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BERARDI, Franco "Bifo"

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

BERARDI, Franco "Bifo"

Nota Sab Nov 28, 2009 6:23 pm
Franco Berardi, "Bifo"

Portada
(wikipedia | dialnet)


Introducción

En la wikipedia en italiano, que traduzco, se escribió:Franco Berardi, apodado "Bifo", nació en Bolonia el 2 de noviembre de 1949. Es un escritor, filósofo y agitador político-cultural italiano.

Con catorce años se inscribió en la Federación Juvenil Comunista Italiana, aunque fue expulsado tres años más tarde por "fraccionismo".

Participó en el movimiento del '68, desde la facultad de letras de la Universidad de Bolonia, donde se licenció en Estética con Luciano Anceschi y se adhirió al grupo extraparlamentario Potere Operaio (Poder Obrero), del que llega a ser una figura de renombre nacional.

En 1970 publica su primer libro, Contro il lavoro ("Contra el trabajo"), editado por Feltrinelli. En 1975 funda la revista A/traverso, el periódico del movimiento creativo boloñés del 77. En él se define el objeto de sus análisis: la relación entre movimiento sociales y tecnología comunicativa. En 1976 participa en la fundación de la radio libre Radio Alice y es arrestado como consecuencia de la investigación que el Estado hace del movimiento de autonomía obrera (autonomia operaia) por los sucesos de Argelato, donde un policía murió. Radio Alice organiza una fiesta en la Plaza Mayor para exigir su liberación en la que participan unas diez mil personas. Bifo es excarcelado poco después y se convierte en el líder del "ala creativa" de la protesta estudiantil boloñesa de 1977. Tras la clausura de la radio por parte de la policía, Bifo es requerido judicialmente por una acusación de "fomento del odio de clase por medios radiofónicos". Para evitar la detención se va de Bolonia. Se refugia en París, donde frecuenta a Félix Guattari y Michel Foucault. En este periodo publica Enfin le ciel est tombè sur la terre ("Por fin el cielo cayó sobre la tierra"), editado por Seuil.

Durante la década de 1980 regresa brevemente a Italia. Finalmente se traslada a Nueva York, donde colabora en las publicaciones Semiotexte y Musica 80. Viaja durante mucho tiempo y conoce México, India, China y Nepal. En aquel periodo empiezan sus preocupaciones teóricas por el crecimiento de las redes telemáticas y preconiza la futura irrupción de la red como amplio fenómeno social y cultural. A finales de la década, se traslada a California (EE.UU.), donde publica algunos ensayos sobre el cyberpunk. Regresa a Bolonia y participa como protagonista en "Il trasloco" ("La mudanza"), un documental sobre el movimiento del '77 producido por la RAI en 1991 y dirigido por Renato de Maria.

En 2000 funda, junto a Matteo Pasquinelli, Rekombinant, una red de debate sobre contracultura y contrainformación en internet. En 2002 funda Orfeo Tv, la primera televisión de base italiana. En 2005, como consecuencia de la edición de un panfleto que carga contra la política social del nuevo alcalde de Bolonia, el izquierdista Sergio Cofferati, Bifo reaparece en el ámbito nacional a través de los medios informativos en prensa.

Actualmente es profesor en el instituto técnico industrial Aldini Valeriani de Bolonia. Publica regularmente en el periódico comunista Liberazione y en su lista de correo "Rekombinant".





Bibliografía compilada (fuente | fuente)





Ensayo





Artículos





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Nota Sab Nov 28, 2009 6:24 pm
Recursos de apoyo

    Charla sobre el movimiento del '77 (24 de marzo 2007)

Nota Jue Sep 02, 2010 1:50 pm
fuentes: http://www.pagina12.com.ar/diario/suple ... 08-29.html y http://www.kaosenlared.net/noticia/nos- ... fo-berardi



Entrevista al investigador italiano Franco "Bifo" Berardi

"Nos preparan para entender sólo los signos del poder"


Portada



Facundo García

Página 12 // 29 de agosto de 2008




    Pionero de las radios comunitarias y militante de una vía comunicacional alternativa, sostiene respecto del Estado: “No puede solucionar por sí mismo muchas asimetrías, pero puede favorecer (o no) el contacto entre las bases y puede impedir (o no) que crezcan poderes”.



Una fábrica de infelicidad. Así ha definido Franco “Bifo” Berardi al capitalismo del siglo XXI. Ojo: amargos siembre hubo. Pero basta tomar cualquier transporte público o encender la TV para comprobar que vivimos una época que acerca cada vez más los glúteos y las caras, al menos en lo que a expresividad se refiere. Contra eso, contra la mala o­nda y el aislamiento, escribe este italiano que da clases en Bologna y que a pesar de hablar babélicamente sabe enfatizar el “vos” cuando se cruza a un argentino. Ante el inminente debate sobre el reemplazo de la Ley de Radiodifusión de la dictadura, PáginaI12 consultó al investigador y pionero de las radios comunitarias acerca de los lineamientos que, según él, debería respetar la nueva normativa argentina si pretende ser democrática.


– En Argentina no hay conciencia popular sobre lo importantes que son las regulaciones ligadas con la comunicación. ¿Cómo limita esto la construcción de un nuevo modelo?

