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Aproximadamente 4.000 homosexuales han sido exterminados en Irán desde 1980

Miércoles.17 de octubre de 2007 9785 visitas - 1 comentario(s)
Indymedia Barcelona #TITRE

Per Radical Gay Queer

MASACRADOS CUATRO MIL HOMOSEXUALES EN IRAN

Por Robert Spencer

Según el colectivo iraní de derechos de los homosexuales Homan, el gobierno iraní ha condenado a muerte desde 1980 a alrededor de 4000 homosexuales. Según Scott Long, director del programa de derechos de los homosexuales de Human Rights Watch, los iraníes sospechosos de ser homosexuales comunmente afrontan torturas. Esto se cumple no solamente en Irán, sino en casi todas las zonas del mundo islámico. En la Universidad de Columbia la semana pasada, el Presidente iraní Mahmud Ahmadineyad anunciaba: "No tenemos homosexuales como en vuestro país. No sufrimos eso en nuestro país. No sufrimos este fenómeno; no sé quién os ha informado de que lo sufrimos”.

Si hubiera alguna verdad en esto — y no hay ninguna — se debería a que el régimen islámico de Irán los habría matado, puesto que la homosexualidad puede ser un crimen capital en ese país. Un caso célebre tenía lugar el 19 de julio de 2005, cuando dos adolescentes, Mahmud Asgari, de 14 años, y Ayaz Marhoni, de 16, eran ajusticiados de una manera particularmente brutal en Irán por el crimen de actividades homosexuales. Aunque los funcionarios iraníes insistían en que la sentencia de muerte se debía a la violación de un tercer chico, el Consejo Nacional de la Resistencia de Irán se pronunciaba en otro sentido. Asgari y Marhoni no fueron un caso aislado. Según el colectivo iraní de derechos de los homosexuales Homan, el gobierno iraní ha condenado a muerte desde 1980 a alrededor de 4000 homosexuales. Según Scott Long, director del programa de derechos de los homosexuales de Human Rights Watch, los iraníes sospechosos de ser homosexuales comunmente afrontan torturas. Hossein Alizadeh, de la Comisión Internacional de Derechos Humanos Homosexuales, afirmaba que en Irán los homosexuales viven con "el miedo constante a la ejecución y la persecución y también el estigma social asociado a la homosexualidad”.

Esto se cumple no solamente en Irán, sino en casi todas las zonas del mundo islámico. El Corán caracteriza a aquellos que "practican sus actos lujuriosos con hombres antes que con mujeres" como "transgresores de cualquier frontera” (7:81). Un hadith lanza "la maldición de Alá" sobre aquellos que se implican en actividades homosexuales. Un escritor musulmán contemporáneo, Shaykh Abdul-Aziz Al-Fawzaan, llamaba "uno de los actos más pecaminosos conocidos de la humanidad" a la homosexualidad y afirmaba que "es prueba de los instintos pervertidos, el total colapso de la vergüenza y el honor, y la extrema podredumbre del carácter y el alma”.

Las opiniones legales en materia del castigo varían. Entre las escuelas de jurisprudencia islámica sunita (madhahib), la escuela Hanafi dictamina una severa paliza por la primera ofensa, y la pena capital si el delincuente reincide. La escuela Shafi ’i dictamina 100 latigazos para el homosexual soltero y la pena de muerte por lapidación si está casado. La escuela Hanbali exige la lapidación en cualquier caso. Mahoma, el profeta del islam, ordenaba a sus seguidores "matar al que sodomiza y al que se deja sodomizar” (’Umdar al-Salik, p17.3).

En muchas zonas estas ordenanzas son seguidas aún. El Código Penal Islámico de Irán contra los Homosexuales pide la pena capital por sodomía y un centenar de latigazos por prácticas lésbicas en las tres primeras ofensas, con la pena de muerte en caso de una cuarta. La homosexualidad es la ofensa capital no solamente en Irán, sino también en Arabia Saudí, Sudán, Yemen y Mauritania. En Malasia, puede conllevar una pena de cárcel de 20 años, y también es ilegal en Afganistán, Argelia, Bahrein, Bangladesh, Bosnia, Egipto, Jordania, Kuwait, el Líbano, Libia, Malasia, Marruecos, Omán, Pakistán, Somalia, Siria, Túnez, Turkmenistán, los Emiratos Árabes Unidos y Uzbekistán, entre otros sitios.
Por supuesto, el Afganistán del régimen de los Talibanes atrajo la atención internacional por matar homosexuales derribando muros sobre ellos.

El código penal paquistaní dictaminados años de prisión por actividades homosexuales, pero las sentencias islámicas tradicionales de latigazos y lapidaciones siguen siendo tremendamente populares. Cuando las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos detenían a 26 varones a los que acusaban de participar en una boda homosexual masiva — 12 vestidos de novio y 12 vestidos de novia, mas un disc-jockey y un hombre que debía oficiar la ceremonia — en noviembre de 2005, las autoridades anunciaban planes de someter a los varones no solamente a latigazos y penas de cárcel, sino también a tratamientos hormonales.

