmente protejan a los ciudadanos de las
tropelías criminales de empresarios, banqueros o políticos? Por supuesto que
no. Ellos no están para discernir sobre el bien o el mal, están para pegar,
para hacer daño, para condicionar al que lucha de que no lo vuelva a hacer,
para asegurarse que sus dueños dormirán tranquilos un día más.

Pero todavía hay quien aboga por razonar con ellos apelando a su condición
de “trabajadores”, pero se les olvida otra cosa y es el componente moral. En
muchas protestas suelen gritar eso de “vergüenza me daría de ser policía”, y
ahí radica un gran problema, en que muchos policías no es que sólo no tengan
vergüenza, es que poseen una moral antisocial y antihumana basada en la
superioridad y la prepotencia fascista. En el mejor de los casos, hacen su
“trabajo”, sin reparar en las repercusiones del mismo, para ganar dinero sin
más, como el que desarrolla su actividad en una empresa de armamento o es
sicario, para éstos, el fin justifica los medios.

¿A quién le da el estado las armas y la potestad de ejercer la violencia
“legalmente”? Los policías, aún asumiendo que cualquier generalización es
injusta, no se destacan por ser personas equilibradas, todo lo contrario, en
diversas
investigaciones
se
ha puesto de manifiesto que suelen tener más problemas psicológicos y
comportamientos suicidas que la mayoría de ciudadanos, entonces ¿cuál es el
motivo? Probablemente el fundamento del proceso de selección de las fuerzas
represoras del estado, tanto policía como ejército, es poner a prueba su
sumisión, su obediencia extrema y que llegado el momento arriesguen su vida
comportándose como simples autómatas para cumplir órdenes cuya valoración no
está entre su cometido.

Hace algún tiempo, un buen amigo me comentaba que él creía que cuando una
persona era extremadamente violenta, por uno u otro motivo, si tenía
oportunidades en la vida terminaría siendo antidisturbio y si no, terminaría
en la cárcel. Cada vez estoy más de acuerdo con esa teoría, sólo hay que
comprobar la desmedida actuación policial en la Plaza de Catalunya de la que
se cumple ahora justamente un mes, donde agredieron y se ensañaron sin
ningún tipo de escrúpulos con personas totalmente pacíficas, sentadas con
las manos en alto que ni tan siquiera se defendían; donde arrasaron con
todos, sean indigentes o estén en silla de
ruedas
,
incluso intentaron atropellar con sus
furgonetas
a
varias personas, todo ello y como siempre, sin absolutamente ninguna
repercusión, convirtiéndose, paradójicamente, en el único “trabajo” donde
cuanto peor haces lo que deberías (proteger y servir), mejor consideración
te tienen tus jefes (mandos policiales y responsables políticos).

La violencia y la brutalidad policial de estos últimos casos están teniendo
más repercusión por el contexto concreto donde se dieron, aunque como dice
el adagio latino “nihil novi sub sole”, es decir, que este mismo
comportamiento es totalmente habitual, como lo son los montajes policiales o
que sean los propios infiltrados los que causen la violencia que justifique
las cargas y la represión, como podemos comprobar desde el famoso Caso
Scala
de finales de los
70 hasta la reciente imagen de los policías
infiltrados
en
Barcelona que dada su nefasta habilidad para integrarse con el resto
de
ciudadanos provocaban una extraña sensación mezcla entre pena, risa e
indignación.

Por supuesto no se puede dejar de nombrar la gran labor de manipulación de
los medios oficialistas que sin excepción ofrecen únicamente las versiones
políticas y policiales de todo lo que ocurre, versiones normalmente
convertidas en relatos de ciencia ficción donde los humildes y justos
policías tuvieron que enfrentarse contra violentos antisistemas que
desayunan niños y matan a ancianitos con el resultado de 14 malvados
detenidos, 89 policías heridos y un dragón capturado. La casualidad es que
nunca hay manifestantes heridos, a pesar de que los policías van fuertemente
protegidos y armados y los manifestantes con ropa de calle y sus manos como
únicas armas.

En fin, que seguiremos siendo testigos de la brutalidad impune de la
policía y del desprecio que a sus semejantes tienen estos individuos. Por
último, y con el apogeo del movimiento 15-M para conseguir mejoras sociales
y políticas debo poner sobre aviso, por si alguien todavía no lo tiene
claro, que en cuanto los poderes políticos y sobre todo económicos vean
peligrar un ápice sus privilegios se defenderán con uñas y dientes,
convertidos en porras y pelotas en manos de sus guardianes teledirigidos.
Así pues, todos prevenidos.

Koopiloto G.R.

http://koopiloto.blogspot.com