– Hay que tener muy claro que una norma es una herramienta, pero la verdadera democratización de las comunicaciones es una apuesta mucho más amplia. Lo más importante es la conciencia y la capacidad de que sea capaz de vehiculizar la propia sociedad a la hora de exigir e inventar formas de relacionarse útiles para ella misma. Dicho esto, para conocer dónde debería hacer énfasis la ley habría que distinguir cuáles son los actores principales, que en este caso son los trabajadores de la comunicación, la sociedad civil con sus activistas, la economía –las iniciativas privadas– y evidentemente también el Estado. La primera pregunta que hay que hacer frente a las propuestas es qué espacio y qué tipo de relaciones se plantean para esas partes. Eso articulará en buena medida el grado de democracia posible bajo la nueva legislación.


Breve interrupción lírica. Escribió el poeta Alejandro Romay, en su libro Soliloquio (2004): “Era yo un barco joven/Un marinero/De líneas dinámicas (...) que encalló un día/Por falta de mantenimiento”. Podría pensarse que esta mezcla de artista (ejem...) y empresario del espectáculo es única en el mundo, pero el mismo día en que Bifo conversaba desde su recóndito teléfono boloñés, Silvio Berlusconi anunció que iba a editar un disco de canciones románticas escritas por él mismo. De todas formas, lo más siniestro de la situación italiana –y de la argentina– no es el contacto que mantienen los magnates de la comunicación con las musas, sino el que concretan con las masas. “Si hablamos de leyes y regulaciones, el presente italiano es muy interesante, en el sentido negativo –ironiza el entrevistado–. Aquí la energía económica de Berlusconi ha sido favorecida de todas las maneras, y esto ha creado una situación de conformismo generalizado. Es verdad que el Estado no puede solucionar por sí mismo muchas asimetrías, pero lo que aprendimos es que puede favorecer (o no) el contacto entre las bases y puede impedir (o no) que crezcan poderes como el que ha construido aquí la derecha.”


– Usted ha dicho que más que sumar voces, de lo que se trata en este momento es de dar espacios para poder escuchar con tranquilidad. Ofrecer tiempos para librarse de la saturación de mensajes...

– Efectivamente. Eso excede el tema de una ley y pasa a ser un objetivo social a largo plazo. Es un problema que involucra un replanteo de la política del trabajo, el tiempo libre, el enfoque que se le da a la educación, etc. No obstante, en Argentina ustedes tienen experiencias increíbles que pueden servir de guía. La escuela Creciendo Juntos, de Moreno, sin ir más lejos, es una cooperativa de padres y docentes en la que yo he visto cómo se propone otra relación entre la vida del barrio y la escuela y entre el estudio y la recreación...


– ¿... Y cómo es eso de que “el capitalismo es una fábrica de infelicidad”?

– Pasa que en la actualidad, el ciclo de producción mediática del pánico produce una política de la agresión y el temor, que a su vez se retroalimentan. Vuelvo a lo que nos pasa aquí en Italia. Hoy, mis compatriotas se creen que son ricos, y como todos los pobres que consiguieron un billete, tienen un miedo terrible a que alguien venga a quitarles lo conseguido. ¿Qué hacen los políticos, la tele y las radios? En lugar de favorecer una relación tranquila y de diálogo con los inmigrantes –de los cuales tenemos necesidad económica–, tanto la izquierda como la derecha se han esforzado para incrementar la xenofobia. “Seguridad”, “control inmigratorio”: palabras como ésa han colonizado la política en casi todos los espectros. Motorizadas, justamente, por el pánico. La última gran idea del gobierno ha sido sacar el ejército a las calles. Tres mil tipos de verde ahí afuera no cambian nada. Sin embargo, sí dan una percepción. Son un mensaje: “Hay soldados en la calle, la situación debe ser terriblemente grave”.


Berardi cree que hay que empezar a decodificar esos discursos tramposos y proteger los ámbitos de “comunicación espontánea no oficial” porque pueden ser “cantera de críticas inteligentes y flujos de información alternativos”. “Los medios comunitarios –estima– son una forma indispensable para garantizar que sectores distintos se relacionen en paz, sin ser utilizados por intereses particulares.”


– Usted se ha interesado por las formas de expresión “independientes”. ¿Hay alguna manera en que una normativa oficial proteja la presencia de estas “estéticas autónomas”?

– No pueden ser objeto de una “promoción” legislativa directa, precisamente porque son independientes. En cambio, los espacios en los que tienden a emerger sí pueden ser protegidos. ¿Y qué es, después de todo, una “estética autónoma”? Significa una reactivación de la sensibilidad. Esto es muy importante, porque la sensibilidad es la capacidad de entender lo que los otros son y tal vez no pueden decir, o no estamos preparados para entender con palabras. Es algo que trasciende lo dicho. Cuando lo que se muestra es todo igual, comercial y homogeneizado, el organismo social se insensibiliza. Y ahí nos volvemos gente que sólo es capaz de entender conceptos como la inflación, los spots publicitarios: únicamente los signos del dinero y el poder. Como resultado, una porción mayor de la vida social se va confinando a un rincón en sombras, que produce temor. Una estética con conciencia histórica es un ejercicio de rescate de lo que no puede verse. Y hay que luchar por que se alienten los ámbitos donde crecen esos intentos.


