PETER EIGEN

                    

POR FERNANDO GOITIA- EL SEMANAL


«La corrupción es el talón de Aquiles de la democracia»

Dejó su despacho en el Banco Mundial para fundar una organización única en el mundo: Transparencia Internacional. Sus informes anuales sobre cómo funcionan las redes de la corrupción hacen temblar a gobiernos y empresas. Hemos hablado con él días antes de la publicación de su última y temible investigación.


La sede de Transparencia Internacional (TI) en Berlín es austera, como si quisiera predicar con el ejemplo. Así es también su presidente y fundador, Peter Eigen, de 66 años, 25 al servicio del Banco Mundial (BM) y 14 sumergido en una lucha sin cuartel contra la corrupción en el planeta. En su despacho conviven fotografías de encuentros con presidentes y altos funcionarios junto al recuerdo de su esposa, su guía y su mayor influencia, fallecida el año pasado.

El Semanal. Usted fundó Transparencia Internacional hace más de una década, ¿vivimos hoy en un planeta menos corrupto?

Peter Eigen. Es difícil decir algo así. Hay indicios de que no está aumentando. Hace 14 años me vi obligado a abandonar el Banco Mundial por luchar contra prácticas corruptas en África. Ahora, es el propio BM el que enarbola la bandera de la honradez e impone fuertes sanciones a las empresas que pagan sobornos. Soy optimista ante esta nueva conciencia internacional.

E.S. ¿Qué le llevó a crear TI?

P.E. En mi última etapa en el BM, como director de África Oriental, me sentía cada vez más decepcionado. Cuando decidíamos que un proyecto era inútil, caro, dañino para la economía y el medio ambiente... era el primero en ser aprobado. La propia comunidad donante apostaba por él porque beneficiaba a sus empresas en Alemania, España, Francia, Japón... Todo el proceso de toma de decisiones estaba pervertido por esta sacrílega alianza entre los proveedores del norte y los que tomaban las decisiones en África.

E.S. Pero usted siguió en el Banco…

P.E. Intenté luchar desde dentro, pero fui instado a no intervenir. El propio presidente me dijo que me extralimitaba, que era vergonzante para el BM y que no estaba autorizado a seguir adelante mientras fuera director en África oriental. Decidí salir. En parte también por la presión de mi mujer, que era médica en Kenia y estaba todos los días con los pobres. Veíamos que no había medicinas para los enfermos, mientras se aprobaban esos proyectos afines a los intereses de las grandes compañías en el norte.

E.S. El ‘caso Enron’ y demás escándalos financieros de los últimos años, ¿han contribuido a mejorar o a empeorar la situación?

P.E. Han ayudado mucho al crear una saludable angustia en el sector privado. Había excesiva confianza en las actividades de estas todopoderosas compañías. El estallido de estos escándalos ha sido una llamada de atención a la sociedad, al mundo, para que preste atención.



E.S. ¿Qué formas adopta la corrupción en Europa?

P.E. La financiación de partidos políticos es un problema. Algunos países, como Alemania, tienen buenos sistemas, pero si los políticos violan la ley, incluso el mejor sistema no sirve. Los constantes casos de financiación ilegal de campañas electorales en EE.UU., Francia o Japón destruyen la imagen de los gobernantes. Es el talón de Aquiles del sistema político.

E.S. ¿Conoce algún sistema que pueda servir como modelo?

P.E. No. Se debería limitar el monto que los partidos pueden gastar y perfeccionar los mecanismos de control del dinero donado.

E.S. ¿Notan que su trabajo influye sobre los corruptos?

P.E. Algunos se enfadan mucho. Recuerdo la reacción de Sánchez de Losada, por ejemplo, expulsado hace un año de la Presidencia de Bolivia. Estaba en plena campaña electoral y Bolivia apareció muy mal calificada en el índice que publicamos anualmente de percepción de la corrupción en varios países. Nos culpó de haber arruinado sus posibilidades. El presidente argentino Carlos Menem nos llamó criminales y enemigos de Suramérica. Fue muy satisfactorio cuando lo condenaron por corrupción al acabar su mandato.

E.S. ¿Ustedes investigan o denuncian casos concretos?

P.E. Generalmente, no. Preferimos dejar ese trabajo en manos de los periodistas y de la justicia. Investigar compañías como Enron requiere muchos recursos y desgasta mucho. Nos centramos en buscar las debilidades del sistema para ver cómo puede ser cambiado, y en encontrar fórmulas para que empresas y gobiernos se unan a nosotros. No queremos ser vistos como una organización que busca la confrontación. Si fuera así, no confiarán en nosotros y no nos harán caso.

E.S. Tampoco debe de ser fácil dirigirse a alguien tan poderoso y decirle o preguntarle si es un corrupto, ¿qué estrategia siguen para acercarse a estas compañías?

