Entrevista a Román Gubern
Disponemos de más información que nunca, pero la comunicación es de peor calidad
Eduardo Corrales
IBLNEWS // 11 de diciembre de 2009“Tenemos el privilegio de vivir una de las etapas de desarrollo más veloz, rápido y sorpresivo de las tecnologías”, afirma Román Gubern (Barcelona, 1934), Catedrático Emérito de Comunicación Audiovisual en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Historiador del cine y guionista también, Gubern ha visitado Nueva York para participar en la presentación de dos películas acerca de la participación de los voluntarios estadounidenses de la Brigada Abraham Lincoln en defensa de la República, durante la Guerra Civil española.
“Nunca en la historia de la humanidad -desde el neolítico- ha habido un progreso tecnológico tan rápido e intenso como en los últimos treinta años”, apunta el autor de volúmenes clásicos como
El lenguaje de los comics (1972) y
Comunicación y cultura de masas (1977).
A su juicio, una gestión racional y sensata de esta evolución resulta por demás complicada, “porque desconocemos los efectos de aquello que estamos manejando ya. Somos privilegiados de esa rapidez evolutiva y, a la vez, podemos ser sus víctimas”.
Un árbol del bien y del malEl experto reconoce que Internet es una gran herramienta de trabajo y comunicación, “pero, como todas las tecnologías, es un árbol del bien y del mal.
Paul Virilio ha escrito una frase que yo suscribo: ‘Se progresa detectando los aspectos negativos de cada nueva tecnología’, es decir, la tecnología tiene contraindicaciones y efectos secundarios”.
Gubern discrepa del concepto de Internet como la red de redes o global. “Se trata de una falacia: en África sólo el 3 por ciento de la población tiene acceso a Internet. Como dice
Jorge Semprún, con ironía, ‘los que estamos en el balneario’, tenemos acceso al trabajo, al ocio y a la comunicación”.
Existe una brecha digital a escala global, nacional y local, sostiene. “En los Estados Unidos, es seguro que en las zonas más deprimidas del sur hay menos conexión y, si se toma el mapa de Nueva York, en las zonas más deprimidas del Bronx hay una menor conexión que en, digamos, Wall Street: hay un norte y un sur global, nacional y local”, acota
Otro argumento al que robustece su apreciación se refiere al sometimiento de algunas compañías occidentales ante las severas exigencias impuestas por un régimen como el que gobierna a China.
“Resulta vergonzoso que empresas como Google o Yahoo hayan aceptado bloquear en sus servidores términos 'tan peligrosos y terribles' como democracia, derechos humanos o Tíbet, para mantener su mercado. No hay pues un sistema global”, enuncia.
Gubern sostiene que el mundo actual configura una sociedad dual, uno de cuyos aspectos es la denominada ‘brecha digital’. “Pero las costumbres cambian, y hoy los jóvenes y los adolescentes arman su vida social con el teléfono móvil e Internet”, señala.
“La historia de la tecnología es ‘
lamarckiana’, en el sentido de que las cosas inventadas no se desinventan: la bomba atómica se inventó y no se desinventa; las bombas biológicas tampoco se desinventan. La tecnología tiene ese factor acumulativo, para bien y para mal”, observa.
El estudioso diagnostica que actualmente se dispone de más información que nunca, pero hay una peor comunicación o una comunicación de peor calidad, y añade que esta situación se refleja inclusive en la comunicación interpersonal.
Semántica del dato“Cuando dos personas chatean, se eliminan las cuatro quintas partes de la comunicación cara a cara: la gestualidad, la mirada, el contacto físico, el olor corporal -las feromonas-, la gestualidad, el tono de voz que delata una mentira o el sonrojo, desaparecen. Lo que queda es una semántica del dato, de la información pura”, indica.
Gubern observa que el mundo de los negocios siempre ha funcionado por sus propios canales, pero constata que la vida cotidiana, las costumbres de esos chicos que se pasan 8 o 10 horas frente a un computador es un fenómeno nuevo.
“Hay en un extremo, incluso, una dimensión patológica: lo virtual es imaginario, pero llega un momento que lo imaginario es más poderoso que lo real; esa dependencia de la pantalla puede llegar a convertirse en enfermiza”, anota.
Otro riesgo en el que repara el autor de
La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas (1989) es la manipulación propiciada por los medios y cita como ejemplo una experiencia recogida por Esther Gwinnel –especialista en patologías psiquiátricas derivadas de las nueva tecnologías- en el volumen
Online Seductions: Falling in Love With Strangers on the Internet ("El amor en Internet", en español).