– Teniendo en cuenta que una ley está hecha para durar unos cuantos años y que las tecnologías abren un panorama no previsible, ¿en función de qué sujeto histórico habría que pensar los proyectos a futuro?

– Yo creo que cuando nos movilizamos para democratizar espacios, para que nuestras acciones sean más fuertes siempre tenemos que tener en mente a la generación que no es aún visible en el territorio de la política. Me refiero a estos adolescentes que estamos dejando enterrar bajo una montaña de basura publicitaria, lingüística y emocional. Hay demasiados mensajes volando por ahí como para que alguien pueda procesarlos racionalmente, y menos si está en plena formación. Es indispensable pensar sobre todo en ellos.


– Mmm... complicado decirle a un adolescente que se desenchufe de la compu...

– Quizá. Ahora bien: una ley puede desestimular la soledad. Por ejemplo, favoreciendo explícitamente las formas de vincularse que no vienen impuestas por los demás sino por la vida cotidiana de los propios jóvenes. Ahí el Estado y la ley tienen un instrumento muy fuerte a través de la escuela. Los colegios necesitan más que nunca ser espacios de interacción social, de experimentación y de autoeducación. El gran peligro es que toda esta maquinaria infinita de voces nos gane de mano y que las nuevas generaciones queden anuladas por no haber podido producir sus propias formas de expresarse.

Nota Jue Sep 02, 2010 5:20 pm
fuente: http://blogs.publico.es/fueradelugar/6/ ... subversion


Entrevista con Franco Berardi, Bifo

"Transformemos la catástrofe en subversión"



Bifo rodeado de estudiantes en una protesta en Bolonia



Amador Fernández-Savater

Público // 3 de diciembre de 2008



Franco Berardi ('Bifo') participó en los movimientos autónomos y creativos de los años 70. Su reflexión sobre las transformaciones del trabajo y de la comunicación conjuga saberes de la antropología, la psicología, la filosofía y la poesía, así como se nutre de experimentaciones políticas en el ámbito de las nuevas tecnologías.


¿Cuál es tu lectura sobre las causas de la crisis?

El origen de la crisis financiera es mucho mas profundo del que los economistas pueden reconocer. Naturalmente, la causa inmediata de esta crisis catastrófica se encuentra en la colosal estafa del crédito inmobiliario americano, pero lo que se manifiesta es una crisis conceptualmente mucho más amplia y profunda: la crisis del crédito como herramienta fundamental de la dinámica económica capitalista y de la organización mundial de la división del trabajo y del consumo.


¿Una crisis de civilización?

Sí. El capitalismo estadounidense ha podido fortalecerse desde los años setenta gracias a un endeudamiento sin límites. Su hegemonía político-militar le permitía imponer las condiciones de las relaciones económicas internacionales. Pero esa hegemonía ha entrado en crisis: por supuesto, debido a su desastrosa derrota en las guerras de Irak y Afganistán, pero también a la situación de Pakistán, al borde de la guerra civil. El mundo ya no acepta pagar los costes del hiper-consumo norteamericano: la deuda ya no puede aumentar. Más aún: la deuda económica y también simbólica que el mundo occidental en su conjunto ha acumulado en quinientos años de modernidad, la deuda de la la colonización y la esclavitud, hoy reclama ser pagada.


Los políticos aún creen que tiene margen de maniobra…

La intervención del gobierno estadounidense pretende sostener a la clase financiera a costa de los ciudadanos que pagan los impuestos, de las empresas y de los consumidores. Pero no creo que la intervención estatal pueda frenar la crisis económica, porque salvar a la clase financiera supondrá dilapidar los recursos necesarios para inversiones y para un relanzamiento de la demanda. ¿Puede Occidente aceptar una reducción drástica de su nivel de vida? No lo creo. Eso significa que la guerra por la apropiación de los recursos se volverá una condición permanente y ubicua.


¿Qué puede pasar en los próximos meses y años?

La dirección del cataclismo económico es imprevisible. Podrían crecer los movimientos populistas que catalicen el egoísmo desesperado y lo movilicen contra los chivos expiatorios externos e internos (migrantes, disidentes…). Pero también se pueden crear las condiciones para una nueva cultura de la solidaridad, del compartir. Para ello, intelectuales, activistas y movimientos ciudadanos tienen que desarrollar dos vías de transformación social: un proceso de redistribución de la riqueza y del tiempo de trabajo; y la creación de una cultura de autonomía con respecto al consumo, de ascetismo y gozo del tiempo.


¿Cómo se concreta eso?

Hay que lanzar tres líneas de acción, a la vez directa y reivindicativa. Por un lado, el aumento de los salarios, la apropriación social de los bienes, la ocupación de los espacios urbanos. Los bienes que la clases depredadoras han robado tienen que volver a la sociedad, si es posible de manera pacífica. Por otro, la reducción del tiempo de trabajo y la abolición del trabajo superfluo. Quien impone el trabajo extra es el peor enemigo de la comunidad. Finalmente, necesitamos limitar el peso de la economía sobre la vida social, aprender qué significa el gozo del tiempo fuera del dominio de la mercancía, un nuevo ascetismo. De ahora en adelante, las comunidades extra-económicas se multiplicarán para experimentar formas de autosubsistencia, de vida compartida.