A la luz de todo esto, el silencio de los colectivos de derechos de los homosexuales y la izquierda presuntamente "progresista" a propósito de los esfuerzos globales de los yihadistas islámicos por imponer la ley sharia es espantosamente miope. Mientras que atacan a los cristianos, que no son los que piden que los homosexuales sean encarcelados o asesinados con cualquier excusa, no dicen nada sobre la amenaza real a su supervivencia. Mientras que atacan a Israel, un país gay-friendly, permanecen en silencio a propósito de los asesinatos de homosexuales en el Irán islámico.

La difunta columnista Cathy Seipp recordaba un revelador incidente en marzo de 2006 cuando un amigo suyo entró en una librería City Lights de San Francisco y pidió un ejemplar del libro de la difunta y tan echada de menos Oriana Fallaci La fuerza de la razón. "No tenemos libros de fascistas", respondió de malas el cajero, dejando a Seipp musitando: "Lo más extraño de todo es el escenario de una persona así a la que le desagrada una autora por defender a la civilización occidental frente al islam radical — cuando una de las primeras cosas que harán esos pobres y oprimidos islamistas si alguna vez llegan al poder en Estados Unidos (que Alá lo prohíba) es aplastar bajo muros a los sospechosos de ser homosexuales”.


REPORTAJE


SER HOMOSEXUAL EN EL PAÍS DE AHMADINEYAD

GAYS IRANÍES RELATAN LA DUREZA DE VIVIR EN UN RÉGIMEN QUE NIEGA SU EXISTENCIA Y QUE MANTIENE LA PENA DE MUERTE PARA LOS ’DESVIADOS’

ÁNGELES ESPINOSA - TEHERÁN - 30/09/2007

"Entonces, ¿yo no existo?", exclama incrédulo M., un gay acomodado de Teherán ante la afirmación de que "en Irán no tenemos homosexuales" pronunciada por el presidente, Mahmud Ahmadineyad, en la Universidad de Columbia el pasado lunes. "Lo que debiera hacer es informarse antes de hablar para no meter la pata como con el Holocausto", añade Taha, de los pocos gays iraníes que ha aceptado hablar con este diario. La discreción es la norma de supervivencia en un Estado cuyo código penal establece la pena de muerte para quien mantiene relaciones homosexuales. Algo que también ocurre en países aliados de EE UU como Pakistán, Arabia Saudí o Yemen.

"Ahmadineyad sólo tiene que darse una vuelta cualquier tarde-noche por el parque Daneshju para descubrir que en su país sí que hay homosexuales", sugiere un estudiante universitario. El Daneshju es uno de los típicos lugares de encuentro gay de Teherán. Quizá el más democrático. A diferencia del centro comercial Jam-e Jam, donde el ambiente pijo hace que sus camisetas ceñidas y sus cejas arregladas pasen desapercibidas, en el parque confluyen chicos tanto del norte rico como del sur más modesto. A menos que alguno se muestre extremadamente cariñoso, la policía no suele intervenir.

Como en el caso de los heterosexuales, la República islámica considera inmoral cualquier muestra pública de afecto. De acuerdo con la moral que institucionalizó la revolución islámica de 1979, toda relación fuera del matrimonio heterosexual es ilícita y punible.

"En tanto que homosexuales no tenemos muchos problemas con las autoridades", asegura Taha (nombre supuesto). Este joven de 21 años, que da clases en una academia en Arak, la populosa ciudad industrial en la que Irán está construyendo un reactor nuclear, se refiere a problemas distintos de los del resto de los iraníes.

"Incluso a veces es una ventaja", bromea en referencia a que no tienen que justificar estar junto con su pareja como en el caso de los heterosexuales. También cuando celebran fiestas: "Como no hay mujeres, la policía no se mete tanto con nosotros, a no ser que sean multitudinarias", admite. "Si nos reunimos más de 100 temen que se pueda difundir la enfermedad".

Curiosamente, aunque esa relación se ha practicado tradicionalmente, en persa no ha existido una palabra para definir la homosexualidad hasta el siglo XX.

A Taha no le gusta el término hamjensbaz, que empleó su presidente. "Es despectivo", dice en referencia al neologismo que literalmente significa "jugar con el mismo sexo". Él se refiere a sí mismo como gerá, apócope de hamjensgerá (inclinación por el mismo sexo).

El desprecio es algo a lo que los homosexuales iraníes están acostumbrados. Desprecio, indiferencia, o mirar hacia otro lado como ha hecho Ahmadineyad. "Los iraníes son cerrados respecto a este tema. No se puede hablar libremente", señala Taha. Ni siquiera con la familia más cercana.

