Hebe de Bonafini
Hablo en nombre de las Madres, que somos
la voz de nuestros hijos. Hablamos con su boca, miramos con sus ojos, latimos
con su corazón. Cuántas veces nos dijeron qué era
el capitalismo, qué era la represión, qué era EE.UU,
cómo se formaban los militares para torturar. ¿Cuántas
y cuántas veces lo escuchamos?. Por eso cuando pasó lo del
atentado y yo estaba en Cuba visitando a mi hija, sentí alegría.
No voy a ser hipócrita, no me dolió para nada. No me dolió
para nada, porque siempre digo en mis discursos, decimos las madres, que
nuestros hijos serán vengados el día que el pueblo, algún
pueblo sea feliz. Y creo que en el momento del atentado, un atentado sin
ninguna declaración de guerra, alguien que declaró la guerra
sin portaaviones, sin aviones, sin misiles, sino con el cuerpo, y no es
muy fácil declarar la guerra con el cuerpo, por eso fue inesperado,
porque tanta tecnología no le sirvió a EE.UU. Yo sentí
que había muchos pueblos en ese momento que eran felices y sentí
que la sangre de tantos en ese momento era vengada.
Aunque hablamos
en contra de la venganza que quiere implementar Bush, este es otro tipo
de declaración de guerra. Ahí no murieron pobres, no murieron
poblaciones. No murieron viejos, nosotros vimos que en Yugoslavia bombardearon
asilos de ancianos, bombardearon las refinerías, bombardearon los
refugios. Vimos los pedazos de personas en Irak, porque EE.UU bombardeó
los refugios donde estaban los niños. La cifra es casi de 1.000.000
de niños muertos en Irak por los que queda en la tierra, por el
hambre y además por la contaminación, esta cosa del uranio
empobrecido, que dura años y años en irse. Lo vimos y lo
sentimos y lo sufrimos, y nos duele, por supuesto que nos duele. Pero el
día del atentado yo sentí que había hombres y mujeres
muy valientes. Valientes, como una montaña de valientes, que se
prepararon y donaron sus vidas para nosotros, tal vez para nuestros nietos,
ni siquiera para nosotros. Declararon la guerra con sus cuerpos, manejando
un avión para estrellarse y hacer mierda al poder más grande
del mundo.
Y me puse contenta,
por qué no. A algunos les parecerá mal. Cada uno evaluará
y pensará. Yo no voy a ser falsa. Brindé por mis hijos, brindé
por tantos muertos, contra el bloqueo, por todo lo que se me venía
a la cabeza. Brindé por los valientes. Brindé por los hombres
que hicieron una declaración de guerra con el cuerpo. Una declaración
de guerra inesperada para todos. Pero una declaración de guerra
para algo que EE.UU no puede atacar porque no sabe a quién, ni cómo,
ni dónde llegar. Afganistán no tiene ni escuelas, está
todo destruido, viven en las montañas, ¿qué van a
bombardear? ¿A un hombre? Ahora tiene que empezar a retroceder,
va a mandar portaaviones, barcos, aviones, todo ese poder inmenso, pero
están muertos de miedo. Ese miedo que nos metieron a nosotros todo
el tiempo, con la persecución, con la desaparición y con
la tortura, ahora lo vive el pueblo norteamericano entero. Ese pueblo que
se calló y aplaudió las guerras. Porque las guerras existieron
porque el pueblo norteamericano las aplaudió. Si el pueblo las hubiera
rechazado, las guerras no hubieran existido.
Porque los bombardeos
de la OTAN, los bloqueos y los millones de niños que se mueren de
hambre en este mundo, es culpa de este poder que los hombres con el cuerpo
atacaron. Y todos lo sabemos, y no lo vamos a seguir repitiendo, porque
los que estamos acá casi todos sabemos qué significa EE.UU.
Cuando hablan del imperio, sí quieren dominar el mundo, y casi lo
tenían amarradito, pero también todo lo que se hacía
ahí en ese lugar, en esas dos torres, ahí se decidía
todos los que nos íbamos a morir, a quedar sin trabajo, a masacrar,
a bombardear. Ahí se decidía. Pero la propaganda es tan brutal,
tienen tanto en sus manos, que como decían ellos mismos y ahí
muchas agencias, los norteamericanos primero le mienten los poderosos a
su pueblo, los gobernantes le mienten tanto, el pueblo se lo cree y después
pueden hacer lo que quieren con lo que les cree el pueblo, como pasó
aquí.