Wallerstein ha dicho que estamos ante el fin del capitalismo

No se trata de esperar un desplome del capitalismo como efecto de la catástrofe. La idea misma de un desplome del capitalismo olvida que éste no es una construcción material como un edificio, sino un sistema de relaciones simbólicas. Lo que ocurre en este momento es una catástrofe. Catástrofe, en su sentido etimológico (en griego, kata: bajo; strofein: desplazar), significa una acumulación de inestabilidad que produce un viraje del punto de observación y el desvelamiento (apocalipsis en griego significa revelación) de un horizonte que antes no podía verse. El fin del capitalismo sólo puede ser efecto de un cambio en los imaginarios, las expectativas, las formas de interpretar el mundo de la mente colectiva. Sin imaginación no hay subjetivación colectiva y sin subjetivación colectiva no hay salida de la pesadilla presente. Transformemos la catástrofe en subversión.


“Ni Estado ni privatización”

Las formas de resistencia siguen siendo puramente defensivas porque no logramos salir del marco cultural y político del siglo XX. Tenemos que considerar la disolución de la izquierda en Francia, en Italia o en Inglaterra como un acontecimiento positivo, porque nos permite experimentar fuera del contexto conceptual y político del pasado. Ni Estado ni privatización. Esa vieja alternativa -herencia del siglo XX- no tiene ya sentido, como puede verse en la situación estadounidense donde la intervención estatal se hace al servicio de los intereses de las finanzas y del capital.

Nota Sab Ene 29, 2011 12:41 pm
fuente: http://blogs.publico.es/fueradelugar/23 ... a-politico



Entrevista con Franco Berardi (Bifo)

“La sensibilidad es hoy el campo de batalla político”




Amador Fernández-Savater

Público // 29 de enero de 2011




    Franco Berardi (Bifo) es filósofo, escritor y teórico de los medios de comunicación. Implicado en los movimientos autónomos en los años setenta, preconizó en los ochenta la futura explosión de la Red como vasto fenómeno social y cultural, y fundó en 2005 la primera “televisión de calle” en Italia. En castellano ha publicado La fábrica de la infelicidad o El sabio, el mercader y el guerrero. Ha lanzado recientemente el sitio de comunicación th-rough.eu, una plataforma comunicativa transeuropea donde se dan cita la política, la filosofía y la crítica literaria y de arte.

    La primera entrevista de esta sección, hace ya dos años, se la hicimos a él. En ella hablamos sobre la crisis que recién comenzaba y Bifo apuntó tres claves de orientación teórica y práctica: en primer lugar, no estamos ante una crisis puramente financiera, sino de un modelo entero de civilización; en segundo lugar, el desenlace del cataclismo económico es incierto: puede derivar hacia un “sálvese quien pueda” generalizado, o bien hacia la creación de una nueva cultura de la solidaridad y el compartir; por último, la disolución de la izquierda europea es un dato positivo, porque nos empuja a pensar y experimentar fuera de un marco conceptual y práctico que pertenece al siglo XX. Dos años después retomamos la conversación con Bifo sobre el mismo asunto.



¿Qué ha pasado en estos últimos dos años?

Sobre todo dos cosas: la esperanza Obama se ha disuelto y la crisis europea ha estallado. Una nueva lógica se ha instalado en el corazón de la vida europea a partir de la crisis financiera griega: Merkel, Sarkozy y Trichet han decidido que la sociedad europea debe sacrificar su nivel de vida actual, el sistema de la educación pública, las pensiones, su civilización entera, para poder pagar las deudas acumuladas por la elite financiera.


¿Y qué es lo que no ha pasado? Me refiero a la ausencia de las grandes luchas sociales que todos esperábamos. ¿Cómo lo explicas?

Durante los últimos diez años, la precarización general de la vida no sólo ha fragmentado el tiempo de vida y reducido el salario, sino que sobre todo ha instalado en la vida social el dominio del espíritu competitivo, con sus consecuencias de agresividad, aislamiento y soledad en las personas, sobre todo entre los jóvenes. Los efectos sobre la sensibilidad han sido devastadores y están a la vista de todos: depresión de masas, crisis de pánico, enfermedades del vacío, etc. Esa des-empatía generalizada explica el actual “sálvese quien pueda” ante la crisis.


¿Ves ahora alguna salida?

Me temo que la catástrofe presente no tiene ninguna solución, la barbarie es el nuevo orden social europeo. Eso no se puede cambiar, ya sólo podemos desertar. Tenemos que olvidar la palabra democracia, porque no hay ninguna posibilidad de restaurarla, y en su lugar escribir la palabra autonomía. Autonomía de las fuerzas de la producción técnica, cultural, creativa: lo que yo llamo ‘cognitariado’. Autonomía significa abandono y vaciamento del imaginario y los lugares del trabajo, el consumo, la competencia, la acumulacion y el crecimiento. Y la creacion de un nuevo espacio mental y social separado definitivamente del económico. Ese es para mí el sentido profundo al que apuntan las primeras movilizaciones contra la crisis en Europa (Londres, Roma, etc.).


