Sinopsis:
En Etcétera se escribió:Es interesante recordar la construcción del Guggenheim en Bilbao en los terrenos de Euskalduna, tal como hace Manuel Rodríguez en su artículo "Ciudades modernas: espacios para el olvido", del que extraemos este pasaje:
Naturalmente sobran buenos ejemplos, ilustrativos de estas transformaciones inducidas, de estos desplazamientos obligados. Por citar alguno, lo que más sorprende de los comentaristas críticos del Guggenheim de Bilbao no es que hayan incidido en los rasgos estéticos aberrantes de la construcción, que no lo son tanto en un mundo en el que es posible toda licencia formal, o en el despilfarro de recursos, o en el carácter no vasco del museo, sino que casi ninguno haya descubierto lo que era más evidente en el proyecto: olvidar, borrar, eliminar definitivamente la dimensión conflictiva y abroncada de la historia de la ciudad. El solar del museo es el mismo que ocupó Euskalduna, punto negro de la geografía industrial del Estado y símbolo de la iluminación práctica de la resistencia obrera frente las necesidades que periódicamente exige la renovación de los ciclos de acumulación de capital. Euskalduna fue y es, para los que se dedican a "una actividad tan subversiva como la memoria", uno de los mejores ejemplos de la lucha obrera en los tiempos difíciles de la reconversión. La cirugía estética cumple aquí una voluntad de desplazamiento simbólico: del Bilbao industrial y combativo, a la imagen más tranquilizadora de centro turístico, de ciudad-imagen digna de ser contemplada por su calidad de depósito de mercancías de prestigio. Tal como señalaban los miembros del Colectivo Autónomo de Trabajadores que mantuvieron y radicalizaron la huelga que en el otoño de 1984 mantuvo a la fábrica en pie de guerra: "A fuerza de realizar manifestaciones, actos públicos y asambleas, los trabajadores de Euskalduna hemos acabado por convertirnos en parte esencial del paisaje urbano de Bilbao" (Colectivo Autónomo de Trabajadores, La batalla de Euskalduna: ejemplo de resistencia obrera, Madrid, 1985, Ed. Revolución, p. 199). Con esto no se expresaba el carácter folklórico, contemplativo, de la pseudorevuelta moderna, en el que tras varios días de lucha uno puede reincorporarse a la vida normal sin que nada haya sucedido, ni en el campo de las relaciones objetivas, ni en la emergencia de una conciencia más lúcida de las mismas. La lucha de Euskalduna fue una lucha feroz y violenta, manejada en todo momento por la actividad y decisión de los trabajadores, en una ciudad donde todavía era posible que un colectivo supiese contaminar, con sus miserias y esperanzas, la voluntad de sus habitantes. Ningún otro objetivo, tenían las acciones de los obreros, que hoy, en los espacios de la atomización, habrían quedado condenados al fracaso más inmediato: las asambleas en la Universidad de Deusto a las que se sumaban los estudiantes, los apoyos solidarios a otras empresas en reconversión, la presencia permanente en la calle que generaba la solidaridad espontánea y a la vez consciente de la mayor parte de la población... La neo-ciudad como la neo-lengua de Orwell hace tabula rasa de los viejos usos de los espacios, transforma en una ilusión ingenua la celebración sincera del pasado a la vez que aniquila su posible reactualización en la vida cotidiana de nuestra época.
Por tanto, el resultado de este retorno a la historia, de esta necesidad de romper el marco urbano estrictamente funcional y de devolver a la ciudad algunos elementos concretos, en los que hubiera sido posible cierto reconocimiento, parece opuesto, en todo, a lo que se proclamaba explícitamente. La búsqueda de diferencias cualitativas, de lugares-referencia se ha resuelto en la acumulación de fragmentos arquitectónicos que a modo de citas de origen heterogéneo producen un texto ilegible por la falta de argumento común; el reencuentro con el pasado ha promovido las conocidas ciudades-museo, conglomerados monumentales maquillados hasta el punto de que ya no es posible reconocer en sus piedras el paso del tiempo; las nuevas catedrales del consumo, aunque han succionado los tiempos de ocio de las poblaciones, las han dejado impávidas ante su extraordinario ritmo de tranformación.
¿Pero esta fragmentación de la ciudad no señala, acaso, la expoliación de la experiencia compartida: la historia, el vocabulario de sus hábitos, la memoria objetivada en los nombres de sus calles y las piedras de sus casas? Expropiación de lo común, que obedece sin duda a tendencias globales de la sociedad, señalando la ruina de los viejos proyectos ciudadanos que durante siglos habían caracterizado la trayectoria de las urbes occidentales. El eclecticismo estético, el pastiche, los grandes centros de ocio que crecen de espaldas a su entorno, son, de hecho, las materializaciones más evidentes de un movimiento más general, que penetra intensamente el mundo sensible y el imaginario de los individuos.
DVDRip VO - MPG [379 Mb]
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
- La batalla de Euskalduna (José Ángel Pascual, 1984).mpg [379.42 Mb]
Descargar con Telegram desde RebeldeMule_Documentales
Reproducción:
Salud@s