Manifiesto a la opinión pública ante el golpe de estado parlamentario que conmueve al Paraguay

Paraguay resiste
Paraguayos y paraguayas residentes en España. 4 de julio de 2012

 

Comunicado leído en la concentración del 4 de julio de 2012, frente a la embajada de Paraguay, por el colectivo de personas paraguayas presentes en la misma.

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Nosotros y nosotras, paraguayos y paraguayas residentes en España, latinoamericanos y ciudadanos y ciudadanas del mundo en general, nos sentimos  obligados a un posicionamiento contundente y claro, con nuestras voces, nuestra presencia en los espacios públicos, nuestro pensamiento en las redes sociales, nuestro grito de dolor, rabia y activa impotencia, con el arbitrario proceso político que conmueve al Paraguay en estos días.

Creemos que es imprescindible visibilizar y transformar los procesos estructurales de desigualdad que atraviesan a la sociedad paraguaya, condenada desde hace demasiadas décadas al oscurantismo primero de la guerra, luego de la dictadura, y siempre a la explotación campesina, el maltrato indígena, el expolio de los recursos naturales, la contaminación de ríos y arroyos con agroquímicos, la postergación de una imprescindible reforma agraria; en definitiva, la denigración de miles de paraguayos y paraguayas en manos de una oligarquía delincuente, inmoral y corrupta.

Los paraguayos y paraguayas que estamos atravesando este proceso, hemos crecido en medio de una dictadura de 35 años, que ha incidido de manera desgarradora en las posibilidades de desarrollo como país, como sociedad, como personas. Además, hemos sido testigos del final de ésta, y de la cumbre y caída de esperanzas nacionales hacia la configuración de una sociedad diferente para todos y todas. Hemos constatado en la cotidianeidad los rasgos de una sociedad excluyente, fragmentada, y con inmensas injusticias de la que los privilegiados han sido defensores y cómplices, permitiendo que se gesten y reproduzcan brutalmente. Durante la transición paraguaya, solo hemos visto una continuidad de los mismos nombres, los mismos colores, los mismos intereses, la misma indignidad de esos pocos que hoy como ayer siguen aferrándose a todos los beneficios y oportunidades que en el Paraguay corresponden a toda la población.

La oportunidad del cambio en el 2008 nos trajo la casi desconocida esperanza, de que quizás por fin, este pueblo conquistaría su derecho, y nosotros como miembros del mismo, a que cada uno y cada una pueda conocer un tiempo distinto, un tiempo que nos permitiera no solo amar dolorosamente a la patria, sino también ilusionarnos con ella, y acompañarla en un camino mucho más lógico, humano, solidario, de igualdad de oportunidades, reivindicación de derechos, disminución de las diferencias, restitución del lugar que cada paraguayo y cada paraguaya se merece, sin sentirse nunca más, servil, explotado, denigrado, utilizado por los auto encumbrados “amos” –ahora devenidos en salvadores-, que siguen protegiendo sus beneficios a costa de las vidas y las esperanzas de quien haga falta.

Pero el camino no sería fácil. Reconocíamos la figura de Fernando Lugo como alternativa unificadora, y sabíamos que no era aún la figura más idónea o mejor preparada para romper con siglos de atraso, injusticias y tiranías de los privilegiados, aunque sí lo era para congregar esfuerzos de personas capaces y comprometidas con la patria. Éramos conscientes de las posibilidades y obstáculos del triunfo del cambio. Los que allí estábamos, depositamos nuestro voto y acompañamos el proceso aquel 20 de abril, con tanta emoción como angustia por el “¿Y si esta vez es posible?” y el “¿Será posible que lo permitan?”. Los que pudimos, participamos de diversos espacios intentando contribuir, al tiempo en que íbamos confirmando una y otra vez, la dificultad para hacer, sin que interfiera lo de siempre y los de siempre, poco interesados en que los esfuerzos de este gobierno dieran algún fruto.

Por eso, nos dolemos profundamente por el devenir de los acontecimientos, al tiempo en que confirmamos nuestras más tristes sospechas, de que en este Paraguay fragmentado que durante tanto tiempo se ha gestado, y que a esos pocos conviene, todavía faltan muchos más esfuerzos, ¿más muertes?, más dolor, para que veamos el día en que los desposeídos y desfavorecidos puedan por fin salir de ese oscurantismo al que parecen haber sido condenados.

Pero nosotros y nosotras queremos estar allí. Nos sentimos también en tinieblas, junto a ellos. Y queremos renunciar a cualquier privilegio que sea necesario, a cambio de conquistar para nuestros años venideros, para las generaciones en gestación, un auténtico país de iguales. A nosotros y nosotras si nos interesa que todos y todas tengan una tierra donde vivir y trabajar con dignidad, hijas e hijos sanos y educados, posibilidades sociales, económicas, laborales, espirituales, de realización personal, iguales y mejores que las nuestras.

Creemos que no hacen falta los dualismos del campo y la ciudad, los pobres y los ricos, las señoras y las empleadas, los señores y los capataces, los que van en coche con aire acondicionado, y los que van en colectivo juntando para su pasaje. Los que son católicos y los que no, los que son heterosexuales y los que no, los que son casados y los que no, los que, los que, los que. Esas categorías retrógradas en las que aún nos regocijamos dividiendo la patria.

Somos paraguayos y paraguayas, y reivindicamos que es impostergable el tiempo de renuncias de privilegios de unos pocos, a favor de la vida digna de los otros muchos. Y eso, obviamente, no será posible en el contexto que se ha configurado en el reciente golpe de estado y ruptura del orden democrático, que atropella la soberanía popular, en aras del poder, el dinero y la dominación de siempre.

Por eso, si tuviste una casa, una familia, oportunidad de educarte, de trabajar, de viajar, si cada día tenés algo para comer, una cama donde dormir, no olvides a esos invisibles, a los que preferimos no ver, de los que preferimos no saber, o a los que solo nos nace compadecer. Contribuí desde tu espacio, tu aula universitaria, tu lugar de trabajo, tu grupo de amigos, tu Facebook, Twitter o lo que te guste, a ir más allá de lo que “se dice” o de la resignación, o más allá de la rabia, del comentario, del ver las imágenes por TV o leer esos sesgados medios de prensa que conocemos; y propiciar un debate profundo, que permita que ya nunca más podamos olvidar que este país está dividido, que vivimos separados por la dominación de unos pocos sobre los otros muchos, y que eso no es justo.

Si de verdad te interesa otro futuro para todos y todas, también para vos, para tus hijos e hijas, para las generaciones venideras que no pueden nuevamente padecer este país, formate e informate a conciencia, y contribuí a que los demás lo hagan. Participá, expresate, soñá junto a nosotros y nosotras ese Paraguay distinto, y sé parte de la historia de ese otro país posible.

Contamos contigo para repensar alternativas de fortalecimiento de un proceso de cambio que no puede ya dejarse atrás. Te agradecemos la difusión y discusión de este documento. Y contamos contigo en la lucha.