“La autora presenta y explica casos de depresiones y ansiedad como el de una chica australiana y un muchacho canadiense que se enamoran locamente por Internet, se citan en un bar en París”, refiere
Al instante de darse cara a cara se les revela que la situación no resistía la menor prueba de la realidad, su amor era un error idealizado por la red. Ella había recurrido a un retoque, una ‘cirugía digital’ para lucir más guapa.
“Photoshop es una perfecta metáfora de lo que está ocurriendo con el manejo de la información, en este caso se trata precisamente de una manipulación visual”, reflexiona.
Al respecto también acude al caso de la película estadounidense independiente, barata y de mucho éxito
The Blair Witch Project (El proyecto de la bruja de Blair) que se inició en Internet cuando unos jóvenes empezaron a lanzar voces de alarma de que un grupo de amigos se había perdido en un bosque, en una zona muy peligrosa, en la cual había una bruja.
“La expectativa en Internet había sido generada y la angustia se había instalado, así que rodaron la película con cámaras digitales y el resultado fue un gran éxito puesto que previamente se había creado un mercado a través de Internet. Una estafa; es que hoy día podemos ser más manipulados que nunca”, concluye.
Exceso de información en la blogosferaEn cuanto a un presumible exceso de información, admite que se evidencia en la denominada blogosfera: ante tal abundancia de información, diseminada en miles o millones de blogs, se imponen los filtros seleccionan lo relevante, los llamados líderes de opinión –concepto establecido
Paul Lazarsfeld en los años ’40-, una función que asume ahora, a veces, el periódico de papel.
“Hoy día hay más líderes de opinión que nunca y además son contradictorios”, anota. A ese respecto trae a colación el caso de una pareja que se coló en una recepción en la Casa Blanca. “Este hecho me parece una noticia extraordinaria para un analista de los medios; me sorprende que no haya comunicólogos escribiendo sobre esto”, afirma.
“Lo hemos visto por televisión y, dejando de lado el fallo clamoroso del servicio secreto, por lo visto se trataba de aspirantes a un reality show. Lo interesante es que a esas personas las mueve un afán mediático: el complejo de Eróstrato, semejante a los 5 minutos de gloria o fama a los que se refería
(Andy) Warhol. Lo han conseguido”, señala.
Gubern observa la paradoja de que en las llamadas redes sociales, las personas bajan productos de las industrias culturales (música, películas etc.) pero además suben y exhiben su intimidad. “
Jaques Lacan, el psicoanalista francés, acuñó la expresión
extimidad, es la intimidad exhibida, la intimidad hecha exhibición”, apunta el autor de
El Eros electrónico (2000).
Para mayor abundancia revela que el próximo saldrá a la luz el libro
A través del espejo, en el cual ha trabajado con el fotógrafo
Joan Fontcuberta. “Contiene una selección de autoretratos, extraídos de las redes sociales, de gente que se ha fotografiado frente a un espejo y colgado su foto en Internet”, señala.
Entre un centenar de fotografías aparecen bromistas, gente que hace muecas, frikis de todo tipo, y chicas desnudas cuyos rostros no se revelan porque los flashes los deslumbran.
“Esta contradicción resulta, de hecho, interesante por tratarse de un ejercicio de narcisismo, de exhibicionismo: quieren ser miradas o admiradas por alguien, pero no desean que se les reconozca porque les da vergüenza”, sugiere.
‘Del narcisismo al exhibicionismo’El ensayo de Gubern se titula precisamente
Del narcisismo al exhibicionismo. “Un signo de la cultura actual -de toda la cultura mediática- es el narcisismo; la cultura de la iconocracia y la telecracia lleva al deseo de salir del anonimato, el peor castigo para muchos chicos y chicas, e Internet es un caramelo para eso”, dice.
El autor de
La mirada opulenta. Exploración de la iconosfera contemporánea (1987) considera que la tecnología nunca es neutral. “Todas las cosas se diseñan con un objetivo: la silla se inventa para no sentarse en el suelo, la televisión se inventa para ponerse delante y recibir mensajes; en todo invento está implícita una forma de uso, y en Internet se trata de transmitir información, veraz o falsa, inocente o escandalosa”.
Gubern observa un paisaje con contrastes. “Ya nadie es apocalíptico ni nadie es integrado, posturas extremas y simplificadoras, todo es malo o todo es bueno; el potencial de las nuevas tecnologías es enorme para bien pero también puede utilizarse para mal y la sociedad democrática debe estar muy alerta”, advierte.