Como decía
Viñas: nuestros hijos eran terroristas, y mucha gente se quedó
callada porque pensó que estaba bien que había que matar
a los terroristas, porque ¿si eran terroristas qué iban a
hacer? Terrorismo. Entonces, nosotras éramos las madres de los terroristas.
Se habló y se habló, y mucha gente dijo: no, pero ponen bombas.
Sufrimos muchos años, nos costó mucha vida reivindicar a
nuestros hijos como revolucionarios, ponerlos lo más alto posible,
hacerles sentir al pueblo que dieron y entregaron sus vidas para un mundo
mejor, para que nosotros podamos hablar, vivir, sostenerlos, defenderlos
y seguir luchando. Eso es lo que hacemos en esta casa. Por eso cuando hoy
Vicente me trajo un poema inédito del Che, porque el Che hacía
poemas, yo decidí leérselos y ¿saben por qué?
Porque el Che en este poema representa, en una persona, porque a veces
hay que hablar de las personas, porque cuando uno generaliza hay que agarrar
a algo. El Che le dedica el poema a una mujer muy pobre, que sería
una de estas mujeres que soñara con esto de las torres si las conocía,
o tal vez en esa época todavía no existían, pero había
ya algo en ella que la haría pensar "por qué me tocó
esta vida"
VIEJA MARIA
Vieja María,
vas a morir.
quiero hablarte en serio:
Tu vida fue un rosario completo de agonías,
no hubo hombre amado, ni salud,
ni dinero,
apenas el hambre para ser
compartida;
quiero hablar de tu esperanza,
de las tres distintas esperanzas
que tu hija fabricó
sin saber cómo.
Toma esta
mano que parece de niño
en las tuyas pulidas por el
jabón amarillo.
Restriega tus callos duros
y los nudillos puros
en la suave vergüenza
de mi mano de médico.
Escucha,
abuela proletaria:
cree en el hombre que llega,
cree en el futuro que nunca
verás.
Ni reces
al dios inclemente
que toda una vida mintió
tu esperanza;
ni pidas clemencia a la muerte
para ver crecer a tus caricias
pardas;
los cielos son sordos y en
ti manda el oscuro,
sobre todo tendrás
una roja venganza
lo juro por la exacta dimensión
de mis ideales.
Muere en paz, vieja luchadora.
Vas a morir,
vieja María;
treinta proyectos de mortaja
dirán adiós
con la mirada,
el día de estos que
te vayas.
Vas a morir,
vieja María,
quedarán mudas las
paredes de la sala
cuando la muerte se conjugue
con el asma
y copulen su amor en tu garganta.
Esas tres
caricias construidas de bronce
(la única luz que alivia
tu noche)
esos tres nietos vestidos
de hambre,
añorarán los
nudos de los dedos viejos
donde siempre encontraban
alguna sonrisa.
Eso era todo, vieja María.
Tu vida
fue un rosario de flacas agonías
no hubo hombre amado, salud,
alegría,
apenas el hambre para ser
compartida,
tu vida fue triste, vieja
María.
Cuando
el anuncio de descanso eterno
enturbia el dolor de tus pupilas,
cuando tus manos de perpetua
fregona
absorban la ultima ingenua
caricia,
piensas en ellos... y lloras,
pobre vieja María.
¡No,
no lo hagas!
No ores al dios indolente
que toda una vida mintió
tu esperanza
ni pidas clemencia a la muerte,
tu vida fue horriblemente
vestida de hambre,
acaba vestida de asma.
Pero quiero
anunciarte
en voz baja y viril de las
esperanzas,
la más roja y viril
de las venganzas
quiero jurarlo por la exacta
dimensión de mis ideales.
Toma esta mano de hombre que parece de niño
entra las tuyas pulidas por
el jabón amarillo
restriega los callos duros
y los nudillos puros
en la suave vergüenza
de mis manos de médico.
Descansa
en paz, vieja María,
descansa en paz, vieja luchadora,
tus nietos todos vivirán
la aurora,
LO JURO.
Discurso
pronunciado en la clase especial y pública sobre la guerra imperialista,
Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo
Madres
de Plaza de Mayo