Sinopsis:
- [propia] Madrid, 1977. Remanentes del núcleo duro del franquismo están nerviosos. Los cambios políticos se sobrevienen y ven cuestionado su monopolio político sobre el estado. Las palizas aleatorias en manifestaciones y asesinatos selectivos están a la orden del día, aunque ni lo uno ni lo otro parece suficiente para contener las expectativas de la oposición antifascista. Luismari, un niñato pijo de la alta burguesía madrileña, desbordado de amor a su clase y principios, idea un plan junto a elementos falangistas para dar un golpe de efecto que trace las líneas rojas al otro desbordamiento, el racional, templado y crítico: el de la democracia.
Comentario personal:
- Un Bardem digno de un Pontecorvo. Al tratarse de una película de encargo (partidario, no comercial), es un dibujo de unir-los-puntos diseñado en el pce, que arrastra errores analíticos de este partido y, en consecuencia, rinde bastante mejor como documento histórico que como ejemplo o ensayo de la emancipación social. Veamos.
- El movimiento obrero es el protagonista, o las CCOO como su frente de masas principal. A la cabeza de las CCOO y, por tanto, del movimiento en su conjunto, estaría El Partido, el único; el pce. Su objetivo programático declarado es un régimen demoliberal. Los otros agentes en escena son los armados, de derecha e izquierda, que, con matices, son igualados. No hay diálogo interno en la película sobre este enunciado, es una verdad acabada, una narrativa de sí en la que se ha atascado el pce para los restos, la de pieza de museo filatélico por su contribución a "la democracia". Hoy la prolonga Podemos para hacerle el recambio en sus funciones.
- El papel de los abogados leales a la clase obrera sirve para comunicar a la audiencia esta línea política. El partido monta despachos y manda para allá a sus peritos en ingeniería legal en cuanto salen de la universidad. Sus instrucciones son abastecer la primera línea de defensa para los heridos y los muertos (sus allegados), las asociaciones vecinales y los huelguistas. En este puente partido/abogados\masa quedan fijados los tres puntos calientes del momento: movilización civil, vertebración barrial y huelga obrera. Hasta ahí todo bien. El problema estriba en que esta labor jurídica está sobrerrepresentada. Es lo único que el pce hace como tal en la trama. La huelga del transporte, por ejemplo, de enorme incidencia (parálisis de Madrid), es resuelta en pocas líneas. El partido quiere hacer ver que sabe ceñirse a las normas, respetar el marco legal aún cuando no le favorezca.
- El (estado de) Derecho aparece así como la máxima aspiración del partido. Contemplamos un partido de orden, irritado por quienes hipócritamente promulgan leyes para luego violarlas mediante el paramilitarismo. El pce sería el equivalente a izquierda del aperturismo de derecha. En este espejo, ambos polos del espectro son violentados por los incontrolados de uno y otro signo: los GRAPO y el pistolerismo falangista, que están dejando escapar esta fantástica oportunidad de concordia. La puesta en escena de una proto-independencia de la administración de justicia, con derecho a la defensa legal, investigación policial eficaz y fiscales y jueces imparciales, da a entender que los pactos se están respetando (separación de poderes).
- Existiría, pues, una derecha razonable, moderna, no cavernícola; en una palabra, democrática. Si Bardem y Morán piensan así, no la representan más que en los efectos de negociar con ella. En esto "Siete días..." parece haber sido calcada en la reciente "Argentina, 1985", abrazo del oso alfonsinista, correlato de trasvase pacífico de poder de los militares a los civiles. Sí, trasvase, ¿por qué llamarlo "transición"? Como decía mi compa Arozamena, la única transición es la del modo de producción. Una cosa es aceptar o asumir que las cosas han salido de una determinada manera... y otra confiar en que esa manera en que han salido las cosas nos deja en el mejor lugar posible para resolver el problema. Extrapole esto a las relaciones sociales micro (amistad, pareja) y se revelarán al momento las costuras de la fantasía.
Con esto llevamos lidiando desde el eurocomunismo y el anguitismo, con la consigna de que el cumplimiento rígido de la Constitución, al menos de sus cláusulas socialdemocrátas, es una lanzadera al socialismo. De lo que ha sido lanzadera es de trepas, porque esa función han cumplido las redes de apoyo del pce y el compromiso con la boca chica de este con el estado, poniendo el transfuguismo en bandeja de plata (Carrillo, el PDNI, Rosa Aguilar... todos en el psoe y aledaños). Y de promesas irrealizables que terminan por desgastar el interés del proletariado afín, exceptuando el más religioso. El menos religioso vota psoe por pragmatismo, no por identificación. Hay que reconocer que el problema no es sencillo, pero por ahí no es. Nop. - Por todo esto, es sintomático que la película más citada hoy en el circuito del pce como representación de sí mismo sea esta. Explica también que buena parte del abordaje de la propia memoria, en el siglo XXI, sea más épico-sentimental que político: el dispositivo "victimista" da un aura de santidad, se recrea, se autocompadece y "distrae" de las tareas pendientes (abrir un proceso socialista), que obligan a romper con el propio rol (guardián de los consensos del 78). Esta decadencia tiene su desembocadura natural en "Resultado final" (1997). Pero empieza aquí, en "Siete días" y su coetánea "El diputado" (1978), del también pecero Eloy de la Iglesia. Como contrapartida, recomiendo películas mucho más sinceras en la representación de lo que fue la militancia comunista y cualquier militancia antifascista real: "La guerra ha terminado" (1966), "Viva la clase media" (1980), "En la ciudad sin límites" (2001) y "Causa 661/52" (2009). Dos más obreras y dos más clasemedianas, pero las cuatro mucho más sinceras, contradictorias, desideologizadas. El día que estas sean las más referenciadas entre la militancia, y no la de Bardem, será igualmente sintomático. De que vamos por el buen camino.
