Hola amiguitos. Tras la agria polémica desatada en este hilo, creo que es conveniente abrir una discusión específica sobre el tema de la homosexualidad en los países socialistas, su tratamiento legal, etc.
Sí me gustaría hacer unas consideraciones previas. Estoy seguro de que nadie las tomará en serio, pero que conste que las hago . Me gustaría que quienes participen en este hilo lo hagan sin insultar ni hacer descalificaciones generales, y que tengan un ánimo constructivo a la hora de señalar las carencias y llenar los vacíos que a buen seguro habrá en todas las intervenciones. No en vano, la historia de la URSS (entendiendo historia como historiografía) sigue siendo en buena medida un campo de batalla, entre una gran mayoría burguesa y dispuesta a todo con tal de descalificar la experiencia soviética y una minoría que, en ocasiones, peca de benevolencia analítica a la hora de defender los increíbles logros de la que fue la primera ciudadela socialista.
En la discusión en el hilo inicial, quien esto escribe ha defendido que la penalización de la homosexualidad en la URSS responde a un giro conservador en materia sexual en el seno del Partido. Añado aquí que este giro conservador no se limita a la cuestión sexual, sino que afecta a otras áreas, y que es consecuencia de los retos internos y externos que el poder soviético afrontaba en los años treinta.
En primer lugar, creo que hay que intentar ir a los hechos. En el tema específico que nos ocupa, el poder soviético en un primer momento eliminó la llamada ley antisodomía, y desde instancias científicas se afirmó radicalmente la naturalidad del comportamiento homosexual. Como se afirma en el artículo del CENESEX cubano citado por Nin78:
El punto de vista de los bolcheviques se hallaba reflejada en un panfleto escrito por el doctor Grigorii Batkis, director del Instituto moscovita de Higiene Social, titulado la Revolución sexual en Rusia. En él, el doctor Batkis exponía: " La actual legislación sexual de la Unión Soviética es obra de la Revolución de octubre. Esta revolución es importante no sólo como fenómeno político que garantiza el gobierno político de la clase trabajadora, sino también por las revoluciones, que emanando de ella, llegan a todos los sectores de la vida (...) La legislación soviética declara la absoluta no interferencia del Estado y la sociedad en las cuestiones sexuales, mientras nadie sufra daños físicos ni se perjudiquen sus intereses. Respecto a la homosexualidad, sodomía y otras formas de placer sexual, que en la legislación europea son calificadas de ofensas a la moralidad, la legislación soviética las considera exactamente igual que lo que se conoce como relación 'natural'" .
A esto hay que añadir la influencia en cuestiones sexuales que, en un primer momento, tuvieron Alexandra Kollontai , Clara Zetkin o Wilhelm Reich. Sin embargo, en los años treinta se dan una serie de cambios en materia de política familiar y sexual. Las relaciones homosexuales entre hombres adultos se califican como delito susceptible de ser castigado con prisión, se deroga el derecho al aborto, se reintroducen elementos del Código de Familia zarista relativos al control paterno sobre los hijos, se estimula materialmente la maternidad... Estos cambios no fueron sólo legislativos, sino que les acompañó toda una nueva reorientación ideológica; no sólo se exalta la institución familiar (en el artículo del CENESEX también se habla de esto), también los komsomolets (y especialmente las komsomolkas) son llamados a ser buenos chicos (y sobre todo buenas chicas) en materia sexual, y las mujeres sexualmente independientes y sexualmente activas adquieren, en general, un rol negativo, que si bien no es tan acusado como en la vieja sociedad, no deja de ser digno de señalarse. En Campos roturados, por ejemplo, no hay más que ver cómo se retrata al personaje de la esposa de Makar Nagúlnov (y cómo la actitud izquierdista de éste es en algunos momentos equiparada a la pusilanimidad), perspectiva que se repite, en ocasiones con bastante menos sutileza, en otras obras del realismo socialista.
En buena medida, este giro es consecuencia del balance del debate sobre la sexpol en el que las posturas de Wilhelm Reich fueron derrotadas. Si hablamos del Reich de los años 20 y 30, creo que nos hallamos ante uno de esos personajes que fue derrotado por defender cosas que ahora nos parecen lo más natural del mundo. Reich se oponía a lo que llamaba matrimonio autoritario (esto es, el matrimonio feudal y/o burgués, con su fidelidad obligatoria, su autoridad total del hombre sobre la mujer y de ambos sobre los hijos, etc), defendiendo un modelo basado en la autonomía personal, mucho más parecido a lo que una persona mínimamente progresista de hoy considera que debe ser la pareja que al matrimonio de toda la vida. Reich defendía también que los jóvenes tenían derecho a mantener relaciones sexuales, y que debían disponer de lugares para hacerlo. Todo esto, a lo que hoy creo que nadie tendría nada que objetar, fue interpretado como un desviacionismo izquierdista, y motivó que Reich fuera expulsado del movimiento comunista internacional.
