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MORADIELLOS, Enrique

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

MORADIELLOS, Enrique

Nota Lun Jun 21, 2010 10:17 am
Enrique Moradiellos

Portada
(wikipedia | dialnet)


Introducción

Enrique Moradiellos García (Oviedo, 1961) es historiador, licenciado y doctor en Historia por la Universidad de Oviedo.

El departamento de Historia de esa universidad subvencionó durante cinco años (1985-1988) sus primeras investigaciones, centradas en la historia social de Asturias en la época contemporánea. Después, en 1989, se trasladó a la Universidad de Londres para ejercer como Research Fellow en el Centro de Estudios Españoles Contemporáneos, adscrito al Queen Mary & Westfield College. Desde entonces ha venido alternado su labor docente —desarrollada en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad de Extremadura— con la investigación historiográfica, plasmada en diversos ensayos y artículos.

Bibliografía: El Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias. 1910-1930 (Oviedo: Universidad de Oviedo, 1986); Neutralidad benévola. El Gobierno británico y la insurrección militar española de 1936 (Oviedo: Pentalfa, 1990); La perfidia de Albión. El gobierno británico y la guerra civil española (Madrid: Siglo XXI de España, 1996); La conferencia de Potsdam de 1945 y el problema español (Madrid: Instituto Universitario Ortega y Gasset, 1998); 'Sine ira et studio'. Ejercicios de práctica historiográfica (Cáceres: Universidad de Extremadura, 2000); Las caras de Clío: una introducción a la historia (Madrid: Siglo XXI de España, 2001); El reñidero de Europa. Las dimensiones internacionales de la guerra civil española (Barcelona: Península, 2001); La España de Franco (1939-1975): política y sociedad (Madrid: Síntesis, 2000); Francisco Franco. Crónica de un caudillo casi olvidado (Madrid: Biblioteca Nueva, 2002); La Guerra Civil (Madrid: Marcial Pons, 2003); La persistencia del pasado. Escritos sobre la historia (Cáceres: Universidad de Extremadura, 2003); El oficio de historiador (5.ª ed.) (Madrid: Siglo XXI de España, 2005); 1936. Los mitos de la guerra civil (Barcelona: Quinteto, 2004); Franco frente a Churchill. España y Gran Bretaña en la segunda guerra mundial (1939-1945) (Barcelona: Península, 2005); Negrín. Biografía de la figura más difamada de la España del siglo XX (Barcelona: Península, 2006); 70 años, guerra civil española, 1936 (Mérida: Editora Regional de Extremadura, 2006).





Ensayo





Artículos



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Nota Lun Jun 21, 2010 10:20 am
Recursos de apoyo

    E. Moradiellos sobre Juan Negrín (realizada por la Agencia Febus en Oviedo el 21 de julio de 2008, a propósito del libro Negrín. Una biografía de la figura más difamada del siglo XX)


    E. Moradiellos sobre Tánger y Herbert R. Southworth (realizada por la Agencia Febus en Oviedo el 21 de julio de 2008, a propósito de Tánger y Herbert R. Southworth, escritor y presidente de Radio Tánger Internacional)

Nota Lun Jun 21, 2010 10:21 am
fuentes: http://www.foroporlamemoria.info/docume ... 092004.htm y http://www.elpais.com/articulo/cultura/ ... icul_6/Tes


"Hay que contar la Guerra Civil de forma desapasionada"

ENTREVISTA: ENRIQUE MORADIELLOS Historiador



El País // 10-09-2004

José de Andrés




Desde el mismo título, 1936. Los mitos de la Guerra Civil, el ensayo que acaba de publicar Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) en Península remite al best seller de Pío Moa. No es, sin embargo, una réplica puntual a las controvertidas tesis que se defendían en aquel libro, pese a que las fajas con que se vende así lo subrayen. Pío Moa sólo aparece de pasada.

"He querido decantar 30 años de investigación histórica con una mirada serena", explica Moradiellos. "En ese sentido, sí podría entenderse como una respuesta a las tesis de Moa, pero de una manera muy global, ya que lo que éste ha hecho en sus libros ha sido reactualizar las tesis, hipótesis y argumentos de la historiografía franquista. Como publicista ha sido muy eficaz, pero como historiador sólo ha repetido lo que ya habían defendido autores como Joaquín Arrarás".