"El 80% no lo acepta", asegura este joven. "Yo tengo una familia educada, pero aún no se lo he dicho a mi padre porque incluso la minoría que llega a aceptarlo, lo considera un castigo. Creo que en dos o tres generaciones se habrá superado. De hecho, entre la gente de mi edad no hay problema".

Por ahora, sin embargo, impera la idea de que la homosexualidad es una enfermedad. De hecho, previo certificado médico, quienes se declaran gays quedan exentos del servicio militar. "Es cierto que puedes librarte de la mili, pero ni yo ni la mayoría de mis amigos lo hemos hecho porque luego en la cartilla marca como causa el artículo 29 y todo el mundo sabe de qué se trata", explica Taha. "Eso hace imposible encontrar empleo".

De momento, Taha ha decidido vivir sin pareja. "Me gustaría llegar a ser diputado del Parlamento, pero quiero empezar desde la política local", confía convencido de que sólo desde adentro se pueden cambiar las cosas. Ello le obliga a ser exquisitamente cuidadoso en su comportamiento. Debe evitar verse implicado en incidentes como el que la pasada primavera terminó con Farsad y Farnam, dos jóvenes que celebraban con un grupo de amigos su decisión de irse a vivir juntos, en comisaría.

La policía irrumpió en la fiesta y todos los asistentes terminaron bajo el látigo del verdugo.
Su historia y las huellas de los 80 azotes por "relación impropia" que recibieron pueden verse en la página web de la Organización Gay Iraní (www.irqo.net), que tiene su sede en Estados Unidos. Hoy los dos amigos han salido de Irán a la espera de encontrar un país de acogida.

Pero su calvario no fue muy distinto del que sufren los jóvenes heterosexuales cuando son descubiertos bailando o bebiendo alcohol en alguna fiesta privada.

Como en el caso de las ejecuciones a homosexuales que periódicamente denuncian las organizaciones internacionales de derechos humanos, resulta difícil probar que a Farsad y Farnam les azotaron por ser gays. "No ejecutan a homosexuales sino a violadores, y yo estoy de acuerdo", defiende Taha.

"Hay que tomar con cierta distancia los informes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch [sobre la homosexualidad en Irán]", advierte un diplomático europeo que acaba de elaborar un escrito sobre el asunto para su Gobierno. La reciente actualización del documento de la UE sobre derechos humanos en Irán concluye que "no hay persecución de homosexuales, aunque sigue siendo un tabú social", la ley prevé las máximas penas y el presidente ni siquiera acepta que existan.

UN DELITO DIFÍCIL DE PROBAR

La homosexualidad no se castiga en Irán... si se autorreprime. "Es la práctica lo que se castiga", explica un observador que ha estudiado la jurisprudencia al respecto. De acuerdo con las leyes iraníes, si no hay relación, no hay pena. Pero incluso cuando la hay, no es fácil probarlo.

El Código Penal, basado en la sharia (ley islámica), exige que los implicados -adultos, en pleno uso de sus facultades y que hayan consentido en el acto- "confiesen cuatro veces ante el juez" o, en su defecto, exista el testimonio de "al menos cuatro hombres justos que lo hayan observado"."Desde el advenimiento de la revolución islámica, no recuerdo ninguna ejecución de homosexuales debida sólo a un acto sexual consentido; ha habido ejecuciones, pero atribuidas a violaciones anales", declaró el año pasado alguien tan poco sospechosa de connivencia con el régimen como la premio Nobel Shirín Ebadi.

Tampoco desde entonces se han registrado ejecuciones de homosexuales.¿Y los dos jóvenes colgados de una grúa en el verano de 2005? Sus imágenes dieron la vuelta al mundo ante la movilización de las organizaciones internacionales de derechos humanos.

Más allá de la repulsa que merezca la pena de muerte y de la gravedad añadida de que uno de ellos fuera menor cuando sucedieron los hechos que se le imputaron, Mahmud Asgari y Ayaz Marhoni fueron condenados por violar a un niño de 13 años.Un repaso a las ejecuciones de homosexuales denunciadas en los últimos años revela que en todos los casos los reos estaban acusados de otros delitos (violación, asesinato, narcotráfico).

Mahmoud y Ayad tenían 17 años de edad cuando fueron públicamente ejecutados en Irán el 19 de Julio de 2005. Su único crimen: amarse el uno al otro. Eran homosexuales. Y las ejecuciones continúan hoy día, en pleno Siglo XXI. Mientras el presidente de Irán pasea a sus anchas por universidades y por la ONU afirmando que en su país no hay gays.

ESTE VIDEO ES UN TRIBUTO A DOS ADOLESCENTES IRANIANOS GAYS QUE FUERON EJECUTADOS POR EL MERO HECHO DE QUERER AMAR EN LIBERTAD.