Pero los estudiantes han salido a la calle para protestar sobre todo contra el desmantelamiento del sistema educativo.

Desde luego, los estudiantes no pueden tolerar el fomento organizado de la ignorancia en los países europeos. Pero yo veo además otro elemento a tener en cuenta en la movilización furiosa y creativa del mes de diciembre: una tentativa de re-activación de la dimensión corpórea, física, deseante y sensible de las personas que componen la clase cognitaria europea. Es decir, los millones de estudiantes, investigadores, ingenieros, informáticos, periodistas, poetas y artistas que constituyen ese cerebro colectivo que es la fuerza de producción crucial y decisiva en el tiempo presente.


Pones mucho énfasis en la cuestión de la sensibilidad.

Sensibilidad es la capacidad de entender señales que no son verbales, ni verbalizables. Es la facultad de discernir lo indiscernible, aquello que es demasiado sutil para ser digitalizado. Ha sido siempre el factor primario de la empatía: la comprensión entre los seres humanos siempre se da en primer lugar a nivel epidérmico. Y ahí está hoy el campo de batalla político. La intensificación del ritmo de explotación de los cerebros ha colapsado nuestra sensibilidad, por eso la insurrección que viene será ante todo una revuelta de los cuerpos. Pienso en un nuevo tipo de acción política capaz de tocar la esfera profunda de la sensibilidad mezclando arte, activismo y terapia.


¿Por qué el arte?

Hay una expresión artística importante en la última década que se dedica a la comprehension de la fenomenología del sufrimiento psíquico. Pienso en escritores como Jonathan Franzen y Miranda July, en vídeoartistas como Lijsa Ahtila o en cineastas como Gus Van Sant y Kim Ki-Duk. Pero el arte por sí solo no consigue modificar la realidad, sólo conceptualizarla y denunciarla. El arte debe mezclarse con la política y la política con la terapia.


Terapia y política, una extraña pareja, ¿no?

Cuando el primer efecto de la explotación capitalista del trabajo cognitivo es el agotamiento nervioso y el sufrimiento psíquico, la acción social tiene que proponerse antes que nada como terapia mental y relacional. Pero cuando hablo de terapia no me refiero a una técnica que reintegre al individuo roto a la normalidad del consumo compulsivo y la competición económica, sino a la práctica que reactiva la sensibilidad y la empatía. La terapia que propongo no es otra cosa que revuelta y solidaridad, el placer de los cuerpos mezclándose con otros cuerpos. Las movilizaciones de diciembre en Londres y Roma han sido las mejores acciones auto-terapéuticas que pueden imaginarse. Mejor que un millón de psicoanalistas.


Para acabar, te pido unas palabras sobre la situación italiana.

Dos procesos de barbarización se suman en Italia. Por un lado, un grupo de criminales notorios, de fascistas mafiosos y racistas están desmontando la estructura institucional y moral del país. Y por otro, hay una aplicación sistemática de las directrices neoliberales y monetaristas de la Union Europea. No hay solución italiana a la situación italiana. Pero yo ya no soy italiano. Los estudiantes italianos ya no son italianos, muchos han dejado el país y viven en Londres, Berlín, Barcelona o París. Somos europeos, porque sabemos muy bien que sólo a nivel europeo se puede crear una nueva forma política adaptada a la riqueza de la inteligencia colectiva. Sólo una insurrección europea puede abrir un nuevo horizonte a la sociedad italiana.

Franco Berardi, en "Tecnonomadismo y pensamiento rizomático", publicado orginalmente en Multitudes, número 5, mayo de 2001, traducido por Beñat Baltza, escribió:Richard Barbrook es un simpático muchacho que vive en Londres, y que se ocupa de algo que conviene llamar centro de búsqueda hipermedia. Este centro depende de la Universidad de Westminster, y Richard tiene un espacio web en la universidad.

Desgraciadamente, parecería que esta respetabilidad intelectual haya vuelto a Richard completamente intolerante respecto de toda visión del mundo que no esté de acuerdo con el racionalismo progresista. Defensor fanático del Estado providencia, Richard parece detestar a todos aquellos que no tratan a su dios con el debido respeto. El natural desuso de las teorías de Richard Barbrook se confirma, de manera deprimente, por el panfleto titulado "The Holy Fools", publicado por el centro de búsqueda hipermedia en 1998.

Tal y como aparece en el título, Barbrook ridiculiza el modo rizomático de pensar, y muy particularmente el de Deleuze y Guattari, The Holy Fools, que pone en el mismo saco que la "ideología californiana x" y el tecnoliberalismo.


Cultura californiana y tecnonomadismo

¿Cuál es la lógica subyacente a semejante afirmación? El modo de pensamiento rizomático (o tecnonómada, como Barbrook lo eufemiza, dentro de una definición que no es tan abusiva como podría pensarse) comparte con las apologías del capitalismo high-tech el ser absolutamente actual, y absolutamente capaz de comprender la lógica intelectual inherente a las redes y al pancapitalismo. El pensamiento de Deleuze y Guattari ve el capitalismo en términos de flujos semióticos, y sitúa a ese nivel un potencial de crítica y de transformación que se expresa en términos de autoorganización molecular. El pensamiento tecnonómada constituye, así, el cuestionamiento más preciso y determinado de la ideología high-tech, el único modo de pensamiento capaz de tomar forma a lo largo de estas mismas líneas de fuga y según los mismos ritmos que la ideología high-tech, el único modo, insuperable, de crítica posible.