- Lo que sí ha envejecido bien es su sociología del fascio. Está preocupantemente fresca. Veamos.
- La familia como arca del patrimonio político y económico. Tenemos el parecido físico del patriarca "don Tomás" con Manuel Fraga, no creo que azaroso, o Blas Piñar (el búnker franquista). Del patriarca se ramifica todo lo demás. Luismari está atrapado por los fantasmas del pasado, la sombra de la figura paterna a la que quiere emular. Las novias y niñas de la burguesía purgan o pretenden purgar las espinas del temperamento masculino, se pliegan a las normas de conducta y deseos normativos y viven ajenas a la política o como segundonas (secretarias), mientras las mujeres del socialismo militan y ejercen profesiones liberales de las que tradicionalmente fueron excluidas. La conexión de estos engranajes compone una maquinaria integrada que permite la reproducción del fascismo entre generaciones dentro de la misma clase social, con el honor (masculino) y el decoro (femenino) como coartadas.
- Conexión entre el aparato represivo del estado (legal) y el paramilitarismo fascista (ilegal). Cuando el estado (burgués) o fracciones de sus élites lo necesita, le sueltan la correa. Cuando no, tiran de ella. Esta tensión no resuelta, transitiva, está muy bien plasmada. Está en las barras de los bares carcas apostados junto a las comisarías y en las soirées de la clase alta, auténticas asambleas horizontales e informales en las que se intercambia información, se toman el pulso unos a otros y se dirimen intereses y estrategias fuera de foco.
- La conexión internacional. Asoma la patita la idea de que estos atentados pudieron programarse bajo el paraguas de la red Gladio. Italianos y argentinos de extrema derecha, tal vez de la Triple A, acompañan a los españoles. El personaje de Gregorio Morán explica en la película cómo operan estos mercenarios de la Guerra Fría. Inducen una tensión artificial esperando que alguno de los actores "salte" y así haya quórum social para una salida de orden.
- Conciencia de clase de los elementos falangistas. «Los de infantería no vamos a vuestras bodas, si acaso a los entierros», le dice Sebas a Luismari. Saberse kamikaze para una victoria improbable de cuyas mieles no beberá. Moral de esclavo, en la lengua de Nietzsche. Es básica para sacrificar peones, especialmente jovencitos sugestionables: "Camada negra", "22 de julio", "Hijos de la ultraderecha", "Hater"... Frente a esta, insistimos en una ética epicúrea para el proletariado: el sacrificio necesario para gozar individualmente de los bienes comunes, o sea, ningún propósito de trascendencia egótica en la forma del martirio.
Ficha técnica
- Formato: Largometraje.
Guion: Juan Antonio Bardem, Gregorio Morán.
Música: Nicolas Peyrac.
Fotografía: Leopoldo Villaseñor.
Productora: Goya Films / Les Films des deux mondes.
Reparto:
- Manuel Ángel Egea (Luis María Hernando de Cabral, niñato, pijo, activista de grupo fascista indeterminado).
- Fernando Sánchez Polack (Sebastián Cifuentes, veterano, activista de grupo fascista indeterminado).
- Jacques François (Don Tomás, dirigente de fuerza política fascista indeterminada).
- Madeleine Robinson (Adelaida, burguesita de la familia Hernando de Cabral, madre de Luismari y secretaria de don Tomás).
- Virginia Mataix (Pilar, el apéndice femenino de Luismari, hija de don Tomás).
- Pilar Bardem (Amelia).
- Rafael Bardem (Fito).
- Manuel de Benito (Andrés).
- Ramón Carlos Bravo (Gian Carlo, activista de grupo fascista indeterminado).
- Raúl Fraire (activista fascista, el que llama desde la cabina).
- Alberto Alonso ("Cisko Kid", un trasunto de "Billy el Niño").
- Enriqueta Carballeira (Dolores González Ruiz, militante del PCE, abogada laboralista, superviviente de la matanza de Atocha).
- José P. Carrión (Alejandro Ruiz-Huerta, militante del PCE, abogado laboralista, superviviente de la matanza de Atocha).
- Mariano Díaz (Miguel Sarabia Gil, militante del PCE, abogado laboralista, superviviente de la matanza de Atocha).
- Juan Margallo (Ángel Rodríguez Leal, militante del PCE, administrativo en el despacho laboralista, superviviente de la matanza de Atocha).
- Pedro M. Martínez (Serafín Holgado, militante del PCE, abogado laboralista, asesinado en la matanza de Atocha).
- Alberto de Miguel (Luis Javier Benavides, militante del PCE, abogado laboralista, asesinado en la matanza de Atocha).
- José María Muñoz (Francisco Javier Sauquillo, militante del PCE, abogado laboralista, asesinado en la matanza de Atocha).
- Antonio Pérez (Enrique Valdelvira Ibáñez, militante del PCE, abogado laboralista, asesinado en la matanza de Atocha).
- Francisco Casares (Gregorio Morán, periodista, militante del PCE en aquel momento).
- Joaquín Navarro (se interpreta a sí mismo; militante del PCE, dirigente de CCOO, de la huelga del transporte).
Idioma original: Castellano.
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