Pregunta. Vuelve a hablar de mitos, ¿no hay manera de liberarse de ellos al tratar de la guerra?

Respuesta. Cuando hablo de mitos me refiero a los relatos que explican la realidad narrando una acción extraordinaria protagonizada por personajes sobresalientes y con un formato ritualizado que evite toda incertidumbre.


P. Versiones rotundas, sin márgenes para la duda.

R. Eso es lo que se trata de evitar con la Guerra Civil. Es necesario contarla de manera desapasionada y no partidista.


P. ¿Cuáles son las versiones que pone en cuestión?

R. Son dos tendencias las que critico. Una es la que cuenta la guerra como un mito épico, una gesta heroica, y que reproduce los discursos que cada bando defendió en las trincheras. La otra sustituye el carácter épico por una visión doliente, y entiende la guerra como una matanza fratricida, una locura trágica en la que todos se vieron envueltos. Es la interpretación que prepara la transición. Ya que fue una locura, se trata de preparar el perdón y el olvido.


P. Ni gesta épica, ni locura trágica, ¿qué pasó entonces?

R. Lo primero que se descubre es que las cosas fueron mucho más complicadas: la guerra no puede reducirse a la batalla entre fascismo y comunismo, a la lucha de la revolución contra la reacción.


P. No hubo entonces dos Españas, una contra la otra...

R. Después de la Gran Guerra, que socavó los fundamentos de la civilización anterior, los modelos políticos que se fueron consolidando giraban en torno a las tres erres: revolución, reacción, reforma. En Rusia triunfó la revolución bolchevique, la reacción en Alemania e Italia a través del nazismo y el fascismo; luego estaban las democracias en Francia, Reino Unido... En España, donde existían las tres tendencias, ninguna consiguió imponerse claramente sobre las demás.


P. Y entonces no hubo otra salida que la guerra...

R. La guerra no fue inevitable. Si se desencadenó fue porque, por un lado, en aquellos años existía la convicción generalizada de que la violencia era un camino eficaz para conquistar los fines de cada tendencia y, de otro, porque una de esas tendencias tenía acceso en España a las armas. El Ejército, en vez de defender al Gobierno legítimo, se fracturó, y la facción más reaccionaria se rebeló contra la República. Contaban con un amplio apoyo de la población, y con la Iglesia.


P. No fue el suyo, sin embargo, un paseo militar.

R. El Ejército se partió por la mitad, aunque de los jefes y oficiales que permanecieron en el lado republicano sólo la mitad la defendiera activamente. En términos políticos, las últimas elecciones las había ganado el Frente Popular por un escaso margen de 200.000 votos.


P. Con semejante equilibrio, ¿qué pasó para que la victoria de Franco fuera total, y absoluta la derrota de la República?

R. Para ganar la guerra era necesario un Ejército, un aparato estatal que lo apoyara y una moral en la retaguardia lo suficientemente fuerte para que la gente fuera capaz de perder la vida por una causa. Franco tuvo un Ejército con unos cuadros preparados y unas tropas aguerridas, amén de que contó con el flujo permanente de armas y aviones procedentes de Italia y Alemania. Políticamente unió a todas las fuerzas que lo apoyaban alrededor de su figura, y alimentó la causa de la retaguardia con una fórmula contundente: por Dios y por la patria.


P. La República no lo tuvo tan fácil...

R. Construir un Ejército fue una tarea titánica, pues a las milicias que defendían la República les gustaban poco los militares. La ayuda de las democracias fue casi inexistente por el acuerdo de No Intervención, y el apoyo soviético fue mucho menor que el que llegó al otro bando. El aparato de Estado estaba pulverizado y hubo desacuerdos entre las fuerzas políticas. Ni siquiera era la misma moral la que alimentaba la retaguardia. Unos defendían la democracia frente al fascismo y otros querían hacer la revolución. Aún así, y gracias a la decidida actuación de Negrín, la República resistió hasta que el colapso fue inevitable. La lección moral del conflicto, si hay alguna, es que la Guerra Civil es el peor de los caminos.

