Apuntes sobre el conflicto entre Venezuela y Colombia
Carlos Alberto Villanueva, Plataforma de Solidaridad con Colombia. 13 de agosto de 2010

 

Para hablar sobre los últimos acontecimientos de América Latina, aquellos que involucran los ataques a Venezuela desde Colombia, queda bastante claro que es difícil plantear conjeturas y análisis basados sólo en los pronunciamientos y en las actuaciones tan dispares de quienes podríamos llamar sus protagonistas visibles: el compañero Hugo Chávez y el ahora presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Por una parte, quien reconocía y saludaba públicamente la resistencia y el coraje de los rebeldes colombianos y en general de toda América Latina y, por la otra, quien fuera hasta hace poco el ministro de defensa del gobierno de Uribe, con acceso a la información de inteligencia militar y del DAS y quien presidiera los consejos de seguridad nacional que analizaban las amenazas que desde Venezuela se cernían contra Colombia.

Los antecedentes son los que todos y todas conocemos, grosso modo desde donde se desprenden las diferentes jugadas del ajedrez político que llenan las páginas de noticias: la manifiesta voluntad de construir un proceso revolucionario socialista desde el gobierno de Chávez, el largo conflicto político-militar y social que vive Colombia, la importancia geoestratégica de la región para el capitalismo estadunidense y europeo (los jugadores más influyentes en la balanza de las llamadas crisis diplomáticas) y la manifiesta amenaza de la intervención preventiva por parte de EEUU.

Lo que aquí se presenta son sólo algunas apreciaciones y preguntas que surgen del desenlace de los últimos días.


El escenario de un posible ataque desde Colombia contra Venezuela:

Antes que nada, quiero dejar claro, que no la entiendo como una posibilidad descartable, pero es conveniente valorar las posibles condiciones bajo las cuales se produciría dicho ataque y las modalidades en las que podría materializarse. Qué tipo de ataque y cómo pueden participar los cuerpos de guerra colombianos. Si dicho ataque lo entendemos como una maniobra militar abierta y declarada en las líneas de frontera, creo que la participación del ejército colombiano es poco probable, al menos por las siguientes razones:

  1. Colombia no tiene razones propias tan fuertes como para entablar una contienda con Venezuela. Entre ambos países no existe una disputa que pueda centrarse justo en la línea de la frontera, tampoco hay disputa por límites territoriales o recursos naturales y económicos, más bien, las diferencias son de carácter político e ideológico. Colombia carece de una iniciativa propia para una posible agresión y tales razones están marcadas por los intereses y planes de EEUU. Colombia no asumiría en solitario una agresión.

  2. Dada la relación de fuerzas desplegadas en el conflicto militar interno contra las organizaciones guerrilleras y que implicaría desplazar recursos fundamentales desde este conflicto hasta la línea de frontera, los mismos que hoy permiten asegurar la situación actual al interior del país. Para hacerse una idea de la pérdida de fuerza que un conflicto de estas condiciones significaría para Colombia pensemos en esto: con 460 mil hombres, el ejército colombiano no ha logrado superar una relación de más de 14 soldados por cada combatiente guerrillero. En la interminable operación contra el comandante Alfonso Cano (iniciada en Diciembre de 2009) en el cañón de las Hermosas, al sur del Tolima, con una extensión cercana a los 113 mil kilómetros cuadrados, el ejército colombiano ha desplegado una fuerza de más de cinco mil hombres y los más sofisticados sistemas de interceptación de comunicaciones, los logros militares son lo que conocemos. Ahora, ¿cuántos recursos bélicos le significarían una contienda en la extensa frontera con Venezuela?

  3. La incertidumbre por una eventual prolongación de la contienda y las consecuencias que ello supone.

No estaríamos pues ante un posible ataque en el sentido más clásico y conocido entre los estados. Más bien se planearía un escenario al que hasta ahora nos tiene acostumbrados la sinergia EEUU-Colombia: operaciones encubiertas de desestabilización centradas en el manejo de propaganda y sabotajes para promover una situación larvada. Hay que recordar que la “huelga” de directivos en la petrolera venezolana fue auspiciada desde Colombia y que los altos directivos, ente ellos Alejandro Peña Exclusa, terminaron acogidos por la extrema derecha gubernamental colombiana y participando de reuniones de alto calado junto a la dirección de inteligencia militar colombiana. Así mismo sucedió con el fallido golpe de estado contra Chávez. Luego del fracaso, el golpista Pedro Carmona se refugió también en Colombia.

