URBANO, TESTIGO DE EXCEPCION
Leonardo Tamayo
(Urbano en La guerrilla de Bolivia) es uno de los tres sobrevivientes cubanos que tras la caída del Che lograron, regresar a la isla. Este hombre conoció al Guerrillero Heroico cuando con 15 años se incorporó al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra y se mantuvo después de 1959 como escolta y ayudante de su jefe; luego, desde noviembre de 1966 hasta octubre de 1967 participó en la epopeya boliviana.El primer encuentro
Por otros guerrilleros de origen campesino, a quienes conocía de la Sierra Maestra, empecé a saber de la audacia y el valor en los combates del argentino Ernesto Guevara, expedicionario del yate Granma, a quien por su característica forma de hablar lo llamaban el Che. Los rebeldes decían que el Che era un cojonudo porque se enfrentaba al enemigo de pie sin temor a las balas. Un día yo le pregunté por qué combatía de pie pues era más peligroso y él me contestó que una vez había sido herido en un pie, y si hubiera estado acostado la bala le habría dado en la cabeza. Esto me lo dijo meses después de que yo integrara la escuadra de la comandancia en la Columna No.4.
En Samalpata, Cochabamba, ocuparon el cuartel del ejército boliviano
En esta acción tomaron parte Ricardo, Pacho, Coco, Ernesto (Freddy Maymura Hurtado), Julio (Mario Gutiérrez Ardays), y el Chino (Juan Pablo Chang Navarro). En las cercanías de Samalpata tomaron un camión para dirigirse a allí, y al llegar observaron que el jefe del cuartel, un teniente del ejército boliviano, estaba sentado en el parque del poblado. Detuvieron a este oficial, y con él se dirigieron Ricardo, Pacho y Coco al cuartel, donde estaban diez soldados. Los otros guerrilleros fueron a comprar víveres y medicinas. Cuando llegaron ante la puerta del cuartel, que se hallaba cerrada, el teniente dijo ea seña y contraseña. Tan pronto se abrió la puerta del cuartel entraron los tres guerrilleros, y ordenaron que nadie se moviera. Un soldado trató de disparar pero Pacho lo fulminó con una descarga de fusil. Ellos se llevaron todas las armas del cuartel, y montaron a todos los soldados en el camión. En las afueras del poblado los dejaron en calzoncillos para que retornaran a Samaipata. Aunque el Che estuvo de acuerdo con esa acción, censuró a quienes participaron en la misma por no haber traído los víveres necesarios ni tampoco los medicamentos, entre ellos, lo que él necesitaba para su asma, que la padecía desde hacia varios días. Después conocimos que la gente del poblado se burló de los soldados cuando los vieron aparecer en paños menores. En esos días, por la radio, el jefe del régimen militar boliviano anunció que el Che estaba al frente de la guerrilla, y que estaba en ejecución una ofensiva por parte del ejército para liquidar a los guerrilleros. A partir de entonces se recrudeció la persecución del ejército contra la guerrilla.
Sobre el último desencuentro
Presentíamos que iban a asesinar al Che como lo habían hecho con Otros guerrilleros capturados, porque el Che vivo era una gran amenaza para los imperialistas y sus aliados, y si era juzgado se iba a convertir de acusado en acusador de los enemigos de los pueblos latinoamericanos. Ese mismo día escuchamos por la noche a través de varias emisoras bolivianas que el Che había muerto en combate. Todos comprendimos que lo había asesinado el ejército boliviano cumpliendo órdenes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), pero ninguno se imaginó que el crimen se había cometido en Higueras, porque si hubiéramos conocido que el Che estaba allí no habríamos titubeado en tratar de rescatarlo aunque la acción fuera suicida.