Nota Lun Jun 21, 2010 10:21 am
fuentes: http://www.foroporlamemoria.info/docume ... 092004.htm y http://servicios.elcomerciodigital.com/ ... C-147.html


«La Guerra Civil española tuvo una escenificación triangular»

ENRIQUE MORADIELLOS, AUTOR DEL LIBRO 1936. LOS MITOS DE LA GUERRA CIVIL



    El historiador ovetense echa por tierra el concepto de las dos Españas al atribuir la contienda a la lucha entre reformistas, reaccionarios y revolucionarios



RUBÉN ESPINIELLA/GIJÓN

El Comercio Digital // 9 de septiembre de 2004




De una forma serena, pero inquisitiva, el historiador ovetense Enrique Moradiellos revisa las circunstancias que provocaron nuestra Guerra Civil y concluye que aquella brutal contienda fraticida no fue una gesta heroica ni un caso de locura trágica y colectiva, sino algo más complejo y, a la par, prosaico. En su último libro, 1936. Los mitos de la Guerra Civil, ve aquel estallido de irracionalidad como un «profundo cisma de extrema violencia en la convivencia de una sociedad atravesada por múltiples líneas de fractura interna». Además, echa por tierra el concepto de las dos Españas al atribuir el conflicto a reformistas, reaccionarios y revolucionarios.


- ¿A qué mitos se refiere en su obra?

- Al heroico y al trágico. El primero surge justamente durante el conflicto y tiene por objeto dar una interpretación a cada bando de lo que está haciendo en la guerra. Es el mito de una gesta heroica y maniquea. Es la España contra la anti-España, si nos ponemos en el bando franquista, o el pueblo contra los privilegiados, si nos situamos en el bando republicano. Son perfiles míticos de un combate a vida o muerte entre dos bandos que necesariamente son distintos el uno del otro. Si cambiamos el contenido del formato, tenemos lo mismo para el caso franquista que para el republicano. En el franquista, esa visión de la gesta heroica toma la forma de una lucha por la nación y por la religión -por Dios y por España-, lo que significa que su enemigo está demonizado, está contra Dios, y es apátrida, al servicio de potencias extranjeras. En el bando republicano, el formato dualista maniqueo toma la forma, como dije antes, de una lucha del pueblo contra los explotadores, de los demócratas antifascistas contra los reaccionarios fascistas.

- ¿Cuál es su razón de ser?

- Lo dijo José María Pemán poco antes de iniciar la guerra de una manera muy clara. Tiene el sentido de movilizar a su propio bando hasta el punto de poder exigir a esa población que dé la vida, la suya propia, la de sus hijos y sus madres, en favor de la causa. Decía Pemán: «Las masas son cortas de vista; sólo distinguen los colores crudos: el rojo y el negro».


Los años 60

- ¿Cuándo surge el segundo mito, el que usted denomina trágico?

- La guerra como una cruzada, como una batalla contra el fascismo, se mantiene mucho tiempo en el ámbito del discurso público y también en el historiográfico. Pero, progresivamente, ya en los años 60, aparece ese nuevo formato mítico. La guerra va presentándose como una locura trágica colectiva, como una carnicería entre hermanos inútil. Dos son los elementos a considerar a la hora de saber por qué 20 años después surge este nuevo mito: el inevitable reemplazo generacional y la desaparición de las condiciones sociales y materiales al compás del intenso proceso de desarrollo y modernización socio-productiva de esos años 60, que se dio en llamar desarrollismo. Aparentemente, es un estallido de irracionalidad general donde unos se matan a otros equitativamente, por lo que todos son culpables.

- ¿Cuándo comienzan a ponerse en entredicho esos dos mitos?

- De Hugh Thomas en adelante, la historiografía emprendió el vuelo y empezó a examinar las contradicciones, los perfiles oscuros que hay tanto en el mito de la gesta heroica, como en el de la locura trágica. Todos fuimos culpables por igual. En mi opinión, era importante tratar de poner al servicio de un público lector medianamente informado más de un cuarto de siglo de investigación historiográfica serena, paciente, bastante callada y siempre inquisitiva sobre lo que fue aquel fenómeno. Se ha investigado mucho y se saben muchas cosas, pero, a medida que se saben más, se ve la manifiesta inadecuación de cualquiera de estos mitos para explicar lo que fue la génesis del conflicto, su desarrollo y su desenlace.


La reconciliación

- ¿Por qué esta nueva revisión de la Guerra Civil española?