Ambos personajes en la actualidad mantienen un activo lobby anti-revolucionario de la mano de organizaciones de ultra-derecha como la conocida UnoAmérica (fundada y dirigida por ex militares argentinos de la dictadura) y la FAES (del Partido Popular español), participando de las múltiples charlas y eventos que junto a la familia del escritor Mario Vargas Llosa realizan estas organizaciones por todo América Latina y Europa. Al respecto se pueden leer las investigaciones de la periodista argentina Stella Calloni.

La clave de cómo participaría Colombia en un eventual ataque contra Venezuela, está pues, en las cajas de equipos (y la capacidad ampliada desde entonces) que fueron trasladadas desde la antigua base militar de EEUU en Manta (Ecuador) hasta las bases recientemente instaladas en Colombia.

Las razones para atacar a Venezuela nacen bastante lejos de las fronteras con Colombia. Recordemos el importante papel que desempeñó Venezuela cuando asumió la secretaría general de la OPEP. Nunca ha sido más abierto y telúrico el pulso internacional y geoestratégico con los EEUU. Venezuela logró construir un consenso al interior de la OPEP (también se sumaron otros países que no hacen parte del cartel del petróleo, como Omán y Noruega) para regular el precio del petróleo, fijando y a acatando conjuntamente las cuotas de extracción. Recordemos las consecuencias para EEUU de la propuesta de sustituir el dólar estadounidense como moneda de referencia para el comercio internacional de petróleo y como moneda de reserva nacional.

El desequilibrio y el fantasma de un posible ataque surgen con la idea unilateral de EEUU de la intervención preventiva combinada con la nueva doctrina anti-terrorista.


Cómo queda el panorama político para las organizaciones sociales y populares en América Latina:

Es innegable que los últimos acontecimientos, sobre todo aquellos que han tenido lugar durante el periodo presidencial de Uribe, son un importante precedente para el análisis.

En cuanto a Venezuela está claro, tendrá que estar siempre vigilante. Pero en cuanto a las organizaciones sociales y populares en América Latina, y más aún, si se declaran revolucionarias (no necesariamente como organizaciones político-militares, pero sí revolucionarias), está claro que las implicaciones que se derivan de los acuerdos y compromisos que contraen los gobiernos -revolucionarios o no- de sus países, los vinculan y los condicionan.

A pesar de los avances en materia de integración en torno al proyecto de la Revolución Bolivariana, que muchos consideramos como el eje y fortaleza del avance del nuevo proyecto social, es innegable el rezago en cuestiones tales como el reconocimiento -como uno de los nuevos fundamentos de una nueva doctrina constitucional- en las cartas de derecho nacional, de la Declaración Universal del Derecho de los Pueblos (por ejemplo, el derecho a revelarse contra la tiranía y el sometimiento económico y la marginación social) o la adopción de un sistema transitorio de fiscalidad -hacia el socialismo, fundado en la teoría marxista del valor y que restituya a los trabajadores lo que les ha sido arrebatado bajo el sistema capitalista de producción- consecuente con el hecho constatado de que el trabajo no genera los recursos suficientes para garantizar la integridad de él/ella y de su familia.


El caso de las organizaciones guerrilleras colombianas y, quizás, de otras organizaciones político-militares en América Latina:

¿Cuál es el alcance de las declaraciones de Chávez en el sentido de no permitir a las organizaciones guerrilleras colombianas en territorio Venezolano? Acaso quiere decir que les está prohibido a los miembros de estas organizaciones, o a las de otros países, participar en los eventos, que por ejemplo, se convoquen en su territorio el Movimiento Continental Bolivariano y similares? ¿Acaso quiere decir que en caso de que asistan representantes de estas organizaciones a dichos eventos serán detenidos y puestos a disposición de las autoridades Colombianas o de otros países? ¿Acaso se entiende pues, que se les deroga el reconocimiento de organizaciones político beligerantes que se les otorgó Venezuela a las FARC-EP y al ELN, reconocimiento que además fue impulsado por el mismo Chávez?