P.E. Le pongo un ejemplo. Cuando empezamos con TI, supimos de pagos de sobornos en Indonesia y en el Oriente asiático. Invitamos a 20 ejecutivos de empresas como Siemens, Daimler-Chrysler, Telekom... Decían que eso no era corrupción, sino parte de la cultura local. En tres años, a lo largo de varias reuniones, logramos que admitieran que lo que hacían se consideraría corrupción en Europa. Aun así nos dijeron que el problema era que todo el mundo lo hacía. Que si paraban, sus competidores se quedarían con los contratos.

E.S. ¿Y cuál es la solución?

P.E. Se debe crear un ambiente en el que robar sea algo arriesgado. Tampoco hay que irse al extremo de China, donde todos los años centenares de funcionarios son fusilados por corrupción. Eso es una barbaridad y, además, no sirve de nada. Las estructuras que permiten que florezca permanecen intactas. Hace unos años, los países más ricos del mundo y algunos en desarrollo, 35 en total [España entre ellos], firmaron la Convención Antisoborno de la OCDE, que determina que si un empresario da dinero por debajo de la mesa en el exterior, será castigado en su país. Entró en vigor en 1999, aunque seguimos a la espera de los primeros juicios en los estados signatarios.

E.S. ¿Cree que hay voluntad política de acabar con el problema?

P.E. Los partidos corruptos no tienen el menor interés en cambiar el statu quo. Y muchos presidentes honestos temen enfrentarse a la corrupción porque es algo que conlleva grandes riesgos políticos. Hay enormes intereses creados. Y está la cuestión de la imagen. Cuando un Gobierno lucha contra los corruptos, se da la impresión de que el robo está aumentando, simplemente porque las portadas de los diarios comienzan a hablar del asunto.

E.S. Precisamente, el último índice de TI refleja un aumento de la percepción de la corrupción en EE.UU. La primera potencia mundial ¿no debería dar ejemplo?

P.E. Por supuesto que debería hacerlo. La Ley Antisobornos de 1977, bajo la Presidencia de Jimmy Carter, es un modelo de legislación y liderazgo. Sin embargo, la atmósfera actual está convirtiendo a EE.UU. en un mal ejemplo para el mundo. Estamos muy decepcionados con los contratos de miles de millones de dólares entregados a compañías conectadas con políticos de Washington sin adecuados procedimientos de elección. Preferiría que la mayor parte de este dinero se entregase al Banco Mundial o a Naciones Unidas, con sus reglas más transparentes.

E.S. ¿Afirma que en Irak se está dando un reparto del botín?

P.E. Bueno, ése es un asunto demasiado político, pero la transparencia en la distribución de los contratos es una cuestión que ha de ser controlada.

E.S. Rusia parece un caso especial. La corrupción campa a sus anchas y Occidente cierra los ojos, ¿por qué?

P.E. Lo que ha pasado en Rusia ha sido tan rápido y sin control, privatizando apresuradamente, introduciendo el libre mercado en muchos sectores demasiado deprisa… A raíz de este proceso han surgido grupos muy poderosos, como Yukos, algo parecido a lo que ocurrió en EE.UU. hace 100 años con los Rockefeller y demás familias que monopolizaron ciertos sectores productivos. Tenemos la percepción de que se están dando las primeras señales de un nuevo frente con voluntad de acabar con la corrupción en el Gobierno. Creo que en el futuro Putin comenzará a moverse en esta dirección cada vez con más empeño, porque quiere ser parte del sistema internacional.

E.S. ¿Cómo afecta la corrupción al subdesarrollo?

P.E. Los cálculos señalan una cifra terriblemente triste: un tercio de la deuda externa del Tercer Mundo fue a parar al bolsillo de políticos y funcionarios corruptos. Y esa estimación es, probablemente, muy conservadora. Piense bien: un país con recursos naturales inigualables, en muchos aspectos incluso más rico que EE.UU., con un potencial tremendo, pero sumergido en una situación infernal por causa de la corrupción. Ésa es la descripción de Nigeria, una nación riquísima en petróleo donde la corrupción causa sufrimientos increíbles a las personas más pobres. Es mortal y monstruosa.

E.S. ¿Cree que todas esas prácticas que menciona forman parte de la cultura de esos países?

P.E. El presidente nigeriano, Olusegun Obasanjo, por ejemplo, está muy indignado con esa idea de que la corrupción es parte del sistema de valores de las sociedades tradicionales. Es verdad que es habitual hacer regalos de un jefe a otro, pero se hace de una forma abierta, porque lo que se quiere es honrar a esa persona con bellos objetos. Nada que ver con realizar una transferencia a una cuenta secreta de alguien por un monto de varios millones de dólares, para que esa persona (un ministro, un presidente o el líder de un sector estratégico en la economía del país), en quien la gente ha depositado una confianza, tome una decisión equivocada. Creo, sinceramente, que la integridad es la mejor arma contra la corrupción.