- Porque entiendo que aún hay una gran persistencia de las dos grandes familias míticas: la gesta heroica y la locura trágica. Si el primer mito justificó la movilización bélica y dio cuenta de por qué la gente moría, el segundo legitimó algo importantísimo: la reconciliación nacional. Permitió esa transformación de principios de cultura cívica en los años del tardofranquismo que puso las bases morales y cívicas para una operación de desmantelamiento pacífico de la dictadura y una transición política a la democracia.

- Aunque una cosa implique la otra, ¿hubo una victoria franquista o una derrota republicana?

- Hubo una victoria absoluta e incondicional del bando franquista y una derrota total y sin paliativos de la República. Ésta se desplomó internamente por empuje del enemigo y por las circunstancias internacionales que coadyuvaron a la eficacia de ese empuje. Es como las dos caras de una moneda: son conceptos conjugados que no cabe separarlos. La victoria total y absoluta de un bando significó la derrota total y sin paliativos del otro. No hubo dos Españas que se lanzaron al cuello a muerte, ni la España legal frente a la real, ni la España joven frente a la vieja, como los poemas de Antonio Machado podrían hacernos creer. Hubo una lucha triangular, escenificada en las llamadas tres 'r': reformistas, reaccionarios y revolucionarios. En España, como en Europa, no había fascistas contra comunistas o socialistas frente a cristianos. Había reformistas democráticos, encarnados en Manuel Azaña; reaccionarios, autoritarios o totalitarios, Calvo Sotelo o José Antonio Primo de Rivera, y revolucionarios colectivistas, Largo Caballero, 'Pasionaria' o Durruti.

- ¿Cuál fue el quid de la cuestión?

- En España, la potencia respectiva de reformistas demócratas y reaccionarios autoritarios era muy igual y así lo demuestran las convocatorias electorales, con una peculiar diferencia, que el tercero en discordia -los revolucionarios- tuvieron capacidad para derribar a Azaña en el primer bienio e intentar derribar al Gobierno cedista en el segundo, pero nunca para suplantarlos, tomar el poder y estabilizar la situación. Cuando se da ese empate de impotencias, surge la posibilidad de dirimir el conflicto no por medios políticos, constitucionales o electorales, sino mediante el recurso de las armas.

- Si la contienda no se hubiese internacionalizado, ¿el resultado hubiera sido el mismo?

- Eso es un contrafactor histórico y Dios me libre de meterme en tal cosa. Lo que sabemos es lo que sucedió. Que la guerra, que en principio estaba virtualmente paralizada en las primeras semanas, porque ningún bando tenía armamento para continuar, deja de estarlo cuando la internacionalización del conflicto proporciona apoyo a uno o lo niega a otro para llevar adelante las operaciones bélicas. Por lo tanto, es incomprensible la guerra civil sin el fenómeno de la internacionalización. Ninguna de las tareas que debe abordar un bando ante una guerra hubiera podido ser acometida ni por franquistas ni por republicanos sin el concurso exterior.

- ¿A qué tareas se refiere?

- Ante todo y sobre todo, configurar un ejército combatiente, que es estructura de mando jerárquica, experiencia y disciplina en sus filas y que es logística de suministros materiales constantes y suficientes, que repongan los que se gastan. ¿Y aquí dónde radicaba la industria militar? Era mínima y, además, estaba fraccionada. Una quedó en Barcelona, otra en el País Vasco y otra en Oviedo.


La conexión exterior

-¿De dónde provenían entonces las armas?

-Pues de la conexión exterior. En un caso, por un crédito ítalo-germano por envío de material bélico italiano y alemán con apoyo diplomático, y en otro, por movilización de las divisas que se entregan y se envían en tres cuartas partes a Moscú para que la Unión Soviética, convirtiéndolas en divisas, pague los suministros -alimenticios y petrolíferos- que sostienen al bando republicano. Si eliminamos la conexión exterior, la guerra no hubiera durado ni tres semanas.

- ¿A quién hay que atribuir la iniciativa?

- No fue Europa la que decidió intervenir en España. Fueron los españoles -los dos bandos a la par- quienes recurrieron al exterior para dirimir sus responsabilidades. La lucha fue endógena; surgió internamente en España; fueron los españoles los que quisieron ir a las armas para dirimir el conflicto de competencias y de hegemonías. Que recurrieran al exterior estaba dado en el contexto de una Europa que iba acercándose a su segundo conflicto mundial en apenas 50 años.


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