Algo sí es constatable, que el ELN y las FARC-EP, mantienen una relación política y de amistad con las organizaciones populares y de base en Venezuela (y de otros países, pues de eso se trata), que no es lo mismo que tener una oficina de asuntos militares en el palacio de Miraflores, o estar financiados y protegidos por su gobierno, tal como lo aseguran desde Colombia. Pero también es constatable que estas guerrillas y todos los procesos políticos y organizativos que han impulsado, son más antiguos y bien que se las han arreglado todo este tiempo. También hay que decir que la última década no ha sido precisamente el esplendor de crecimiento del movimiento guerrillero en Colombia (así lo constata la situación interna por la que han atravesados los revolucionarios Elenos y, por el lado de las FARC, se puede decir que han tenido épocas mejores), lo que sería de esperar, más aún si se tiene un padrino como el estado venezolano.

Entonces, ¿quedan proscritas todo tipo de relaciones de las organizaciones populares venezolanas con las organizaciones guerrilleras colombianas o quizás sólo se refiere a este caso concreto y sucesivamente serán permitidas las relaciones con rebeldes de otros países?

Pero el tema fundamental, que a decir verdad, espero con ansiedad, es la nueva edición revisada de “Guerra de guerrillas” por parte del compañero Fidel Castro y quizás con alguna participación del compañero Chávez, enriquecida con sus apuntes actualizados sobre aquello que hasta ahora hemos conocido como las “condiciones objetivas y condiciones subjetivas” que puede llevar a un pueblo a la revolución política y armada.

También sería muy interesante, además de un estímulo intelectual al momento, el hecho de que los compañeros Fidel y Chávez hicieran pública su propuesta de paz para Colombia. Es decir, ambos han manifestado que dadas las condiciones regionales, las organizaciones guerrilleras de colombianas deberían replantearse su forma de lucha, o sea, dejar las armas y buscar las transformaciones por la vía de la vida política civil. Referente a esta cuestión, basta recordar cuáles han sido los puntos más reiterativos y que han significado los más duros escollos en los diferentes procesos de diálogo entre los diferentes gobiernos y las dos organizaciones guerrilleras en cuestión: nada más ni nada menos que el desmonte del paramilitarismo por parte del estado colombiano y la constatable distribución de las riquezas de país. Y es que el desmonte del paramilitarismo es la pieza fundamental de un posible ejercicio de la política en la vida civil (¿alguien recuerda el exterminio de la UP y de todas los formas de oposición?). Ahora la cuestión es: ¿tienen elementos suficientes los compañeros Fidel y Chávez para inferir que el estado colombiano tiene voluntad de desmontar el paramilitarismo?, ¿quizás se basan en el análisis del marco jurídico de la dudosa Ley de Justicia y Paz que ha terminado en una auto-amnistía de facto? En cuanto a la distribución de la riqueza, todos sabemos que no es un tema de posiciones máximas o mínimas en una posible negociación, de forma que las partes -en este caso las guerrillas- demuestren que tienen voluntad de negociar y que no ponen demasiadas pegas; cómo se entiende todo esto, es decir, que de un eventual proceso de paz resulte como acuerdo un nivel de pobreza razonablemente aceptable. Algo bastante difícil, las cifras oficialmente admitidas dan que el 46% de la población está por debajo de la línea de la pobreza.

Hasta que no exista una propuesta pública de paz que nos convoque a su estudio y discusión, bastaría con que los compañeros Fidel y Chávez aclaren si entienden la paz en Colombia como una mera dejación de las armas de aquellas guerrillas, o si por el contrario, entienden que el asunto es más amplio y que para ellos la paz no sólo representa un tema coyuntural, al cual salen al paso improvisadamente por mera conveniencia e intereses de sus países.

Para terminar, queda como tarea el seguimiento a las cinco comisiones de trabajo propuestas por Venezuela y Colombia, según ellos, como instrumentos de trabajo y de donde saldrán las propuestas para superar la crisis entre ambos países. Hay que tener en cuenta que hasta ahora los acuerdos no hablan sobre el tema de las bases militares instaladas por EEUU en Colombia, recordemos que meses atrás el mismo compañero Chávez le exigía a Colombia que hiciera pública la capacidad instalada en estas bases, para qué iban a ser usados y si Colombia permitiría que desde su territorio EEUU lanzara operaciones para atacar a Venezuela.