En la propia URSS, se cerró el centro abierto por Alexandra Kollontai y los higienistas como Batkis fueron siendo relegados, hasta llegar a la concretización de los cambios antes mencionados, que incluyó la caracterización de la homosexualidad como una enfermedad (catalogación compartida por organizaciones como la OMS). No tengo aquí el material con las citas que ejemplifican los cambios mencionados, espero añadirlas en cuanto pueda, pero creo que la cantidad y la magnitud de los cambios mencionados y el hecho de que se expresaran legal e ideológicamente indican que hubo un giro. Máxime si tenemos en cuenta que se partía de las posiciones más avanzadas de la época. Creo que de lo que se trata en última instancia es de intentar dilucidar por qué se produjo ese giro, más que de discutir si se produjo o no.
Los marxistas, y los materialistas en general, no pensamos que la esfera ideológica está separada de la realidad material; todo lo contrario, creemos que está profundamente ligada a ésta en un proceso permanente que llamamos dialéctica. Por eso, creo que para entender el giro en materia sexual que se da en los años treinta hay que fijarse en la situación interna y externa de la Unión Soviética. En cuanto al interior, los años treinta se caracterizan por la colectivización y la industrialización. Este proceso fue extremadamente traumático, y llevó al límite la tensión entre campesinado y proletariado que tanto preocupaba a Lenin en sus últimos escritos. La colectivización, dinamizada en buena medida por activistas urbanos, introdujo en la URSS de golpe la oposición campo-ciudad que en Europa Occidental se había construído a lo largo de décadas. Además, fue dura para todos los campesinos, incluidos los partidarios de los koljoses, quienes estaban en su interior tan aferrados a sus bienes como cualquier campesino propietario.
En un momento en el que la cuestión sexual era utilizada por los popes para atacar al poder soviético, aterrando a los campesinos con presuntas socializaciones de las mujeres y mentiras por el estilo, y cuando más hostilidad se gestaba contra aquél en el interior del campesinado, los cambios conservadores en política sexual podían servir para demostrar al campesinado que los argumentos de la reacción eran meros infundios. Por otra parte, estos cambios respondían también a una mentalidad muy extendida en el partido, de tendencias conservadoras en lo sexual. Algunas palabras de Lenin en su famosa entrevista con Clara Zetkin fueron muy utilizadas para justificar el giro conservador, gracias a la deificación del de Samara que había llevado a cabo toda la dirección bolchevique desde la muerte de éste. La conservadurización sexual, en definitiva, como la mayor tolerancia hacia las actividades de la iglesia ortodoxa y la promoción de ulemas autorizados por el partido en Asia Central (con desastrosos resultados seis décadas después), suponían una mano tendida al campesinado en un momento en el que la división entre éste y el proletariado era una amenaza más real que nunca.
En cuanto a los factores externos, no hay más que ver en qué fechas se produce la penalización de la homosexualidad. Estamos en los años del ascenso hitleriano, que, por mucho que digan el History Channel y demás ralea, tenía en el Este de Europa su espacio vital, y en los pueblos eslavos sus esclavos infrahumanos. Pero, más allá de la amenaza física y militar, el fascismo había conseguido hacerse con el casi monopolio del discurso de los valores tradicionales, que eran compartidos por una amplia mayoría de la población. El gran Dimitrov señaló esto en referencia a los sentimientos patrióticos, y llamaba a los comunistas a arrebatar las banderas del patriotismo de manos de quienes las ensucian. De la misma manera que acusaba a los bolcheviques de ser una especie de judíos apátridas enemigos de todo lo presuntamente natural, el fascismo hacía hincapié en la supuesta degeneración moral y sexual que reinaba en la Unión Soviética. Este tipo de acusaciones fueron notablemente amplificadas por todos los medios burgueses, sobra decirlo.
El poder soviético necesitaba sobrevivir en mitad de grandes tensiones internas. No sólo necesitaba sobrevivir, sino prepararse para una batalla que, desde la victoria electoral nazi de 1933, se perfilaba como inevitable. En esta batalla, hacía frente a un enemigo que pretendía ser el portador de unos valores tradicionales que, en sus elementos nucleares, compartía en gran medida el campesinado soviético. Dadas estas condiciones, el giro conservador en materia sexual era una buena opción en términos de realismo político estricto: reforzaba la cohesión social al oficializar buena parte de la moral sexual popular, mitigaba las tensiones entre urbanitas y campesinos, fomentaba la natalidad y trataba de limitar los efectos disgregadores que el sexo tiene en cualquier sociedad desarrollada. No es casualidad que, en la misma época, la política exterior soviética comenzase a girar hacia posiciones realistas, consecuencia inevitable de su estatus de potencia, pero eso es ya otra historia.
En definitiva, creo que se puede entender el porqué del giro conservador, y puede hasta apoyarse. Ahora bien, lo que no se puede defender, excusar ni justificar bajo ninguna circunstancia es la prohibición de la homosexualidad entre adultos y su castigo con pena de cárcel. Es una ley injusta, se mire como se mire, y supuso el truncamiento dramático de una tendencia que había colocado a la URSS en términos de absoluta vanguardia en la materia. ¡¡Más de cincuenta años antes de Stonewal, la homosexualidad había sido despenalizada, y nada menos que en un país que acababa de salir del Antiguo Régimen!! Soy consciente de que a veces hay que renunciar a algunos logros revolucionarios para mantener el edificio en su conjunto, pero, sinceramente, penar la homosexualidad es como penar un color de ojos, el color de la piel o las meras creencias religiosas personales. Hemos cometido errores, y este fue uno de ellos. Un saludo. y felicidades si has llegado hasta aquí