Es así que Félix Guattari escribe en Caósmosis que «El caos democrático encubre una multitud de vectores de resingularización, de atractores de creatividad social en busca de actualización. No es cuestión aquí de lo aleatorio neoliberal y de su fanatismo de la economía de mercado, mercado unívoco, mercado de las redundancias de poder capitalísticas [...]» [1].

Por su parte, Barbrook pelea en todos los frentes contra los demonios del mundo moderno, considerándolos (como si hubiera algo malo en ello) como la reminiscencia de los demonios de los años sesenta. «La Red es frecuentada por las esperanzas frustradas de los años sesenta. Puesto que simboliza un nuevo período de cambios rápidos, muchos comentaristas contemporáneos se vuelven hacia la revolución fallida de hace treinta años para explicar lo que ocurre hoy día. Los más famosos, los fundadores de Wired, se han apropiado la retórica de la nueva izquierda para promover, en lo que concierne a la red, la política de la nueva derecha. En Europa, una larga tradición política de lucha de clases y una compulsión teórica vuelve poco creíble semejante equívoco ideológico. Pero, no obstante, eso no significa que los europeos estén libres de un elitismo numérico que ellos arriesgan en adoptarlo, en nombre de ideologías libertarias de los años sesenta. Ironía de la historia, esta unión de los contrarios es, en cambio, completamente evidente en los escritos inspirados por Gilles Deleuze y Félix Guattari [2]».


Tecnonómadas y postrabajo

¿Quiénes son estos tecnonómadas?

Quisiera decir que el tecnonomadismo es la forma intelectualizada del postrabajo, en la medida en que organiza y se da a sí mismo el poder de transformar los circuitos productivos de información en la Red en circuitos de autoevaluación social y cultural.

La razón por la cual Barbrook entrevé en el tecnonomadismo una forma refinada de elitismo es una especie de misterio. «En sus santos libros, Deleuze y Guattari propagan el mito de lo nómada para celebrar un tribalismo hippie. Durante los años sesenta, muchos revolucionarios pensaban que rebelarse contra lo tristes hábitos de la vida cotidiana constituía el mejor modo de destruir el capitalismo. En lugar de convertirse en dóciles trabajadores o en consumidores satisfechos, los hijos de las hormigas viven todos en tribus». «Las subculturas de la juventud contemporánea acatan ese credo hippie de una redención por un modo de vida bohemio. La vanguardia intelectual europea se ve particularmente atraída por la versión nómada de esta leyenda. Son relativamente privilegiados, y se benefician de un grado avanzado de movilidad profesional y turística, son profesores, artistas, militantes, hacen negocios y entablan relaciones en conferencias, en inauguraciones y exposiciones, bien sea en el continente o no importa dónde. Hoy día, los discípulos de Deleuze y Guattari se consideran móviles, en su imaginación, incluso cuando se sientan ante la pantalla de su ordenador. Estos son los espantamoscas de la tecnocomunicación, una cybertribu que sigue los flujos y se pasea en los espacios del mundo virtual [3]».

Barbrook describe este estilo de vida (el postrabajo que interviene en los circuitos de la producción informacional) con el tono escandalizado de una vieja con bigote describiendo un ritual satánico. De acuerdo, es exacto que estos corrompidos esclavos, sometidos a los circuitos tecnomediáticos, hacen contactos en reuniones o en exposiciones artistas. Sí, viajan mucho. Pero lo que no queda claro es por qué eso debería ser considerado como la prueba de la corrupción de los Holy Fools Deleuze y Guattari.

La movilidad física y virtual está en el centro de la cultura de la comunicación y de las redes, ella hace integralmente parte de los procesos de producción de la información. Admitamos que los tecnonómadas no trabajan en minas ni en altos hornos, pero están expuestos a una nueva forma de neuroexplotación, y están en condiciones de catalizar dinámicas de transformación a escala de toda la sociedad.

Para no extenderme demasiado, diré que Barbrook se escandaliza por la posición anti-Estado tomada por Deleuze y Guattari. En la sombría realidad de la experiencia del proletariado industrial, Barbrook parece querer decirnos que no hay más que una única esperanza, y que esta esperanza está en el Estado, que es quien puede curar las heridas y aligerar los sufrimientos de la población obrera.

Yo no creo que el Estado haya algún día aligerado los sufrimientos de alguien y, seguidamente, haya necesitado mucho tiempo para reconstruir el marco de explotación capitalista.

Hoy día ése no es ciertamente el papel que juega el Estado, y nunca será ése el sentido. Y ello no es porque el Estado sea un diablo compuesto de demonios, sino sencilamente porque la capacidad política de gobernar, en una sociedad complicada por una proliferación de tecnocomunicaciones como es la nuestra, es miserablemente inadecuada.

El proceso de producción trenza un bucle rizomático y molecular de tal complejidad que no puede ser reconocido por una estructura de inteligencia central, y las corrientes económicas y semióticas abandonan los espacios que aún podrían ser gobernados por una política estática, por los dominios de lo virtual, en donde ninguna autoridad está en condiciones de ejercer un mandato. El mando se inscribe en los automatismos de la tecnología, de la finanza y del psiquismo colectivo, y la sociedad debe dotarse de la capacidad de tomar para sí la responsabilidad de su autoorganización.


De radio Alice a la red

Uno de los blancos privilegiados de Richard Barbrook es el del determinismo tecnológico, y, ahí, sería muy difícil no estar de acuerdo con él. Es exacto que el desarrollo tecnológico no es, en sí mismo, portador de ninguna libertad, de ningún ensanchamiento del horizonte, de ninguna democracia y de ningún bienestar que le fuera inherente. Al contrario, tal y como podemos ver en los libros de historia, mucho más frecuente que lo contrario, la tecnología es una factor de pobreza y de tiranía. Pero es aquí en donde hay un poco de confusión, y es que Barbrook no tiene en cuenta eso, con respecto de los Holy Fools Deleuze y Guattari (muy especialmente Guattari) cuando les reprocha su tecnodeterminismo. Capítulos enteros del libro de Barbrook están dedicados al trabajo militante y a las teorías de Félix Guattari en relación, primero, con las radios libres, y después con la red.

En los años sesenta, Guattari se sintió profundamente concernido por el modo como las radios libres abrían la posibilidad de una autoorganización política, social y cultural. Esta experiencia de las radios libres (en particular de Radio Alice, que desde el principio expresa la conciencia que ellatenía del potencial innovador de un medio rizomático en su interacción continua con sus auditores) era portadora de un principio de autoorganización tecnocomunicacional que anticipaba la explosión de la era de la red telemática. Más tarde, influenciado por la experiencia del minitel, el primer ejemplo de una red telemática europea, que se desarollaba en Francia a comienzos de los años ochenta, Guattari empieza a hablar del horizonte de una civilización posmediática en la cual el flujo de la comunicación no estaría ya controlado por un cuerpo gobernante que transmitiera la información hacia abajo, a un público pasivo, sino que constituiría una red densa de intercambios rizomáticos que circularían de manera horizontal.

Con el fin de demostrar que Guattari (del que no se puede negar el carácter extraordinario de la previsión) es un holy fool, Barbrook cuenta la historia de las relaciones de Félix con las radios francesas e italianas entre 1977 y 1982. Su reconstrucción de los acontecimientos es totalmente falsa, inexacta y políticamente repugnante.

En resumen, Barbrook avanza que Guattari provoca la disolución de las radios en las que él estaba implicado (Radio Alice y Radio Fréquence Libre), porque introducía el veneno corruptor de un nomadismo extremista en radios que, si se las hubiera dejado con su lógica de funcionamiento, habrían sido completamente honestas estructuras de información para la edificación del buen pueblo trabajador. No hay materia para discutir la reconstrucción de los acontecimientos efectuada por Barbrook: es totalmente desviada y desinformada, por no decir completamente falsa.

Radio Alice fue cerrada por la policía en marzo de 1977 porque funcionaba como un instrumento de autoorganización para la revuelta de los estudiantes y de los proletarios. Barbrook mantiene que se cerró porque se dedicaba a la conversión de los habitantes de Bolonia a la EsquizoPolítica, y que, naturalmente, la población de Bolonia no estaba interesada en eso.

Radio Fréquenze Libre fue cerrada por la administración de Mitterrand porque no tenía muchos auditores (solamente 30.000, según Barbrook) y sin embargo recibía subvenciones normales.

En su introducción a Radio Alice, radio libre, un libro publicado en París en el verano de 1997, Guattari escribe: «La policía destruyó Radio Alice, sus organizadores fueron arrojados fuera, condenados y encerrados, y sus oficinas desmanteladas, pero el trabajo revolucionario de desterritorialización continuaba su camino, sin pausa, en el corazón del sistema nervioso de sus perseguidores». Barbrook cita este pasaje con desprecio, pero hace mal, pues es exactamente lo que ocurrió. Radio Alice fue la primera experiencia de desterritorialización en el sistema de tecnocomunicaciones, un ataque contra el sistema centralizado de los media y contra la utilización de una red de difusión de la comunicación como factor de autoorganización, exactamente lo que dice Guattari.


Estética y sensibilidad en la esfera de la producción de la información

¿Qué es lo que contienen exactamente los escritos de Deleuze y Guattari, que puedan irritar tanto a Barbrook? La estetización de mayo del 68 se ha vuelto mucho más fácil gracias al estilo poético de Deleuze y Guattari. Como en la pintura modernista, en donde el realismo del texto es reemplazado por una fascinación por las técnicas formales de la producción teórica, para Deleuze y Guattari la teoría es más un trozo de literatura que expresa una emoción que una herramienta para comprender la realidad social. Habiendo fallado en la práctica, la política de la nueva izquierda quiere vivir como una teoría del arte. La crítica esencial que Richard Barbrook desarrolla contra el movimiento rizomático es que éste pretende reemplazar la crítica y la revuelta social por un paradigma estético.

Richard critica a los tecnonómadas porque estosprefieren la poesía a un Estadoprovidencia benefactor. Si nos apartamos de la simplicidad de su lenguaje, Barbrook ha identificado el aspecto esencial del pensamiento rizomático. Tiene razón, la estética está en el pensamiento de Guattari. Si Barbrook hubiera leído el último libro de Guattari, Chaosmose, se habría encontrado con un capítulo titulado Le nouveau paradigme esthétique. ¿Pero, entonces, qué es la estética?

La estética no es solamente la ciencia de la belleza de los objetos, como comúnmente admite la filosofía occidental. La estética es también (y es esto lo que más nos interesa) la ciencia de la sensibilidad de la percepción, la ciencia del contacto de la piel, la ciencia de la proyección de los mundos por una subjetividad aún en formación. En la esfera del capitalismo global, el lugar de trabajo esencial, el centro de la explotación económica del sufrimiento psíquico y de los estímulos nerviosos deviene espíritu humano, y, más exactamente, la relación entre el cuerpo y el espíritu afectado por las consecuencias patógenas de la sobrecarga informacional.

La aceleración capitalística, la virtualización de los contactos, la desaparición global de los territorios culturales han disuelto y provocado el desmoronamiento de nuestros modelos antropológicos tradicionales y de los sistemas psicoculturales más profundamente arraigados, con los que todos participábamos en la elaboración del imaginario social, de toda nuestra sensibilidad.

Las batallas más delicadas y las más intensas se libran a nivel emocional. El bombardeo de los media tiene un efecto brutal sobre la redefinición de la sensibilidad, la imaginación es ocupada por monstruos que se desplazan a velocidades extremas, y la psique colectiva es invadida por virus mutágenos.La explosión mediática de la epidemia del sida corre a la par de la virtualización de las relaciones entre los organismos conscientes. La estética se consagra al estudio a la manera como un cuerpo es percibido por otro cuerpo en la esfera de lo social. La estética tiene entonces mucho que ver con el problema del racismo y del nacionalismo en un entorno globalizado. Voilà por qué Guattari ha querido poner el paradigma estético en el centro de su pensamiento y de su acción política y terapeútica.

Barbrook parece, demasiado extrañamente, no estar al corriente de esta situación cuando se burla del esteticismo del pensamiento de Deleuze y Guattari. Si dejamos de lado la ridícula denuncia según la cual la estética conduce al fascismo, tal y como atestiguaría el movimiento futurista italiano (un movimiento del que Barbrook parece tener un conocimiento muy superficial), la debilidad fundamental de los argumentos de Barbrook reside en su incapacidad para comprender hasta qué punto la importancia de la estética representa una clave para la interpretación extremadamente útil, que nada tiene que ver con un snobismo romántico tardío.

«Los dos filósofos han sustituido la revolución social por una redención éticoestética. La nueva izquierda no quiere cambiar los métodos de producción. En su lugar, estos filósofos llaman a la sustitución del trabajo disciplinado por un deseo espontáneo: el rechazo del trabajo. Las proletarias se han transformado en artistas. En los años noventa, los tecnonómadas han necesitado de este mito ultraizquierdista para justificar la resurrección de una tradición vanguardista. Tras su trasmutación en postura éticoestética, el anarcocomunismo deviene el augurio de un superhombretecnonómada [4]».

El proletariado se ha transformado en artista, dice burlonamente Barbrook; no obstante, es exactamente el caso hoy día. La diferencia es que esta situación no ha llegado por medio de la condescendencia de una vanguardia, sino sencillamente porque la tecnología ha hecho posible la automatización de la producción repetitiva, y ha canalizado el trabajo productivo hacia la dimensión creativa de lo irrepetible y de lo eventual (ver el libro de Philippe Zarifian: Trabajo y acontecimiento).

Esto no quiere decir que el trabajo productivo haya devenido un paraíso de artista. De existir algo así, sería exactamente lo contrario: el arte ha sido aspirado en el encierro del trabajo productivo. El hecho de que el trabajo intelectual no represente más que a una minoría de la población no significa absolutamente nada. Ya en la época de la revolución industrial, la clase obrera no constituía más que una minoría de la población, cosa que no ha impedido que jugara un papel absolutamente decisivo para la totalidad de las relaciones sociales.

A pesar de su mala voluntad y de su conformismo, leer a Barbrook puede ser útil para la comprensión de conceptos que él desprecia totalmente.

  • El punto en el cual la teoría rizomática puede ser significativo para comprender el modelo Internet; y las ventajas que esta teoría tiene en los dominios prácticos de las redes de comunicación.
  • La transformación del trabajo productivo en esquemas repetitivos todavía más diferenciados e intangibles.
  • La centralidad de la dimensión estética en la comprensión del cambio tecnológico y social.
  • Las relaciones tan estrechas que existen ente la sensitividad social actual y la patología social.




Notas al pie de página

    [1] Félix Guattari, Chaosmose, París, Galilée, 1992, p. 162. Trad. cast: Caósmosis, Irene Agoff, Buenos Aires. Ed. Manantial 1996, p. 143.
    [2] Richard Barbrook, "The Holy Fools".
    [3] Richard Barbrook, op. cit.
    [4] Richard Barbrook, op. cit.


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